Foto: David Curry
Esta ciudad, junto con su internacional centro turístico, San Carlos, se encuentra ubicada en Sonora, en el mar de Cortés. Se destacan sus escenarios marino, desértico y montañoso. Su vegetación tropical es resguardada por formaciones rocosas que han creado un ecosistema con flora y fauna muy particulares y especies endémicas para admirar.
Es un escenario ideal si se trata de dar agradables caminatas o descansar mientras se admira la más deslumbrante vista, ya sea que se contemple el arribo del día o la puesta del sol; con un poco de suerte se pueden observar ballenas, delfines y aves no muy comunes. El Mirador es el mejor lugar para apreciar en su debida magnitud la belleza de San Carlos, especialmente durante el crepúsculo. Otro sitio desde el cual ejercitar la estética contemplación es el cerro Tetakawi.
La diversión espera en San Carlos. Se pueden pasar momentos inolvidables en contacto con la naturaleza; el catálogo de opciones al aire libre incluye tirolesas, pesca, kayak, rapel, senderismo, paseos a caballo por la playa, ciclismo o paseo en yate. También hay actividades acuáticas como snorkel y buceo.
Este rincón sonorense goza de popularidad por su oferta gastronómica, una que no es costosa si se le compara con otros puertos que pugnan por la atención de los turistas. Hay platillos de mar, muchos restaurantes pequeños de comida urbana y hasta cocina mediterránea. Se incrementado de forma significativa el menú de este puerto mexicano.
ATARDECER
El sol se acerca suavemente al horizonte, como avisando con tiento que faltan unos suspiros para la llegada de la noche. Es un paisaje adecuado para cerrar una jornada de perderse entre las dunas blancas de Playa de los Algodones y sentir la arena entre los dedos de los pies, o disfrutar el olor a mar, o sorprenderse ante la vegetación que baila con la brisa del golfo.
Se puede elegir un lugar para ver la puesta el sol en el mar de Cortés. Espectaculares naranjas que se tornan en rosas y morados van pintando el cielo; se trata de los instantes que preceden al terciopelo azul de la noche, extenso velo salpicado de estrellas. Muchos terminan la velada tomando una copa seguida de una suculenta cena en alguno de los bares y restaurantes que ofrecen delicias locales en la punta de la pequeña bahía.
MÁS ACTIVIDADES
Nada como despertar con el sol sonorense y salir a un día de aventura. El cerro del Tetakawi, como ya se comentó, ofrece una vista a prueba de fallos. La recomendación es empacar café, coyotas y otras delicias para disfrutar de un desayuno fotográfico en las alturas. Quienes han gozado de este placer recomiendan ir mentalizado y llevar varias lentes; el paisaje que espera por nosotros implicará interrumpir la caminata varias veces.
Una opción nada desdeñable es ir al mirador San Carlos que, coronando la punta oeste, ofrece una espectacular imagen. El mar de Cortés brilla con reflejos plateados y el sol de la mañana extiende la sombra de islotes de piedra que emergen del agua. Imágenes por ese estilo se han popularizado en redes sociales como Instagram.
Tomar rumbo hacia el este es decantarse por un desértico viraje, donde tanto la cercanía como el horizonte ofrecen una magnífica gama de cobres, marrones y grises que pintan el suelo rocoso en contraste con el vibrante verde de las cactáceas. En el cielo, cardenales y cenzontles presumen sus tonalidades rogando formar parte de un gran encuadre.
Al llegar a la cima, lo recomendable es sacar las viandas y la cámara, degustar los sabores regionales mientras la lente captura los rayos que el sol arroja sobre cerros rojizos que cortan el horizonte.