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Nunca quiso entrarle

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Antier el gobernador constitucional de Coahuila Rubén Moreira Valdez acudió al Congreso del Estado a entregar el documento referente a su sexto y último informe de gobierno.

Es natural que una vez pasada la elección para conocer al nuevo titular del ejecutivo, el gobernador saliente deje de tener ese lugar tan protagónico que por la naturaleza de su encargo y la propia tradición política mexicana de rendirle culto a la personalidad del gobernante en turno disminuya, para darle brillo al gobernador electo.

En el caso actual coahuilense esto no ha sido así, fundamentalmente porque el litigio entre la validación o anulación de los pasados comicios de junio continúa sin resolverse, por lo que el gobernador electo Miguel Riquelme Solís tiene que guardar un bajo perfil para evitar enviar un mensaje a los magistrados del Tribunal Federal Electoral de que se cuenta con la confianza que la elección será declarada válida, evitando ofenderlos de alguna manera.

Esta condición de mantenerse en vilo si la elección será declarada válida, ha propiciado que la figura de Rubén prevalezca más de lo que se hubiera esperado. Es pertinente además señalar que el propio carácter del gobernador Moreira le impide modificar su estilo de gobernar con todo lo que ello signifique, aun cuando ya sea notorio que el rigor que solía mantener sobre todos sus subalternos se empiece a resquebrajar por el simple hecho que le quedan 27 días de mandato.

Bajo estas circunstancias se da la entrega, pues es el último informe de Moreira y es oportuno hacer un recuento de lo que su gobierno ha representado para los coahuilenses.

Resultados positivos se pueden encontrar sin duda en la gestión que está por terminar, siendo el retorno a mejores niveles de seguridad pública uno de ellos. Cuando Rubén Moreira asumió el poder en el año 2011, México sufría el año con más asesinatos en su historia moderna y particularmente Coahuila, había sufrido las de Caín en tema de delincuencia organizada. La Laguna fue por varios años asolada por el conflicto encarnizado de bandas criminales, que hacían su guarida de cada lado del río. Los que venían de Sinaloa hacían refugio en Gómez Palacio y Lerdo; por Coahuila aquellos que eran liderados por grupos tamaulipecos de origen. Además, la frontera del estado con Nuevo León y Tamaulipas era tierra fértil para el tránsito de la horda de criminales. El trabajo decidido del saliente gobernador hizo que el Estado retomara el control del territorio.

Igualmente, aunque la región sureste ya había tenido muchos años de bonanza en cuanto a atracción de inversión, La Laguna llevaba más de una década sin recibir ninguna industria foránea de calado considerable. Yura, la empresa coreana instalada en estos lares rompió la sequía en este sector y para esto tuvo que ver la mano de Rubén.

Cierto que también en el actual sexenio se hicieron modernizaciones al marco legal aplicable y aunque algunas reformas son cuestionables, al final también se trabajó en eso, así como el trabajo realizado para elevar de manera importante la recaudación.

Rubén Moreira hace alarde de que el Sector Salud también se ha mejorado. En el caso de Torreón y Matamoros, qué bueno que se construyó un hospital general, renovando las lamentables instalaciones que se tenían en el segundo cuadro de la ciudad, pero la carencia de recursos en el hospital ampliamente denunciados hacen claro que no es en salud el mejor punto de esta administración.

Un juicio preliminar equilibrado parecería entonces que tuviera que calificar a Rubén Moreira como un buen gobernador. Sin embargo, han pasado casi 6 años y ya sea por incapacidad o complicidad, este gobierno no hizo nada para hacer pagar a los responsables del megarobo del que fuimos objeto los coahuilenses con la deuda contraída ilegalmente y que pesa sobre el Estado. Ni una sola persona está en una cárcel mexicana por este tema y es natural pensar mal, puesto que en el sexenio de su hermano, al cual él perteneció, se operó ese desfalco a las arcas coahuilenses, dejando hipotecadas a tres generaciones, con todo lo que ello significa.

Este asunto siempre marcará al moreirismo, que ciertamente vivió dos etapas, puesto que los hermanos demostraron ser personas muy distintas. Lo que concierne a Rubén, en aras de esa evaluación pública de sus logros, siempre serán manchados por el tema al que nunca quiso entrarle.

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