— Facundo Cabral
Es la corrupción, pero también la opacidad y la escasa rendición de cuentas, lo que aniquiló la narrativa del Gobierno de la República y evidencia falta de confianza en nuestras instituciones.
En el impromptu colectivo de los mexicanos existe certeza de que aquí el poderoso -si pertenece al sistema- puede salirse con la suya, pues nuestras instituciones no se encuentran blindadas y cualquiera tiene la capacidad de vulnerarlas.
La semana anterior, en este mismo espacio, nos referíamos a la queja del Presidente Peña en el sentido de que todo se lo achacamos a la corrupción. Sin embargo, en el transcurso de sólo ocho días, distintos sucesos refrendan que en efecto es la corrupción, la falta de transparencia y ausencia del estado de derecho lo que nos condena a una muerte lenta y dolorosa.
Y es que sin mayores explicaciones de por medio, en el curso de una semana renunció el procurador general de la República. Inmediatamente, en un país sin procurador ni una clase política capaz de ponerse de acuerdo para nombrar a un fiscal independiente, el encargado del despacho de la PGR ni tardo ni perezoso cesó al titular de la Fepade, Santiago Nieto.
Dicha decisión, que muchos interpretamos como una medida opaca, arbitraria y vengativa, muy al estilo y modus operandi de la actual administración, no hace sino acrecentar la mala imagen del gobierno. Es menester señalar que cesar a Nieto, no es una decisión que se pueda tomar sin tener luz verde desde Los Pinos. Presumiblemente, el presidente optó por asumir los costos políticos de haber corrido al fiscal en aras de pagar una factura mayor a la larga.
¿Con el cese de Nieto se estaría tratando de frenar su trabajo o algunas investigaciones en curso? ¿Dichas pesquisas involucrarían a las altas esferas de la administración o al equipo compacto del titular del Ejecutivo?
Santiago Nieto, a quien he escuchado hablar en distintos foros y respeto por su postura sin concesiones, ha venido actuando como lo indica su obligación constitucional, con absoluta independencia e imparcialidad. Que no nos quepa la menor duda: Nieto pisó muchos callos, afectó múltiples intereses y metió en aprietos al Gobierno en más de una ocasión.
En relación a su despido, Nieto publicó un tuit que reza: “Soy un hombre de leyes. Creo en el estado constitucional de derecho. Acudiré al Senado en términos de la Constitución”.
Unos días antes, el ex titular de la FEPADE lamentó la salida de Raúl Cervantes de la Procuraduría, y aplaudía el respeto que siempre mostró a la autonomía de la FEPADE. Se fue el procurador e inmediatamente después cesaron a Nieto. Muy extraño...
También en esta semana, un diario capitalino detalló a ocho columnas las reuniones que el entonces presidente electo de la república Enrique Peña Nieto, sostuvo reuniones con el director general de Braskem, filial petroquímica de Odebrecht, entre 2010 y 2013.
“Acompañamos de tiempo completo toda la campaña del PRI, del partido PRI, y del actual presidente Enrique Peña Nieto. No sólo de él, sino también de su equipo”, señaló Carlos Fadigas, el entonces director de Braskem y hoy testigo de la justicia brasileña.
Aunque el vocero del Gobierno Mexicano negó que se hayan recibido sobornos o financiamiento ilegal a la campaña de Peña Nieto, por otra parte admitió que el mandatario se reunió con un buen número de empresarios internacionales durante aquellos años.
Sí, aunque al primer mandatario le moleste que achaquemos todo a la corrupción, en este caso que planteo huele a que hay mucho de ello. También opacidad, falta de transparencia y escasa o nula rendición de cuentas. Si algo ha imperado en este sexenio, es el reino de la impunidad.
¿Hasta cuándo?
La pregunta de los 64 mil pesos:
“En varios países de América Latina, el Caribe y África han sido los sobornos que repartió Odebrecht a políticos en funciones o en campaña. ¿Será qué, para evitar lo mismo en México, removieron a Santiago Nieto como fiscal electoral?
Leo Zuckermann
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Persicope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
