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El cañón del Peguis, un presente del desierto chihuahuense

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Octubre es el mes en el que la sociedad organizada y las direcciones de medio ambiente de los municipios de Lerdo, Gómez Palacio y Torreón, celebran al Desierto Chihuahuense. Ferias, concursos, exposiciones y conferencias, se organizan para mostrar los valores ambientales del desierto en el que vivimos y, de esta forma, sensibilizar principalmente a niños y jóvenes sobre la importancia de conservar dicho ecosistema.

Aunque no hemos tratado bien al Desierto Chihuahuense, él por el contrario, nos ofrece una gran cantidad de regalos que conocemos comúnmente como beneficios ambientales. Algunos de ellos no son muy evidentes, pero están ahí creando condiciones adecuadas para la vida como la producción de oxigeno, purificación del agua, regulación del clima, entre muchos. Otros servicios ambientales son tangibles y evidentes, destacan los de provisión de alimentos, de agua dulce, de madera y fibras, y los culturales como los aspectos estéticos, espirituales, educativos y recreacionales.

Los servicios culturales se asocian a aquellos sitios que se caracterizan por su alto valor escénico. El Desierto Chihuahuense es pródigo en este tipo de sitios, muchos de ellos se encuentran cercanos y otros no tanto, pero vale la pena conocerlos.

El Cañón del Pegu¨is es uno de estos sitios de gran belleza, que se encuentra en los municipios de Manuel Ojinaga y Coyame del Sotol, en el estado de Chihuahua, el primero es un municipio fronterizo que colinda con Presidio, Texas. Aguas arriba de la entrada oeste del Cañón del Pegu¨is, tres grandes arroyos provenientes de la sierra entroncan con el cauce principal del Río Conchos. Estas corrientes del Conchos ocasionan que durante las crecidas el agua intente fluir por un estrecho paso en la mencionada entrada, ocasionando un incremento en la presión del agua hacia adentro del Cañón, y el regreso de parte del agua que no logra pasar generando una gran turbulencia de elevado poder erosivo. La repetición de este poder, ha esculpido la pedregosa entrada, dándole la forma de un embudo.

Estos procesos de desgaste han dejado al descubierto fósiles de Ammonites, y sobre las paredes petroglifos de una era muy posterior, sobre este inestable lugar existe vegetación de galería en las riberas previas y matorral rosetófilo con predominancia de sotol y ocotillo en las laderas de la entrada.

Muy pronto se deja la entrada para introducirse a la primera de un interminable número de pequeñas curvas que dan lugar también a una gran diversidad de paisajes de gran belleza y amenidad.

La calidad visual del primer tramo recorrido es simple y sencillamente soberbia. Los elementos que la componen son eminentemente abióticos, en un primer plano las aguas broncas y salvajes, debido al anhídrido carbónico que llevan en disolución, atacan las rocas calcáreas, provocando paisajes ruiniformes, esto es, una forma de ruinas en la piedra caliza. Este efecto se combina con el de la erosión torrencial que causa ondulaciones en las grandes rocas, que semejan a la pasta que se moldea con los dedos.

El acarreo de arenas y guijarros por el torrente, tropiezan y frotan las paredes excavando grandes hoyos y cavidades que reciben el nombre de marmitas de gigante. En ocasiones la roca adquiere formas esculturales y caprichosas, que pueden disfrutarse desde una balsa o caminar entre ellas.

Complementan la belleza escénica los acantilados calizos que aparecen frecuentemente al avanzar por el sinuoso cauce y la estructura de pequeños rápidos y remansos de la corriente que ocasionan un sonido muy agradable. Prácticamente no existe vegetación de galería, aunque sí se presentan las aves, los peces y algunos mamíferos pescadores.

El segundo tramo se inicia en el sitio denominado El Salto, donde ocurrió lo que se conoce como un "caos de rocas", que se produjo debido al efecto erosivo de las aguas broncas y de los torrentes, que lavaron las arcillas y las arenas ocasionando que las rocas rodaran unas sobre otras. Todo el cauce queda obstruido, salvo pequeñas hendiduras por donde viaja el agua hasta su salida nuevamente a su cauce después de 300 metros o más de rocas gigantes que se tienen que brincar a pie cargando todo, incluyendo la balsa.

En el segundo tramo se presenta una menor pendiente, los remansos de la corriente se amplían y los rápidos se alejan, únicamente al inicio en El Salto se presentan los efectos erosivos antes descritos. El agua ahora es de pared a pared y los acantilados adquieren una singular belleza. La anchura al nivel del cauce es de aproximadamente 70 metros y la altura de los barrancos completamente verticales puede ser hasta de 350 metros.

Por momentos pareciera que se va entre catedrales y palacios, sin duda el Cañón del Pegu¨is es una joya natural del estado de Chihuahua y del municipio de Ojinaga, en el Desierto Chihuahuense.

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