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Un dilema del PRI

JOSÉ ANTONIO CRESPO

A pregunta expresa, en una reunión con comunicadores en Los Pinos la semana pasada, sobre si "el bueno" estaba en esa reunión, el presidente Peña dijo que no contestaría. Pero en corto aclaró que "el que calla otorga". Lo que implica que aceptó lo que todos saben, pero que a veces los presidentes priistas callan; que "el dedazo que vosotros matáis, goza de cabal salud". Y por sí había duda, también comparó la liturgia priista (es decir, las reglas no escritas que incluyen el dedazo), con la liturgia eclesiástica, que por cerca de dos mil años ha cambiado en la forma, pero no en el fondo. El dedazo o el acuerdo cupular, pese a su desprestigio, pueden ser mecanismos más eficaces que una genuina contienda democrática, pues de lo que se trata es de nombrar al candidato más competitivo, que no siempre surge como consecuencia de un proceso abierto.

Sin embargo, más que el método, lo que podría generar inconformidad en el PRI es el perfil del candidato. La mayoría de analistas coincide en que la disputa principal es entre Miguel Ángel Chong, figura del PRI añejo, y José Antonio Meade, de corte típicamente tecnocrático y ni siquiera militante del partido. De haber un proceso democrático interno en el tricolor, lo más probable es que Chong fuera ungido como abanderado, dada su trayectoria y proximidad a la militancia, en tanto que Mead es cuestionado por las bases más tradicionales que conceden importancia a tener una larga y fructífera trayectoria partidista. Dependiendo de si el candidato es Chong o Meade (suponiendo que el dedo presidencial no apunte a otro lado), surgen dos escenarios básicos. A) Si Chong fuera el candidato, probablemente quedaría complacida la militancia, se cerrarían filas en torno suyo, pero difícilmente el secretario de Gobernación podría atraer votos externos al partido, es decir, el voto útil y estratégico. Y está claro que en la situación actual del partido, la más frágil que jamás haya experimentado (y ocupando el tercer sitio en las encuestas), el voto duro será absolutamente insuficiente para ganar. De ser Chong, el candidato, el PRI tendría más dificultades para triunfar (suponiendo incluso que lograra remontar su tercer lugar ante un eventual desplome del Frente "Ciudadano"). Eso si, sin inconformidad ni rupturas internas.

B) De ser ungido Meade el escenario sería el opuesto en cierta medida; inconformidad en las filas priistas, que quizá implique la salida pública de algunos militantes o cuadros. Dicen algunos dirigentes priistas que el método por Convención de delegados garantizará la unidad. Pero en realidad habrá dedazo, aunque simulado. Por lo cual, de no convencerlos el candidato, varios militantes y electores de ese partido podrían desertar privadamente a la hora de votar, emitiendo un voto útil a favor de López Obrador (con quien se identificarían ideológicamente en mayor medida que con un candidato panista). Y si Meade no lograra remontar el tercer sitio, dicho éxodo electoral podría ser mucho más cuantioso (como ocurrió en 2006). Pero si Meade lograra remontar el tercer lugar del PRI y escalar al segundo, podría retener en mayor medida el voto priista, y reponer el que aún así emigre a Morena captando una buena cantidad de voto útil o estratégico de votantes no priistas, pero que tampoco son obradoristas. En análisis cualitativo, ese voto útil externo al PRI difícilmente iría con Chong, pero sí es factible si el abanderado es Meade. Más allá de preferencias personales, Peña deberá hacer un cálculo racional para decidir por dónde apuntará su aún decisivo dedo. Y creo que la mejor apuesta es Meade, precisamente por la cantidad de voto útil externo al PRI que podría captar, sobre todo si logra ubicarse como uno de los finalistas. De ser correcta dicha proyección, el candidato que más le favorecería a AMLO es que el PRI no remonte el tercer sitio, y de llegar al segundo, le sería mejor enfrentar a Chong que a Meade, justo porque el voto útil podrá ser determinante en esta ocasión. Y Meade - y no Chong - resulta ser más aceptable para ese votante no priista, pero anti-obradorista.

Twitter: @JACrespo1

(Analista político)

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Escrito en: José Antonio Crespo

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