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Controversial iniciativa

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Inexorable es el paso del tiempo y como tal, a partir de hoy faltan 41 días para que termine el mandato constitucional del gobernador de Coahuila, licenciado Rubén Moreira Valdez, quien muy probablemente entregará el cargo -cada vez parece más claro que el Tribunal Federal Electoral no va a anular la elección- al lagunero Miguel Ángel Riquelme Solís.

Como todo proceso sucesorio, se abre un impasse entre el día de la elección y el cambio de gobierno. Cuando el candidato ganador y el gobernador saliente son del mismo partido, como siempre ha ocurrido en la historia moderna de Coahuila, realmente lo que ocurre es un proceso de entrega recepción en calma, donde los equipos entrantes y salientes, si bien tienen sus tirones internamente, ante la opinión pública suelen pasar desapercibidos. La atención es conocer a aquéllos que estarán cerca del nuevo gobernador.

Esta circunstancia no ocurrió hace seis años en territorio coahuilense, ya que la sucesión se dio entre hermanos, aunque de forma el prófugo Jorge Torres terminó el sexenio anterior, el poder se transmitió de Humberto a Rubén y los funcionarios realmente poderosos siguieron siéndolo. La distancia pública que después ocurrió es otro capítulo en la historia de la poderosa familia Moreira.

Quizá en esta ocasión tampoco se ha celebrado un proceso de entrega recepción tal y como lo marca la añeja costumbre priista, esto debido a que ciertamente la calificación de la elección se turnó a los órganos jurisdiccionales correspondientes. Los comicios del pasado 4 de junio, además de llevarse a cabo con las trampas de siempre de uno y otro lado, arrojaron unos resultados con estrecho margen entre el primero y el segundo lugar, elemento que se quiera o no, presiona para que prevalezca en el ambiente una sensación de que la contienda debería repetirse. Todo esto ha impedido que el declarado gobernador electo pueda celebrar a sus anchas su victoria y con ello, asumir el rol tradicional de quien ya elegido, veladamente empieza de alguna forma a gobernar, lo cual no ha ocurrido en esta ocasión del todo.

Ya sea porque el resultado está en litigio, y hasta por el propio carácter del gobernador Moreira, Miguel Riquelme ha tenido que aguardar pacientemente para empezar a mover abiertamente sus cartas, aunque de todos modos lo esté haciendo.

Todo esto viene a cuento por la última iniciativa que Rubén Moreira ha presentado acerca de la despenalización o legitimación del aborto de un producto de hasta doce semanas de gestación.

Peculiar agenda legislativa le está dejando el gobernador saliente al ingeniero Riquelme Solís. Cierto es que este gobernador se ha ocupado de hacer muchas reformas a la ley civil, particularmente en el área familiar. También Rubén en su lucha, con resultados cuantitativos favorables en cuanto a la reducción de los delitos de alto impacto, haciendo uso de todas sus facultades legislativas, impidió en Coahuila el funcionamiento de casinos y yonkes, establecimientos donde es común que la delincuencia organizada siente sus bases.

Controversiales muchas de sus reformas, como la prohibición de las corridas de toros, argumentando la protección de la vida animal e impidiendo su debatible tortura -hablando particularmente de los toros de lidia- así como las reformas al código donde un concubino o concubina puede reclamar para sí una pensión alimenticia de su concubino (a), aunque éste se encuentre casado (a); la aprobación de los matrimonios homosexuales y su capacidad para la adopción legal; y tantas más de este tipo.

La lista puede seguir, es obvio que controversial o no, el marco jurídico en Coahuila se modificó. Se podría aceptar que el gobernador Rubén Moreira es un férreo defensor de los derechos humanos, de ahí muchas de sus leyes progresistas como la que ahora presenta con el aborto. Lo extraño es que ser defensor de derechos humanos no le quitaría la potestad de facilitar el camino a su sucesor, evitándole llegar al gobierno con una sociedad que se podría fracturar más por un tema tan controversial como la interrupción del embarazo por mera voluntad, recordando que fracturada ya está por aquello de la deuda multimillonaria que tiene Coahuila.

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