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¿La corrupción somos todos?

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
“La democracia no es el silencio, es la claridad con que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos”.

— Enrique Múgica

En el marco del foro Impulsando a México, el Presidente Peña Nieto hizo diversas consideraciones sobre la corrupción y de nueva cuenta sus declaraciones suscitaron un amplio debate entre distintos sectores de la sociedad.

Para el mandatario no es que hoy tengamos más corrupción que antes, sino que por el avance de la tecnología y las redes sociales el fenómeno se ha vuelto más evidente.

So pena de contrariar al titular del Ejecutivo, creo que no solamente somos un país más corrupto, sino que observamos mayor tolerancia hacia quienes la practican. En lo que califico de extraña dicotomía, por un lado nos enferma la corrupción y por el otro nos resignamos a verla un fenómeno inherente a nuestra condición humana.

“Cualquier cosa que ocurra hoy en día ´es por la corrupción´, si hay un choque en una esquina ´fue la corrupción, algo pasó en el semáforo, ¿quién compró el semáforo que no funcionaba?”, consideró, un tanto molesto, el presidente.

Al tiempo, Peña Nieto pidió a la sociedad un mínimo de autocrítica y que sepamos también dónde estamos fallando nosotros.

Equivocadas las formas como ha venido siendo costumbre al improvisar en foros públicos, el presidente tiene algo o mucho de razón cuando afirma que la corrupción es un fenómeno que nos atañe a todos. Sin embargo, ante la percepción generalizada de que la actual administración ha sido una de las más corruptas en la historia moderna del país, los dichos de Enrique Peña Nieto pierden valor y cierta autoridad.

Cuando el presidente jura que en su sexenio se ha actuado más que en otros tiempos contra personajes señalados por actos de corrupción, pocos o casi nadie le cree.

Empero y aunque en pañales, aún poco socializado y sin ser entendido por la mayoría de la población, el Sistema Nacional Anticorrupción representa un esfuerzo loable para comenzar a barrer nuestra propia casa.

El Barómetro de Global de la corrupción coloca a México como el país más corrupto de América Latina al tiempo que arroja una cifra preocupante: el 51 por ciento de los mexicanos admite haber sobornado a la autoridad.

Según datos oficiales y estimaciones de la organización Transparencia Internacional, la corrupción nos cuesta alrededor de un billón de pesos anualmente, lo cual representa el diez por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). El 93 % por ciento de los mexicanos considera que existe mucha corrupción y el 61 % cree que el actual Gobierno ha tenido poco éxito en combatirla.

“Solemos hablar de la corrupción como un fenómeno privativo del sector público, pero lo cierto es que contribuyen tanto el sector empresarial, la sociedad en su conjunto y desde luego el sector público”, afirma María Amparo Casar.

La especialista está en lo cierto. Y es que los ciudadanos, en mayor o menor medida, también contribuimos al círculo vicioso que por tantos años ha impedido el verdadero progreso del país.

A menudo señalamos a los corruptos, hoy más expuestos que nunca en la arena de lo público, pero a veces no nos gusta revisar nuestro patio trasero y mirarnos al espejo. A nivel ciudadanos de a pie, los actos de corrupción que con mayor frecuencia se dan, se producen para agilizar trámites, con 64.6 %. En segundo lugar, para evitar multas y sanciones con un 39. 4% y en tercero para obtener licencias y permisos en un 30. 7, detalla el INEGI. Los hogares mexicanos destinan el 14 por ciento de sus ingresos para pagar actos de corrupción y quienes perciben un salario mínimo erogan hasta un 33 por ciento.

Sí, la corrupción hemos sido todos. Sin embargo, hasta que no se resuelvan y transparenten asuntos como la Casa Blanca (la de Las Lomas) Odebrecht, Higa, OHL, la Estela de Luz, licitaciones, y dejen de existir gobernadores prófugos y en la cárcel, entre otros, los dichos de cualquier presidente, ya sea el actual o de los que sigan, seguirán cayendo en la punta del pie.

Y es que para predicar, hay que hacerlo con el ejemplo.

Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto

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