El padre Soárez platicaba con el Cristo de su iglesia.
Le preguntó:
-Señor: en nuestro ministerio ¿debemos dar preferencia a los pobres?
-Claro que sí, Soárez -respondió él-. Y a propósito, dime: ¿qué fue de la Teología de la Pobreza?
-Algunos clérigos la empobrecieron, Padre. Olvidaron que es enseñanza evangélica y la convirtieron en prédica política.
-Es una pena -dijo el Cristo-, pues yo creía en ella. Sólo le hacía una observación. La pobreza no es sólo falta de dinero. Hay muchos ricos que en verdad son pobres. Sufren falta de amor, de paz; no tienen salud del cuerpo ni del alma. También a esos pobres debería llegar mi mensaje. En el fondo, Soárez, toda criatura humana es pobre.
Fue así como el padre Soárez supo que la verdadera teología de la pobreza abarca a todos los hombres. Todos somos pobres; indigentes todos.
¡Hasta mañana!...