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Del extravío panista

JESÚS SILVA-HERZOG

El PAN ha horneado lentamente su crisis. La renuncia de una precandidata es apenas síntoma de una enfermedad que contrajo con el poder. Acción Nacional perdió rumbo cuando ganó la presidencia. Para emplear su vocabulario: al alcanzar el poder, perdió el alma. En el gobierno, el PAN rehabilitó el corporativismo dando oxígeno a los sindicatos más sucios, se hizo cómplice de la corrupción, combatió los derechos en nombre de una guerra que restauraría la paz, contribuyó a desprestigiar al pluralismo al estrenarlo con la incompetencia. Ahora que regresa a la oposición, reniega de sí mismo.

La renuncia de Margarita Zavala al PAN significa, seguramente, el final de su carrera política. Si su precampaña anticipa la campaña que viene no hay motivo para imaginar algo distinto al desastre. Durante los meses que recorrió el país no logró exponer el argumento de su candidatura. ¿Qué méritos la respaldan? ¿Con qué orgullos se presenta? ¿Cuál es su diagnóstico del país y qué propone para remediar nuestros males? Nada logró decir que no fuera un amable lugar común. En ningún momento encontré a alguien que comentara algún evento de Margarita Zavala. Nadie que yo conozca retuvo una propuesta, una anécdota, una denuncia. Nada. Cuando algún entrevistador la cuestionaba con lo obvio, caía penosamente en el balbuceo y la incoherencia. Algo dejó en claro la precampaña: Zavala carece de inteligencia estratégica. Nunca entendió su momento, nunca preparó escalones para su ascenso. Fue incapaz de comprender a su adversario en el PAN y, por ello, no pudo confrontarlo. Zavala tenía recursos para resistir la política de Anaya. Tenía todo para ser la defensora de una tradición y no lo fue. Pudo haber convocado a los panistas para defender a su partido de quienes han decidido rentarlo. Nunca definió una posición firme frente a la coalición de partidos que, desde el primer instante, la desplazaba. Llegó a creer absurdamente que habría espacio ahí para ella. Durante meses permaneció a la mitad de la vía del tren que finalmente la arrolló. Toda una vida dentro del PAN y no consiguió dar forma a la resistencia. Sin alianzas dentro de su propio partido, Zavala fue avasallada. Quizá su error más grave fue el no percatarse del intenso resentimiento que existe en su partido contra Felipe Calderón. A ella dirigieron un odio que no merece.

Zavala no trazó una estrategia para construir su candidatura en el PAN. Tampoco procesó estratégicamente su derrota. Por eso su decisión reciente es más un desplante de orgullo que una maniobra política. Resulta extraño que para Zavala-cuya trayectoria política es propia, larga, visible y mediocre- no hubiera más opción que la candidatura presidencial. Zavala no es una improvisada. Tampoco ha sido un apéndice. Tiene décadas de notoria actividad política y se le reconoce sensibilidad y rectitud. Pero nadie podría decir que ha destacado en los ámbitos de la administración pública, de la actividad parlamentaria o de la política partidista. ¿Por qué se convenció de que la única salida digna para ella era renunciar a su partido y volverse candidata independiente? ¿No había opciones responsables y sensatas dentro de su partido? ¿No habría sido más congruente con su biografía y su ideario? Contribuir a la reelección del PRI no parece la más satisfactoria de las jubilaciones.

Si algo muestra el arranque de Margarita Zavala es el extravío histórico del PAN. Acción Nacional ha dejado de ser una institución que se cuida a sí misma como parte del patrimonio democrático de México, una institución que sabe dialogar y que puede procesar sus diferencias, una institución que piensa en el mediano plazo. Anaya y Zavala creen que no hay más horizonte que el año que entra. Anaya y Zavala coinciden en que no hay más batalla que la suya. Por el 2018, Anaya y Zavala han estado dispuestos a quemar al PAN. Anaya lo ha entregado a una coalición que desnaturaliza a Acción Nacional. El Frente corrompe al PAN porque transfiere sus órganos internos al cálculo de las maquinaciones cupulares. El Frente corrompe al PAN porque decreta una emergencia que cancela la deliberación interna y anula su pluralismo. El Frente declara la minoría de edad del PAN convirtiendo a su dirigente en tutor. Acción Nacional se entregó a las sobras de un partido moribundo y a un partido local. La renuncia al PAN de su candidata más popular no será la consecuencia más grave de este alquiler.

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Escrito en: Jesús Silva-Herzog

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