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La otra reconstrucción

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

La reconstrucción en 2017 es muy distinta a la de 1985. Y en esta fase, como en el rescate, destaca la gran desconfianza entre el pueblo movilizado y el gobierno que privilegia a las inmobiliarias y al sector privado de construcción, incluso transnacionales como Holcim y OHL.

De las muchas diferencias a la de '85, dice Leslie Serna -lideresa del movimiento urbano popular de la Ciudad de México surgido a raíz del terremoto de hace 32 años-, "veo dos que son clave, una conduce a la otra".

-La primera es que en 1985 los damnificados eran fundamentalmente inquilinos; pobres o de clase media, pero inquilinos. En las colonias pobres muy afectadas como la Guerrero, Tepito, Centro, Doctores, etcétera, se decretó una expropiación de cientos de vecindades en las que luego se construyó vivienda popular que se vendió a los damnificados a precios casi simbólicos. En Tlatelolco, la otra gran zona afectada, los damnificados eran inquilinos del gobierno, pues estos edificios estaban en una modalidad de propiedad en la que el Estado era el propietario. Se reconstruyó Tlatelolco y se vendió la vivienda a los damnificados, igualmente con créditos blandos. Los damnificados en 1985 terminaron siendo propietarios.

En 2017 -contrasta-, la mayor parte de los damnificados ya son propietarios, además están asentados en zonas de clase media o alta, con la excepción de Xochimilco.

Y aquí viene la segunda diferencia: Las fabulosas condiciones de la reconstrucción en 1985 se lograron gracias a que nació una enorme y poderosa organización de damnificados, que para el día 27 de septiembre ya había realizado una gran manifestación; en sólo unos días se gestó la organización de cada colonia, y luego la unión de colonias en la Coordinadora Única de Damnificados, la CUD. Nadie negoció por su cuenta. La negociación fue colectiva durante tres años. Y cayeron secretarios, el regente y los delegados. Y se firmó un Convenio de Concertación que establecía las reglas de la reconstrucción. Y la CUD logró 80 mil viviendas nuevas o reconstruidas, siempre actuando en colectivo. Y los damnificados no se sintieron solos; vivieron la experiencia de forma colectiva.

-Todo parece indicar que en 2017 el gobierno espera que cada vecino lo enfrente solo. La negociación colectiva siempre le estorba al poder. Ojalá que algo suceda y los damnificados se coordinen de alguna manera, aunque la clase media no tiene mucha experiencia en la acción colectiva.

-Si yo no perdí nada la he pasado mal estos días, no imagino lo que cada familia esté viviendo en su soledad, sin saber a quién acudir, a quién preguntar, sin saber dónde van a vivir, si podrán recuperar su patrimonio, sin saber qué es lo que les espera.

Y esa es también la otra reconstrucción, la del alma.

Innumerables iniciativas populares surgen, entre ellas la plataforma cívica Epicentro para vigilar los recursos de reconstrucción tras los sismos; 30 organizaciones sociales, empresariales y académicas. La red #Verificado19s, surgida en el marco de la contingencia -más de 500 personas-, continúa labores en estados siniestrados y evalúa siguientes acciones en la capital de la República, donde se reactiva la Plataforma Mexicana por el Derecho a la Ciudad y en Defensa del Territorio con siete organizaciones no gubernamentales. Y en asambleas, damnificados deciden que las inmobiliarias paguen los daños en múltiples barrios y colonias. Pero no basta; la mayoría de la población siniestrada sufre abandono, discriminación y desolación en la Zona Cero, subrayada en la parte rural, hacia Xochimilco, Milpa Alta y pueblos vecinos.

En la Sierra Norte de Puebla, organizaciones civiles y educativas encabezadas por las cooperativas Tosepan Titataniske y acompañamiento de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla lanzan la iniciativa Tamakepalis y convocan a formar un fondo económico para edificación de viviendas provisionales de bambú mientras se reconstruye, con participación de comunidades y familias afectadas.

En Oaxaca, asociaciones civiles forman el Concejo Regional por la Reconstitución de Nuestros Pueblos del Istmo de Tehuantepec. Aun así, el abandono de pueblos devastados por el sismo del 7 de septiembre y lluvias intensas es la tónica.

En la costa de Chiapas y en Morelos, zonas de epicentros, organizaciones y comunidades campesinas e indígenas toman con sus manos la reconstrucción con gran dificultad, fuera del manejo político-electoral.

Los sismos exhiben la gran desigualdad.

@kardenche

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Escrito en: Yo Río Libre

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