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Palabras por la muerte de Álvaro Matute

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ISMAEL LARES

Dedicó parte de sus esfuerzos a coordinar proyectos editoriales para diferentes instituciones. Quizá una de las más emblemáticas haya sido la que estuvo a cargo de Daniel Cosío Villegas para El Colegio de México.

Por Ismael Lares

Álvaro Matute murió hace un par de semanas. Este acontecimiento implica una pérdida incuantificable para el conocimiento de la historia en México.

Matute Aguirre fue uno de los principales estudiosos y promotores —junto con Evelia Trejo, su esposa— de la historiografía en nuestro país.

Preparé algunos comentarios acerca del perfil de Álvaro Matute Aguirre, a quien tuve el honor de conocer brevemente mientras cursaba un seminario bajo su tutela.

El doctor Matute cursó estudios en el arte de Clío después de haber probado suerte en Ciencias Políticas, disciplina que no llamó su atención. Su formación como escudriñador del pasado fue muy importante; un entorno con base literaria devino en motivo para que se entusiasmara con los libros.

Uno de sus profesores fue don Edmundo O’Gorman, quien se convertiría en su mentor a lo largo de su recorrido académico.

Las cátedras de Filosofía de la Historia y Seminario de Historiografía fueron fundamentales en su preparación. En ambas materias el responsable era don Edmundo. Pero el autor de La invención de América no sería el único maestro cercano a Matute. También estableció lazos con Josefina Zoraida Vázquez y Juan Ortega y Medina, entre otros. No obstante, en una entrevista que fuera publicada en una revista de Historia Regional y Local, comentaba que Ernesto de la Torre habría sido clave en su decisión de convertirse en historiador.

Sobre sus primeras aportaciones al estudio de los mexicanos ayeres sabemos que éstas fueron acerca de La sucesión presidencial en 1920, su tema de Maestría y, posteriormente, Las dificultades del nuevo Estado 1917-1920, la investigación del Doctorado.

Sin embargo, sus pasos iniciales en la disciplina de los archivos como fuentes de conocimiento habrían sido una ponderación de Giambattista Vico y su Ciencia Nueva, además del estudio formal de la actividad historiográfica de Lorenzo Boturini.

Dedicó parte de sus esfuerzos a coordinar proyectos editoriales para diferentes instituciones. Quizá una de las más emblemáticas haya sido la que estuvo a cargo de Daniel Cosío Villegas para El Colegio de México. No obstante, la antología que, sin duda, marcó su singladura sería La teoría de la historia en México 1940-1973. Este título recupera la tradición teórica como elemento fundamental, sobre todo por los sustentos analíticos heredados de José Gaos.

Profesor e investigador, don Álvaro formó a un amplio número de estudiantes de Historia en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Su trayectoria estuvo encaminada a reflexionar de manera rigurosa acerca de las transformaciones del relato nacional. No por nada fue ingresado a la Academia Mexicana de la Historia.

En fin, la contribución del doctor Matute es extensa, cuantiosa; habría que dedicar más páginas al tema. En esta breve columna de opinión trazamos apenas un leve esbozo de este personaje que será recordado como editor, escritor, historiador e investigador, conversador de largo aliento, pero, sobre todo, estupendo profesor y persona de gran generosidad. Celebro pues la obra que nos lega don Álvaro Matute Aguirre.

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