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Con espejitos

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MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Una educación sólida que brinde elementos para identificar los principales problemas de una sociedad, sus causas y posibles alternativas de solución, es requisito indispensable para una auténtica democracia. La carencia de una formación de tal naturaleza sólo puede derivar en simulaciones y manipulaciones perversas de los distintos grupos de poder, que utilizan a los ciudadanos como instrumentos para satisfacer sus intenciones perversas.

Como es de esperarse, los sectores sociales de mayor vulnerabilidad son los más susceptibles para ser utilizados por quienes ansían el poder; lo mismo aquellos que "ofrecen pescado" como aquellos que dicen "enseñan a pescar". Ninguno en el fondo desea que el electorado forme su propio juicio y, por eso, ninguno le procura una auténtica educación (aunque todos aseguren lo contrario).

El triunfo electoral a través del voto depositado en las urnas fomenta la cultura del exitismo entre los principales actores políticos: lo que importa es ganar sin prestar atención en la manera. En eso, hasta los que se anuncian como diferentes resultan muy similares. Por eso, más allá de las posturas clientelarmente convenientes, ninguna fuerza política en México ha presentado una verdadera propuesta educativa y menos todavía, la ha puesto en marcha. En todo caso, algunos, apuestan de manera ferviente al adoctrinamiento que es todo lo opuesto a una verdadera educación.

Partidos políticos y candidatos, aspiran a que la gente repita como autómatas lo que ellos les dicen. Pocos son los políticos que realmente dedican tiempo para escuchar a los ciudadanos. Muchos juegan a que les ponen atención, sin embargo, lo hacen sólo como una estratagema más para imponer su propia visión y ganar poder. Pero les da pavor la idea de que, ya educados, los ciudadanos opten por una alternativa que no sean ellos.

En las circunstancias actuales, todo voto en contra pueden atribuirlo a la ignorancia: "si no vota por mí, es que no sabe lo que le conviene". Sin embargo, con una ciudadanía profundamente formada para la democracia sus verdaderos defectos aparecerían; ya no podrían acusar a otros de manipular ni de realizar compra de votos.

Por eso, en el fondo, prefieren que la educación que recibe la gente sea deficiente y carente de herramientas para el empoderamiento ciudadano: es más fácil tener un ejército de zombis que gente libre que no se pone a su servicio ni al de ningún otro político o partido. Nos conquistaron con espejitos y cuentas de vidrio. Para muchos, esa sigue siendo la única estrategia válida en la carrera de ganar el poder.

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