Es verdad, siempre ha habido corrupción. La corrupción siempre ha existido. Lo que en realidad ha cambiado, y radicalmente, es la percepción que tenemos de ella y la tolerancia que hasta ahora le hemos prodigado.
La lucha contra la corrupción se ha colocado en la agenda de las batallas en nuestras sociedades. Los adversarios en este juego no son difusos, se trata de los representantes del aparato administrativo en turno, por un lado, y por otro los representantes de los pocos grupos organizados de la sociedad que han decidido ir un milímetro más allá de los temas ordinarios.
Escándalos federales mayúsculos, gobernadores fuera de órbita que se dedicaron a esquilmar los presupuestos estatales y un sinfín de tranzas cotidianas, también descomunales, de los gobiernos municipales, han atizado el hartazgo infinito contra la corrupción.
La impunidad es el enemigo a vencer. En el país no hay instituciones suficientemente fuertes para hacer valer la ley, para hacer que los conflictos se resuelvan en el marco de la ley.
Alexis de Tocqueville en "La Democracia en América" al analizar las causas del óptimo funcionamiento de la democracia en Estados Unidos, concluye que es precisamente el impecable sistema judicial lo que la posibilita. Los jueces castigan a quien lo merece, porque violar la ley y las instituciones de la democracia tiene consecuencias que indefectiblemente se pagan.
Celebramos que grupos e iniciativas de la sociedad civil organizada de Coahuila hayan convocado a los 25 diputados electos que integrarán la sexagésima primera legislatura de Coahuila para establecer una agenda anticorrupción. Por lo pronto PRI y aliados no respondieron al llamado, PAN y aliados sí asistieron a la convocatoria.
Es urgente generar nuevas formas de relación en la sociedad, algo así como parlamento abierto, que intente, en la medida de sus posibilidades, reducir la distancia estructural inherente a la democracia representativa, que existe entre representantes y representados. Buscar diálogos vigorosos en un marco de respeto a la diversidad de opiniones y sacar adelante los intereses, tanto de las minorías en desventaja, como de la sociedad en su conjunto.
Se tiene que poner en la mesa de discusión el tema de la lucha anticorrupción, mediante una agenda consensada de inicio y debidamente cronometrada para su ejecución. Hace falta hacer una revisión exhaustiva del marco legal que hasta la fecha existe, con la finalidad de plantear su renovación, si fuera el caso, adaptación, modificación, estructuración y armonía interna, para establecer un verdadero sistema legal que haga la función de candado sólido.
Ningún actor por sí mismo puede lograr la movilización de la sociedad en su conjunto, las alianzas estratégicas son imprescindibles, pero en el marco del caciquismo primitivo en que hemos vivido durante décadas, no hay experiencia en ese campo, ni en muchos otros. Bienvenidas las iniciativas presentes.
