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Keynes: sumo sacerdote de la macroeconomía

FRANCISCO JAIME

Hablar de John Maynard Keynes, economista británico nacido en Cambridge en 1883, es hablar del más grande economista del Siglo XX, de una de las mentes más brillantes de su tiempo, del creador de frases llenas de sabiduría como esta: "El problema de la humanidad consiste en combinar tres cosas: eficiencia económica, justicia social y libertad individual", o esta otra: "A largo plazo todos estaremos muertos". P.A. Samuelson -el gran economista estadounidense Premio Nobel- lo llamó el santo patrón de la macroeconomía, y enfatiza que todo el análisis de la macroeconomía debe comenzar con Keynes. Nos recuerda además que Keynes fue un genio polifacético que logró renombre en el campo de las matemáticas, la filosofía y la literatura. A pesar de eso, todavía encontró tiempo para dirigir una gran compañía de seguros, asesorar al tesoro británico, ayudar a gobernar el Banco de Inglaterra, dirigir una revista de economía mundialmente famosa, coleccionar obras de arte moderno y libros raros, poner en marcha un teatro de repertorio y casarse con una destacada bailarina rusa. Fue además, un inversionista que supo ganar dinero especulando astutamente, tanto para sí mismo como para el King's College de Cambridge, en el que enseñaba.

En términos generales, se considera a Adam Smith el fundador de la microeconomía, rama de la economía que estudia la conducta de entidades individuales como los mercados, las empresas y los hogares. La otra rama de esta disciplina es la macroeconomía que se ocupa del funcionamiento general de la economía. Lo anterior es importante, ya que la macroeconomía no existió en su forma moderna hasta 1936, año en que Keynes publicó su revolucionaria obra "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero". Es bien conocido que cuando Keynes escribía la Teoría General, le confió a un amigo: "Estoy convencido de estar escribiendo un libro de teoría económica que revolucionará en los próximos diez años la forma de pensar de la gente acerca de los problemas económicos".

Keynes, afirma O.Blanchard, académico del MIT, estaba en lo correcto: en el momento de publicar su libro, la Gran Depresión era no solo una catástrofe económica, sino un fracaso intelectual para los economistas que trabajaban entonces en la teoría de los ciclos económicos -como se le llamaba entonces a la macroeconomía. Pocos economistas tenían una explicación coherente para la Depresión, ya sea por su profundidad o por su duración. Las medidas tomadas por el gobierno de F.D. Roosevelt a través de su política económica del Nuevo Trato, se habían basado en el instinto más que en la teoría económica. Continúa Blanchard anotando que, la Teoría General ofreció una correcta interpretación de los hechos, un marco intelectual y un claro argumento para la intervención gubernamental. Finalmente, la Teoría General fue más que un tratado para economistas. Ofreció claras implicaciones políticas acordes con su tiempo. Esperar que la economía se recuperara por sí misma fue irresponsable. En medio de una depresión, tratar de balancear el presupuesto del gobierno, fue no solo estúpido, sino peligroso. Un uso activo de la política fiscal fue esencial para que el país recuperara los altos niveles de empleo.

Analizar con cierta profundidad la vida y obra de este gran economista, requeriría mayor espacio. La biografía de lord Keynes, escrita por R.F. Harrod y publicada en México por el Fondo de Cultura Económica, es para mí la mejor, la más confiable y erudita a la vez. Al incursionar en ella podemos conocer los variadísimos intereses de aquel hombre admirablemente dotado: genio de la economía, Profesor de Cambridge, hombre de negocios que

Supo distribuir su tiempo como pocos. Es una obra imprescindible para los economistas, y también para todos aquellos interesados en la historia económica.

A partir de 1936, la palabra "keynesiano" se convirtió en sinónimo de respaldo a una política intervencionista del gobierno para compensar la tendencia de la economía a caer en episodios de depresión e inflación. Hasta mediados de la década de 1960, los keynesianos dominaban la macroeconomía, pero en los años posteriores la Contrarrevolución Monetarista ha ganado muchos simpatizantes con la idea- que parcialmente vuelve a la ortodoxia pre keynesiana- de que la economía privada tiene fuerzas autocorrectivas que han sido subestimadas, y que la intervención gubernamental puede causar más daño que beneficios. Para Samuelson, aunque la macroeconomía ha avanzado mucho desde sus primeras ideas, las cuestiones que abordó Keynes siguen definiendo hoy el estudio de la macroeconomía. Keynes murió en 1946 a la edad de sesenta y dos años, reconocido por lo que fue, el más grande economista de su tiempo, opacado -tal vez- sólo por Adam Smith dentro de los economistas más influyentes de todos los tiempos.

(Economista)

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