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ENFOQUE

LOS PRIMEROS TURISTAS LA OFRENDA DE XÓCHITL

RAUL MUÑOZ DE LEON

La historia con humor

Llamado "Filósofo de la Alegría". Fue un prolífico, divertido y ameno periodista y escritor que, además, incursionó con éxito en el campo de la diplomacia mexicana.

En 1940, a los 18 años, marchó a Nueva Orleáns para hacerse cargo de la edición de la Revista South. Regresa a México y se incorpora al servicio diplomático, desempeñándose como Vicecónsul en Londres, en 1942; luego con el mismo cargo es trasladado a Beiruth, en 1943; finalmente en España, en donde aparece su primer libro "El Arca de José".

Marco A. Almazán es autor de por lo menos quince libros, todos ellos escritos con humorismo que reflejan, por otra parte, el amplio y atinado conocimiento que tiene de nuestra historia, empleando la narrativa como método y, como instrumento, el carácter festivo que le imprime a cada una de sus obras.

Desde el simple título de sus libros se advierte el humorismo que caracteriza a este autor: El Arca de José, 1960; Claroscuro, 1967; Episodios Nacionales en Salsa Verde, 1972; El Rediezcubrimiento de México, 1972; El Cañón de Largo Alcance, 1973; Cien Años de Humedad, 1974; Sufragio en Efectivo; No Devolución, 1976; La Vuelta al Mundo con Ochenta Tías, 1976; El Zoológico de Almazán, 1976; Café, Coñac y Puro, 1980; Píldoras y Anticonceptistas, 1980; Humorismo en Do, Re, Mi, Fa para Piano y Orquesta, 1982; Real y Verdadera Historia de los Inventos, 1983; Sigue la Mata Dando, 1989; Eva en Camisón, 1990.

El Libro de las comedias; El Libro de las tragedias; Pitos y flautas; Don Baldomero murió virgen; Los unos vistos por los otros; Los gormondios de Marfesia; La dicha que el gallo tiene; Tras las gafas de Almazán; Pepeneo; Multidiccionario de mujeres célebres, son los títulos de otros tantos de sus trabajos, que se suman a: Artículos Memorables, Las cuentas de tía Eduwiges, Mi apartado postal y Tango con acompañamiento de mariachis

Almazán fue gente del pueblo; nace en Mixcoac, barrio típico de la Ciudad de México, el 22 de enero de 1922; por eso retrata magistralmente por medio de la palabra escrita, hechos, personajes, situaciones agradables unas, desagradables otras, pero de manera chusca y sarcástica; satiriza las costumbres de la sociedad mexicana, española, inglesa o cualquier otra que pueda considerarse digna de parodiarse y merezca el análisis y la crítica.

"Es verdad que el sentido del humor del mexicano es muy especial, y que en nada o muy poco se parece al británico, al francés o al norteamericano. Por afinidad racial y parentesco del idioma, al que más se asemeja es al español o al cubano. Sin embargo, el humorismo mexicano tiene profundas raíces indígenas de socarronería, de fatalismo y hasta de amargura, que le dan un tinte especial. El personaje de Pito Pérez, inmortalizado por don Rubén Romero, borrachín y andrajoso, vago y maldiciente, pero profundamente humano, desprendido y hasta filosófico, es el prototipo del humor mexicano. El humor mexicano, sutil y certero, surge espontáneamente del pueblo al hacer referencia a su propia pobreza (a la que muy gráficamente llama "brujez"), al grado de que la simple mención del Monte de Piedad provoca risas; al hacer alusión a sus gobernantes venales, a los políticos sinvergüenzas, a su deficiente sistema de transporte, al policía mordelón y a tantas otras calamidades que nos afligen. ¿Qué hubiera sido del mexicano sin su innato sentido del humor?", dice el licenciado Hernán Rodríguez Cicero, al referirse al contenido humorístico de la obra de Almazán.

De la pródiga y rica producción literaria de Marco A. Almazán, he seleccionado caprichosamente uno de sus libros, "Episodios Nacionales en Salsa Verde", para asomarnos al sentido humorístico con el que trata este autor acontecimientos esenciales de nuestra historia, quitándoles el carácter rígido y solemne conque los presenta la historia oficial. Almazán, quien fallece en la Ciudad de Mérida el 23 de noviembre de 1991, escribe para hacernos reír, gozar de la lectura y conocer otro aspecto de los episodios que le han dado vida a nuestro desarrollo histórico, desde sus orígenes hasta el México que hoy tenemos.

El libro aborda el tema y dividiéndolo en los siguientes capítulos: Época Precortesiana, La Conquista, La Colonia, La Independencia, Primer Imperio, La República, Segundo Imperio, El Porfiriato, La Revolución y Era Cósmica. Las etapas fundamentales de la historia patria. Cada uno de estos capítulos tiene subtemas. Por ejemplo; los de la Época Precortesiana son: Los primeros turistas, La leyenda de Quetzalcóatl, La ofrenda de Xóchitl y La fundación de Tenochtitlan. He aquí una breve muestra descriptiva de dos de estos subtemas:

"Fue hacia el año 25,000 antes de Cristo que los habitantes de Ulan Bulak -un floreciente estado que se extendía a orillas del lago Baikal, entre Mongolia y Siberia- empezaron a interesarse en los viajes al extranjero, especialmente cuando las compañías de transportes decidieron ofrecer excursiones mediante un corto enganche y cómodos abonos mensuales".

"En las losas que servían de periódicos, aparecían grandes e incitantes anuncios desplegados: "Viaje ahora y pague dentro de dos milenios", "Sacúdase el complejo de no conocer los continentes surgidos durante el Pliocenio", "El oriente le espera con los volcanes abiertos". . .Para los ciudadanos de Ulan Bulak, el oriente -como habrá adivinado el sagaz lector- era nada menos que América: un hemisferio virgen, libre de "smog", de embotellamiento de tránsito, de manifestantes, de centrales obreras, de falsificadores de títulos agrarios, de radios de transistores, de telenovelas, de oficinas gubernamentales. En fin, una delicia de continente".

"No es de extrañar, por lo tanto, que la familia de los Ul Mec, una de las más antiguas y respetables de Ulan Balak, decidiera empeñar hasta el último pedernal para inscribirse en una de estas excursiones; los atraía principalmente la llamada "Vacaciones en Patagonia", que por un módico pago inicial y letras hasta el final de la época cuaternaria, ofrecía un fantástico recorrido a todo lo largo del nuevo continente, desde el helado estrecho de Behring (que en aquellos tiempos no era estrecho, sino lo suficientemente ancho para que pudieran pasar por él los grupos turísticos), hasta los imponentes picachos de la Tierra del Fuego, en el extremo meridional del hemisferio. . . " "La familia Ul Mec estaba integrada por papá, mamá, una abuelita, doce hijos, una tía solterona y dos parientes arrimados. Todos ellos eran muy unidos entre sí, todos tenían marcados rasgos mongólicos, y todos se caracterizaban por ser muy impuntuales. Desde el día de la salida, llegaron a la agencia de viajes con dos horas de retraso. . . "

"Tecpancaltzin, rey de Tula, se encontraba revisando el presupuesto de Luz y Sonido para las pirámides de Teotihuacán cuando su secretario particular, el licenciado Chalchihuite, le comunicó por "interphone" que el noble Papantzin solicitaba audiencia.

-Dile que venga mañana, porque ahorita estoy en acuerdo.

-Muy bien, señor. Sólo que. . .

-¿sólo que qué? -gruñó el rey de mal humor.

-Sólo que dice que mañana no podrá venir con la señorita Xóchitl, pues tiene canasta en casa de los Huehuepopoca.

El monarca saltó de su asiento.

-¡Ah, caray! ¿Qué viene con su hija?

-Sí, señor.

Entonces diles que pasen como de rayo. . .

Era la tal Xóchitl una real hembra de ojos de obsidiana y cuerpo de tentación, que le hubiera dado escalofríos al mismísimo Quetzalcóatl. En marcaban el bello óvalo de su rostro un par de trenzas endrinas, que caían desfallecidas sobre las turgencias de un pecho rabiosamente oprimido por el huipil albo y descotado. La enagua, o cuéyetl -que ella había convertido en minicuéyetl- dejaba al descubierto una generosa porción de muslo color de canela, a cuya vista el rey Tecpancaltzin tartamudeaba y sufría taquicardias.

El noble Papatzin hizo una profunda reverencia y pidió venia para entrar al real aposento.

-Pasa güero -dijo el monarca-. ¿Qué buenos ventarrones te traen por aquí? ¿Dónde está tu hijita Xóchitl?

-Señor, se ha quedado en la antesala.

-Dile que pase, pues allá hace chiflón.

Sólo esperaba vuestra real licencia.

Papantzin hizo una seña y Xóchitl apareció en toda su deslumbrante belleza, con una jícara en las manos y una mirada de picardía que le enchinó el cuerpo a Tecpancaltzin.

-Majestad. . .- sonrió la guapa haciendo la máxima genuflexión que le permitía su faldita entallada. . .".

Los anteriores fragmentos del capítulo Era Precortesiana de "Episodios Nacionales en Salsa Verde", cuya lectura se recomienda, permiten asentar que el sentido del humor no es signo de pueril frivolidad, sino prueba de madurez intelectual, sobre todo en el aspecto de poder reírse de sí mismo, sentencia categórico Almazán.

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