Reacción. Miles de ciudadanos en la capital lograron salir a tiempo y en orden de sus casas, mientras el sismo del pasado jueves sacudía gran parte del territorio nacional.
La memoria también tiene sus réplicas y el sismo del pasado jueves por la noche revivió en los habitantes de la Ciudad de México el recuerdo de aquel terremoto ocurrido la mañana del 19 de septiembre de 1985, que devastó la capital del país.
Sin saber todavía la magnitud del temblor, la gente comenzó a comparar la intensidad de uno y otro. "Es tan fuerte como el del 85", decía la gente en las calles, esperando que aparecieron las peores noticias en las pantallas de sus celulares, a través de las redes sociales.
Pero esta vez no sucedió así. Por fortuna. Pese a los daños reportados en estructuras de escuelas y edificios, la caída de vidrios y algunos incidentes menores, esta vez la Ciudad de México aguantó de pie. Tembló todita, pero permaneció firme.
Sorprende, pero no extraña. Durante más de tres décadas, desde aquel terremoto del 19 de septiembre, esta ciudad sabe de su vulnerabilidad frente a los movimientos de la tierra, que de tanto en tanto la sacuden y le recuerdan aquellas horas eternas y frágiles de un jueves por la mañana, cuando miles de capitalinos quedaron enterrados entre escombros.
La ciudad nunca fue la misma. La gente se organizó, exigió, se movilizó y logró cambios: en las leyes de construcción, vivienda y protección civil. De allí en adelante, la ciudad trepitó y junto con el sismo vino el derrumbe progresivo de un régimen político que, ese sí, ya olvidamos.
Más difícil es dejar atrás el recuerdo de las tragedias. Aun cuando un tercio de la población de esta capital no había nacido entonces. Para los jóvenes menores de 30 años, el temblor del 85 es anécdota que revive tras los constantes sismos que ocurren en esta capital, donde la solidaridad también despierta, discreta, cuando el miedo es colectivo. Como la noche del pasado jueves. Es verdad que hubo llantos, crisis nerviosas, desesperación por los segundos eternos que lo movían todo bajo los pies. Pero también es cierto que los chilangos hemos aprendido: "¡No corro, no grito, no empujo!" La instrucción suena a consigna en la cabeza de cada uno. Aunque parece que las piernas se mandan por cuenta propia y aceleran el paso al bajar una escalera o buscar un refugio a cielo abierto.
Ahora, sin embargo, hay ventajas de la tecnología: la alerta sísmica que esta vez avisó con tiempo suficiente para que la gente abandonara casas y edificios. Algunos soslayaron la alarma, pues un día antes, por un "error humano", se había activado. Pero pronto se dieron cuenta del error, al sentir los primeros quiebres de la tierra, las chispas que salieron de transformadores, el vaivén de los edificios y monumentos como el Ángel de la Independencia.
Con teléfono en mano, todavía con el movimiento bajo los pies, los vecinos que se agruparon en las calles comenzaron a compartir las primeras noticias de las redes sociales: "¡Fue más fuerte que el del 85!" "El epicentro ocurrió en Chiapas…".
Apenas concluyó el sismo, se multiplicaron las luces de los teléfonos celulares que marcaban hacia algún punto de la ciudad. "¿Están bien?" Sí, en esta ocasión, al menos en la Ciudad de México, todos estamos bien.
'Se tarda más y no la contamos'
Arturo Ortiz ha vivido los temblores más fuertes de la Ciudad de México como el de 1957 cuando se cayó el Ángel de la Independencia y los sismos devastadores de 1985, por lo que ante el terremoto del 7 de septiembre pasado, afirma que estuvimos "a punto de no contarla".
Don Arturo vive en la unidad habitacional Vicente Guerrero, en la delegación Iztapalapa, donde pasó el sismo de 8.2 grados la noche del jueves. Mientras sus hijos le gritaban para bajar lo más rápido posible del edificio que habita, él trató de mantener la calma, cargó a su perro y tratando de mantener el equilibrio descendió del edificio rumbo a la calle. "Primero empezó leve, luego se sintió muy fuerte, de un lado a otro y hubo crujidos de paredes y vidrios", comentó el señor Ortiz, quien trabaja como taxista, y apuntó que las diferencias con el temblor del 85 fueron la duración y la combinación de movimientos oscilatorios y trepidatorios. "Éste sismo (del 7 de septiembre pasado) duró un minuto más o menos y el otro fue de unos tres o cuatro, también se sintió de arriba a abajo. Fue fuerte, pero si se tarda como el del 85 muchos no la hubiéramos contado ahora", describió Arturo.
"Ahora la calle es mi domicilio
Sebastiana Aguilar, de 57 años, sacó de su ropero un cilindro de agua con el logotipo de Peña, cuando era candidato.
Se fue a la bulla para aprovechar la visita del Presidente y llevarlo a su casa para que atestiguara los daños por el sismo. Cuando tuvo a Peña enfrente agitó su cilindro. "Voté por usted", le sonrió. Pero el Presidente ya urgía por llegar al centro devastado, y se fue.
"Dios mío, Dios mío, por qué me pasa esto", gritó la señora.
La vecina de la Octava Sección de Juchitán Indicó que pretendió que Peña visitará su casa porque tendrá que ser destruida en su totalidad. "Ya no voy a poder vivir aquí, ahora la calle es mi domicilio", lamentó la afectada con lágrimas. Peña llegó al centro de Juchitán, donde más de 200 militares limpiaron escombro a mano limpia del Palacio Municipal y el Mercado.
El Presidente subió entre ladrillos amontonados, para lanzar un mensaje de apoyo a los juchitecos, todavía impactados por el sismo. (Reforma).
