¿Por qué vivimos con tantas leyes?
Sabemos que las leyes son necesarias para establecer de manera armónica las reglas de convivencia entre las personas en una sociedad, pero ¿por qué hoy vivimos con un sinfín de leyes que desconocemos? ¿Por qué nos resulta complejo salir de un laberinto legislativo para conocer con claridad nuestros derechos y deberes?
Somos parte de una sociedad hostil, individualista, egoísta, materialista y con un descarado apetito de consumo y endeudamiento. Pertenecemos a una sociedad en donde prevalece la necesidad de aventajar siempre a los demás con la idea de un crecimiento económico infinito, esto ha ocasionado la pérdida de la confianza no sólo en la autoridad, sino también entre nosotros mismos, cuando la confianza es pilar de cualquier civilización.
Esta falta de confianza ha ocasionado el empobrecimiento de las relaciones humanas en todos sus aspectos, por lo tanto, la ética de la confianza está siendo remplazada por textos legales y el sistema de administración de justicia, pero, sabe usted estimado lector, que las leyes jamás podrán sustituir los beneficios de la confianza en las relaciones humanas. Nunca una ley podrá prever toda la conducta humana. Nos hemos degradado como sociedad.
¿Cuáles son las consecuencias de todo esto?, tensión social, corrupción, impunidad, una estremecedora violencia sin precedentes y una mediocracia social, pero, además, con el gran inconveniente de que el sistema de administración de justicia mexicano está fracturado, pues no tiene la capacidad para satisfacer las necesidades sociales que exige este nuevo escenario, pues hoy ejercer un derecho ante un tribunal se vuelve misión imposible para el ciudadano común.
Un día escuché vitorear a un legislador diciendo que él pertenecía a una legislatura de vanguardia que había aprobado más leyes que cualquier otra en la historia, sentí pena por él ¡cuánta ignorancia!, creyendo que con el mayor número de leyes se demuestra la eficiencia, pero también sentí pena por mí al saber de la clase de legisladores que me representan. Hay un abismo cada vez más profundo entre los gobernantes y los gobernados. Hoy los políticos hacen “política barata” justificando su trabajo proponiendo y haciendo leyes, la gran mayoría de ellas con falta de técnica, sin sentido ni justificación social. La ley se ha convertido en un medio perverso de la política.
El tema no es sólo responsabilidad del gobierno, aunque el buen juez por su casa empieza, el asunto es de todos. Como sociedad debemos asumir el compromiso de recuperar, lo antes posible, la confianza en las relaciones humanas, pues todos seguiremos siendo vecinos, porque no hay otro lugar a donde ir y no hay más remedio que el tolerarnos los unos a los otros y vivir juntos lo mejor posible, de lo contrario habitaremos una sociedad cada vez más deshumanizada donde se acrecentarán los sentimientos de ira, humillación, rencor, envidia e injusticia con sus efectos colaterales no deseados.
Fernando Antonio Cárdenas González
Torreón, Coahuila.
