Después de meses de estudio y análisis, por fin el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se pusieron de acuerdo para dar a conocer las estadísticas para medir la pobreza y la desigualdad.
De esta manera, se dio a conocer la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2016 que muestra cambios para encontrar mejores formas de medición de ambos fenómenos. En adición, el Inegi desarrolló un modelo estadístico con el cual se pueden comparar sus encuestas desde 2008. La realidad que se refleja son las enormes brechas entre ricos y pobres en el país y la tarea aún por hacer de la política social, para lograr una reducción significativa de las carencias sociales.
Así, se encontró que los hogares con mayores ingresos perciben casi 21 veces más que aquéllos que se encuentran en la tabla más baja de percepciones.
El decil de mexicanos que obtiene mayores ingresos registró un promedio trimestral de 168 mil 855 pesos; es decir, el equivalente mil 876 pesos diarios.
En contraste, aquéllos con menores percepciones registraron un promedio de 8 mil 166 pesos por trimestre o sea, 91 pesos diarios.
Si se observa la fuente ingresos, se obtiene que más de 64% del ingreso en los hogares proviene de empleos, casi 16% de transferencias - pensiones, remesas o becas, entre otras-, poco más de 13% de renta de vivienda y el restante por renta de propiedad y por otros conceptos. Esto es consistente con los análisis de descomposición de la desigualdad por fuente de ingreso, ya que si bien no es el factor más desigualmente distribuido, el peso del factor trabajo es el que contribuye más a su explicación. Consecuentemente, las políticas laborales son importantes para cualquier abatimiento deseado de inequidad.
Las familias en las áreas urbanas perciben el doble de ingreso que las rurales, y a medida que el ingreso disminuye (el ingreso mensual de una familia pobre urbana es menos de 3 mil pesos mensuales, frente a más de 56 mil pesos de las más ricas), el gasto destinado a alimentos tiene mayor peso en el total.
Cabe resaltar que el gasto de las áreas urbanas representa 87% del total nacional y supera en 6.6 veces el de las áreas rurales.
Las familias mexicanas destinan, en promedio, casi 35% de sus ingresos a comprar alimentos, bebidas y tabaco, en tanto que el gasto en salud es bajo, apenas 2.7%. La proporción de gasto cambia de acuerdo a la entidad federativa que se trate.
El estado que registra un mayor gasto promedio es la Ciudad de México, con 43 mil 843 pesos trimestrales, seguido de Nuevo León y Baja California, con 35 mil 847 pesos y 34 mil 964, respectivamente. Mientras que los estados con menor ingreso fueron Guerrero, Oaxaca y Chiapas, con 18 mil 844 pesos, 17 mil 991pesos y 16 mil 171, respectivamente (éste último casi con 40% menos que el gasto trimestral promedio en la CDMX).
En 2016, 53.4 millones de mexicanos eran pobres; esto es 1.9 millones menos que en 2014, pero 100 mil personas más que en 2012. El Estado de México sigue siendo la entidad que mayor número de pobres (8.2 millones de personas), en tanto Colima es la entidad con menor número de pobres (248 mil). En materia de pobreza extrema, las cifras son más alentadoras, ya que se registraron 9.4 millones en esta categoría en 2016, frente a los 11.5 millones prevalecientes en 2012.
En resumen, los datos de desigualdad y pobreza representan grandes desafíos para el México que deseamos. La desigualdad en la distribución del ingreso es elevada, medida por el Coeficiente de Gini es de .45 (en una escala de 0 a 1) y sería peor si no fuera por las transferencias.
Ocho de cada diez mexicanos son pobres o tienen una alta probabilidad de serlo, lo que quiere decir que sólo una quinta parte no son pobres y no corren el riesgo de serlo. No cabe duda que el récord distribucional en México es una asignatura pendiente.
Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac México
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