Sacrificio y riesgo, diferencias básicas entre un ganador y un perdedor. Sacrificio, pues quien desea un lugar en la Historia rechaza seducciones terrenales. Riesgo, porque nada hay que garantice control y confort, debe jugársela. Enrique Peña Nieto se tambalea entre el ganador y el perdedor.
Hay una obsesión que puede impedir el tránsito de EPN al merecido reconocimiento que los hechos le acreditan: el primer Fiscal General de la República. Los logros son muchos, pero la sombra de la Fiscalía provoca la sensación de que México camina entre tinieblas, que vivimos en el gran engaño. Homicidios dolosos son la mácula del Quinto Informe y para explicarla el presidente acudió a la deficiencia de los cuerpos de seguridad locales. Tiene razón, son la mayor grieta del edificio institucional. Pero el escenario general es muy alentador. Por primera ocasión se habló de desarrollo pleno. Histórico. Reducción de la pobreza en varias dimensiones, desplome de las carencias sociales, agua, luz, drenaje, servicios médicos; la posibilidad de cerrar el expediente de la pobreza extrema ya en el horizonte de una década; un crecimiento bajo, pero sostenido en un entorno muy difícil; creación de empleos en niveles históricos, en parte resultado del programa de formalización, que no deja de ser muy relevante.
Mortalidad materna e infantil a la baja; denuncias de tortura en declive; vivienda con mejoras substanciales, otra etapa. Pero su sombra lo persigue. Educación, gran reforma, arrojada implementación: nómina en orden, evaluación generalizada, profesionalización imparable, escuelas de tiempo completo, escuelas al 100, muchos logros. Pero ahí está la sombra, la sospecha, todos los logros opacados: es un pillo, nos estafa, nos tima, cómo creerle. ¿Pero y los datos? De nada sirven frente a un México instalado en la post verdad que medra de la sombra. La educación media ascendió más de lo esperado, nos encaminamos al 100%, la superior avanzó significativamente, las becas de posgrado con buenas cifras; la educación bilingüe empieza a ser una realidad, la educación de calidad ya tiene método. Sí, pero nos quiere imponer al primer Fiscal violando la autonomía real, por lo tanto, es un mentiroso y todo lo anterior se desmorona.
Pero y qué decir de las finanzas públicas, la deuda que subió empieza a bajar, los ingresos tributarios son un éxito, dejamos la droga petrolera sin demasiado dolor, increíble; y las finanzas del IMSS y las de PEMEX dieron un vuelco; por primera ocasión en muchos años logramos un superávit fiscal, notable. Sí, pero nos engaña al imponer a un amigo que, más allá de lo profesional, no da garantías de independencia política y personal, le cuidará las espaldas. Ya lo hicieron con la "Casa Blanca". La designación del Fiscal demuestra que no juega derecho. Pero cómo es posible que el artífice de las mayores reformas de fondo del último cuarto de siglo, incluido el Sistema Nacional Anticorrupción, sea tan insensible frente al tema. Si nada teme debería dar el paso. O no es insensibilidad. La imposición no está a la altura de la nueva institución, hija del período.
Teme, todo es una farsa, el Informe también. Por qué creerle si nos engaña con ostentación. Pero el record de inversión extranjera directa no es subjetivo, tampoco la reforma energética rebosante de éxitos. Pero allí la lógica se invierte: qué tanto será el miedo que está dispuesto a enterrar sus múltiples cosechas con tal de no tener un dolor de cabeza transexenal. Nueve años de un Fiscal a modo son suficientes para calmar las aguas. Pero Peña Nieto podría pasar a la historia como uno de los presidentes más modernizadores. Sí, pero pasará por sus maniobras de encubrimiento. Entonces su corrupción y la de su grupo debe ser mayúscula. No lo sabemos, pero actúa como si lo fuera. El escepticismo ahoga a México y abona a la amenaza retrograda. Qué absurdo.
Cómo creerle si está defendiendo a capa y espada a otro cuate para la Fiscalía. O acaso es necio, no verdad. Cómo explicar que el mismo habilísimo político que logró la candidatura sin un presidente priísta, el mismo que cocinó las grandes reformas estructurales que ya dan frutos, llega al último capítulo de su novela presidencial empecinado en cavar su tumba. No hace sentido, o quizá sí, lo hace porque está hundido en fango, esa es la deducción lógica de quien sacrifica el triunfo sustentable por una derrota anunciada. Cervantes será Fiscal, pero la legitimidad nunca la obtendrá.
Lo más grave es que el episodio ha conducido a muchos mexicanos a dudar de todo, ahí, en las tinieblas, el sendero se desdibuja, campo fértil para desconocer la clara y alentadora evolución de México que hoy padece delirios por una fiebre de descreimiento generalizado.
Ni los hechos pueden doblegar al poder de la sombra que podría enterrar a EPN y confundir al país.
