El V Informe de Gobierno marca el inicio del cierre de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, y el momento que se vive hoy contrasta con aquellos primeros meses del sexenio en los que las aguas por las que navegaba la fragata presidencial eran mucho más tranquilas, al menos en apariencia. El priista logró sobreponerse a las dudas surgidas durante su campaña sobre su capacidad y probidad y en una jugada maestra pudo sentar a la mesa a los entonces tres partidos más grandes para firmar un pacto que le permitió en dos años sacar adelante las postergadas reformas estructurales. Pero no sólo eso. El inusitado ánimo de cordialidad política alcanzó también para que el primer tercio de la administración transcurriera prácticamente sin sobresaltos ni críticas de la oposición, salvo las de Andrés Manuel López Obrador, que por aquellos días comenzó a formar su propio partido, Morena. El tema de la inseguridad pasó, de la noche a la mañana, a segundo orden y de la corrupción muy poco se hablaba.
Pero la realidad terminó por imponerse al guión presidencial y desde la desaparición y seguramente homicidio de 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero se sucedió una serie de escándalos que exhibieron la escasa capacidad de respuesta de Los Pinos y, sobre todo, pudieron los puntos sobre las íes ahí donde menos lo deseaba la presidencia de la República: la violencia del crimen organizado y la corrupción política. Hoy, a la espera de que las reformas comiencen a rendir los frutos deseados, lo cual puede tardar incluso años, la administración de Peña Nieto se enfrenta a un cierre marcado por la baja aprobación ciudadana, el aumento de la desconfianza de la sociedad, el incremento de la inseguridad, el creciente reclamo por la corrupción que impera en el país y el recrudecimiento de la lucha por el poder, traducido en una crisis legislativa sin precedentes en esta administración. Del Pacto por México en el Congreso de la Unión se pasó a la crispación que impidió instalar la mesa directiva de la Cámara de Diputados, por lo que el presidente envió a un funcionario de segundo nivel a entregar su V Informe al Poder Legislativo.
Resulta sintomático que precisamente sea en los temas de seguridad y corrupción en donde más se está atorando el diálogo entre los poderes y dentro de los mismos. El mando único, la ley de seguridad interior y la revisión de sistema de justicia penal acusatorio son tres debates pendientes para lo que resta del sexenio y por ahora no se ve cómo puedan salir adelante debido a que el proceso electoral ya está a la vuelta de la esquina y, como siempre ocurre en este país, las elecciones terminan por contaminar cualquier discusión política por más urgente y necesaria que sea. En el caso de la aplicación del Sistema Nacional Anticorrupción, la gran apuesta para enfrentar este costoso flagelo, el desencuentro se centra en la intención del gobierno de la República y del PRI de permitir que Raúl Cervantes, actual titular de la PGR, se convierta en el primer Fiscal General de la Nación, algo que es considerado aberrante por quienes ven que la estrecha cercanía, fundamentalmente los partidos de oposición y activistas de la sociedad civil, de Cervantes con el grupo en el poder redundará en una débil autonomía del nuevo organismo y la cancelación de las potencialidades del sistema.
Mientras el reloj sigue corriendo, los pendientes se le agolpan al presidente Peña Nieto. Si bien es cierto que de acuerdo con los últimos datos disponibles la pobreza ha disminuido en comparación con hace dos años, además de que no se ha logrado despojar a los programas sociales del manto clientelar que históricamente los ha cubierto. En el renglón económico, sobresale el mejoramiento de las expectativas de crecimiento del PIB y la estabilización del tipo de cambio, pero la cada vez más probable modificación en detrimento de México del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos se posa como una sombra sobre el futuro de la economía mexicana, a la par que se advierte que el endeudamiento público roza ya el 50 por ciento del PIB, bajo en comparación con los países industrializados pero alarmante en referencia al inicio del sexenio. En el plano social, llama la atención el rezago que se evidencia en el sistema de salud con servicios cada vez más deficientes y desbasto acuciado de insumos y equipo, y el riesgo inminente del cierre de la válvula de escape social de la migración hacia Estados Unidos y la posibilidad del retorno de cientos de miles de paisanos.
No puede dejar de ser paradójico que mientras Peña Nieto en su mensaje por el informe de gobierno del sábado alerta del riesgo de volver al pasado con modelos ya fracasados, en una clara alusión a Andrés Manuel López Obrador, aspirante presidencial por tercera vez, ahora con Morena, sus fallas y omisiones en los problemas arriba descrito se estén convirtiendo en el mejor acicate para que la mayoría del electorado hoy, según las encuestas, crea que ha llegado la hora del político tabasqueño. ¿Hasta qué punto los errores del actual presidente están pavimentando el camino a López Obrador? La respuesta pudiera darse en junio de 2018, por hoy nada está definido aún.
