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Los Pinos por el Estado

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Si la administración se hubiera constituido en gobierno, de algún modo se justificaría ver a su partido jugarse el resto y echar mano de triquiñuelas, finas o burdas, para intentar conservar en la residencia de Los Pinos a uno de los suyos o a uno prestado. Pero no fue así, no hubo gobierno. Entonces, sin presente dominado ni futuro por conquistar, el priismo practica un absurdo: el presidencialismo sin Presidente, el Cid sin montura ni armadura intentando, sin vida, orientarse en el campo de batalla.

En la ilusión de ver en la figura alicaída al héroe que no fue, el priismo ignora dónde está parado. El socavón, el hundimiento de su posibilidad política provocada por la corrupción, la impunidad y la pusilanimidad. Grita desde el fondo de la oquedad y niega escuchar su propio eco, jura oír loas y voces rogándole adquirir a perpetuidad el caserón de Los Pinos, sin importar el precio.

Perdido el sentido de realidad, el priismo confunde las cosas y, entonces, por qué rayos no va a echar al Estado por la ventana.

***

Al priismo le gana la tentación de nombrar nuevo Fiscal General de la Nación al viejo Procurador General de la República, sobre todo, si amarra el apoyo de los senadores calderonistas empriizados, antónimos y amigos de los priistas empanizados.

Si hay presidencialismo sin Presidente, por qué no un fiscal sin fiscalía, sobre todo, si éste garantiza impunidad. Que disculpen los desaparecidos y los ejecutados, los espiados y los amenazados, los secuestrados y los levantados, los extorsionados y los damnificados por la corrupción y los saqueos, pero no es esta la hora de ensayar una nueva estructura de justicia, sobre todo, si ésta puede volverse en contra de sus creadores. A quién se le ocurre. Es hora de cubrirse las espaldas y, si se puede, de sacar el pecho.

Ya luego se verá qué hacer. Por lo pronto cámbiense la fachada, el nombre, el logo y la papelería de la Procuraduría, asegurándose que todo siga igual.

Al priismo le encanta reformar leyes, no modificar conductas.

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Al priismo se le olvida esta cuestión de la soberanía y, entonces, frente a los tuitazos y discursos de Donald Trump sólo atina a activar la artillería ligera de los comunicados de prensa y ver qué se puede hacer.

El hombre del zacate en la cabeza le pega a México por la migración, la criminalidad, la violencia, el tráfico de drogas y, por si algo faltara, el comercio. En respuesta, la administración le lanza una advertencia: de iniciar el procedimiento de retiro de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio, México se levanta de la mesa. Pues, ni modo de quedarse sentados cuando ya no hay qué negociar. Pero eso sí, no echa mano -como señala Jorge Castañeda- de las otras fichas con las que cuenta. Si Trump quiere meter toda la relación con México en un mismo costal, adelante. Si no hay acuerdo en el área comercial, por qué cooperar en los campos donde los dos países están inexorablemente involucrados.

Desde luego, acá se habla de una negociación integral, pero no se ve acción al respecto. En el reciente viaje a Washington sólo acudieron los secretarios de Relaciones Exteriores y Economía, pero no el de Gobernación que lleva las cuestiones de migración y seguridad. ¿Es que, en medio del juego por la nominación del candidato, más vale no darle alas a Miguel Ángel Osorio Chong? ¿Vale más el asunto electoral, que el estatal? ¿O es que la unidad nacional no cuenta en temporada preelectoral?

***

En medio de la confusión, tampoco queda claro por qué el priismo abrió los candados de la postulación del candidato si, luego, ordenó cerrarlos vía un emisario que suplantó al dirigente del partido. ¿Se abrió el palenque para, antes de echar los gallos al redondel, desplumar a algunos?

Y, en esa tesitura, otros datos curiosos. Si la idea tricolor es postular a su abanderado hasta finales de año, no queda claro por qué apresurar la pasarela en el Senado. La fracción parlamentaria tricolor hizo de la casa de los padres de la patria, el salón de usos múltiples del PRI, y de sus senadores, la claque destinada a echar a andar el aplausómetro. Si el deseo era ampliar el margen de maniobra y el mando del Ejecutivo postergando el mayor tiempo posible el destape, pues confundieron el freno con el acelerador.

Ahora, los secretarios de Estado, aspirantes a la postulación, hacen de la política pública a su cargo, bandera de propaganda. La inseguridad, los feminicidios, la salud, la educación, las finanzas son vehículo de promoción personal, aunque, claro, todos juran no estar distrayéndose ni un instante de su función. Lo más chistoso es cuando piden no politizar los asuntos públicos en cartera, siendo ellos los primeros en hacerlo. Qué cosa.

¿Estará ya listo el programa que antecede al candidato o ya enterraron también a la Fundación Luis Donaldo Colosio?

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Asimismo, resulta graciosa la contradicción de abrir los candados de la candidatura para acercarse a la ciudadanía, siendo que a ésta le dan un portazo cada vez que intenta algo.

Portazo al fiscal general, autónomo e independiente; portazo al sistema nacional anticorrupción, más de una vez reclamado; portazo al sistema de justicia penal acusatorio; portazo a los lineamientos que frenaban el uso personal y autopromocional de la propaganda oficial; portazo a la reestructuración de las policías; portazo a quien intente cuestionar desde la crítica activa al régimen...

El priismo abre la puerta a la ciudadanía, nomás para tomar vuelo a la hora de darle el portazo en las narices. Es comprensible, entienden por ciudadano al político disciplinado que sabe ponerse no importa qué camiseta partidista, al derecho y al revés.

***

Inquieta que el priismo confunda un funeral con una fiesta, ojalá Gerardo Ruiz Esparza los rescate a tiempo del socavón donde se encuentran.

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