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Guerra de taxis/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Los monopolios no surgen de una tendencia de la economía capitalista sino de la intervención gubernamental”.

Ludwig von Mises

La guerra de los taxis en Los Cabos parece haber llegado a su fin, por lo menos de manera temporal. Hace unos días se dio a conocer una “tregua” entre los taxistas concesionados por los municipios y los transportistas que con permisos federales dan servicio a hoteles y empresas turísticas. Pero el conflicto nos revela una vez más los costos del sistema corporativista para nuestro país.

El pasado enero un grupo de taxistas municipales de San José del Cabo y Cabo San Lucas empezó a bloquear distintos hoteles. Cuando salían transportes, les cerraban el paso y bajaban a los pasajeros. Los asustados turistas debían caminar o pagar nuevamente un pasaje a un taxi municipal. En algunos casos los transportistas se veían obligados a cubrir un “rescate” para continuar el trayecto con sus pasajeros.

Los hoteleros de Los Cabos protestaron vigorosamente ante las autoridades estatales y exigieron que se aplicara la Ley y se permitiera el libre tránsito. Según ellos, el entonces gobernador Leonel Cota Montaño -quien hoy ha pedido licencia para buscar la presidencia nacional del PRD- se negó a intervenir para no perder el apoyo de los sindicatos de taxistas en vísperas de las elecciones de Baja California Sur del seis de febrero.

Los bloqueos de hoteles, sin embargo, continuaron en las semanas subsecuentes. Finalmente el encargado del despacho del gobernador, Víctor M. Lizárraga Peraza, anunció una “tregua”.

El meollo del asunto, sin embargo, no se ha resuelto. Los taxistas municipales mantienen que los transportistas federales no tienen derecho a mover pasajeros entre los hoteles y puntos diversos de Los Cabos. Deben limitarse, según ellos, a llevar turistas del aeropuerto a los hoteles y de regreso.

Los bloqueos de taxis afectaron la afluencia de turistas a Los Cabos. Ante la amenaza de violencia en contra de sus clientes, algunos operadores turísticos prefirieron cancelar viajes o buscar otros destinos. La situación, sin duda, se habría agravado si se hubieran registrado actos de violencia física entre los dos grupos.

Pero los transportistas federales no respondieron con la fuerza a las amenazas, los bloqueos y la baja forzada de pasajeros.

En una entrevista que realicé con Cota Montaño hace un par de semanas éste me dijo que el problema lo había generado el Gobierno Federal por dar demasiados permisos a transportes turísticos federales. Lo que yo he encontrado, sin embargo, es que los municipios, controlados por perredistas -surgidos originalmente del PRI-, ven las concesiones de taxis como instrumentos corporativistas.

Así, entregan las concesiones a grupos de allegados políticos que se benefician económicamente de una escasez artificial. El Gobierno Federal, en cambio, considera que el servicio de transporte debe promoverse para beneficio de los usuarios y por eso es más liberal en el otorgamiento de permisos.

Quizá por la mayor competencia, o por el hecho de que tienen que satisfacer a un mercado más exigente, los vehículos de los transportistas federales se encuentran en una categoría distinta a los de los taxistas.

Las camionetas de los primeros son nuevas y vienen equipadas con todas las comodidades. Las de los taxistas son viejas, sucias y contaminantes. Por eso los turistas y los operadores de grupos prefieren a los transportistas federales.

Hay otras razones también. El director de un importante hotel me dice que los transportistas cuentan con seguros que cubren una responsabilidad civil adecuada en caso de accidente. Los taxistas o carecen de seguro o el que tienen es insuficiente.

Lo que más ayudaría a la actividad turística y a toda la comunidad, por supuesto, sería una apertura real del mercado de transporte que entregara concesiones de taxis a quienes lo solicitaran y cumplieran con los requisitos. Esto los haría competir en precio y calidad.

El actual sistema corporativista ha generado un servicio caro, malo y discriminador. Un viaje promedio en taxi cuesta en Los Cabos 250 pesos. Pero además hay que ser turista para conseguirlo. Un cabense bajito y moreno me dice que cuando él quiere tomar un taxi para ir a su casa los choferes se niegan a llevarlo. Sólo les interesa llevar a turistas, no a mexicanos.

Es claro que la situación del transporte de taxis en Los Cabos no es única en el país. Pero nos muestra una vez más cómo el corporativismo apoya injustamente a unos cuantos... y en cambio le cobra una fuerte factura a la sociedad.

¿CORRELIGIONARIOS?

¿Analizan realmente los diputados del PRI una reforma energética? Manlio Fabio Beltrones dice que sí y Emilio Chuayffet que no. Parecería que los dos diputados pertenecen a partidos o a legislaturas distintas.

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