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Hacia una movilidad inteligente

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Hace algunos años escribí en esta misma columna sobre los impactos que tuvo la construcción de la "joroba extendida" en el bulevar Miguel Alemán en su cruce con el bulevar González de la Vega, en Gómez Palacio. Recuerdo que señalé entonces el encerramiento de la colonia Valle del Nazas y la destrucción del espacio abierto que conectaba la salida de la colonia con centros y plazas comerciales, con la plaza de la Torre Eiffel, el Centro de Convenciones Francisco Zarco, el Teatro Alvarado y el emblemático Acueducto que fue derrumbado. Ahora sólo se ven las azoteas desde arriba y los horripilantes y oscuros callejones que se forman en las filas de pilares, desde abajo.

La obra se realizó con el propósito de mejorar la movilidad motorizada, evitando los eventuales "cuellos de botella" que se formaban por el paso del ferrocarril. Pero el pésimo diseño vial de la obra, no sólo afectó la movilidad no motorizada, ausencia de banquetas o banquetas para equilibristas, y por supuesto la carencia de carriles para bicis, también se afectó la salida y llegada de camiones de una embotelladora de refrescos y agua, que ahora, ante el encerramiento mencionado, sólo utilizan la calle principal de la colonia Valle del Nazas, la Tlahualilo. Ahora mismo, esta calle se ha convertido en un "paso de trenes" diario formado por tractores con doble semirremolque. Terrible cosa: tráfico industrial intenso por una calle de tráfico residencial, con todos los riesgos que esto implica.

La construcción de jorobas o puentes sobre bulevares y periféricos es cada vez más común en toda la zona metropolitana. Son cambios que han cambiado la estructura morfológica y funcional de nuestras ciudades, y son consecuencia tanto del crecimiento urbano como del número de automóviles. Estos cambios, permiten el acceso o traslado, a cualquier parte de la periferia regional en relativamente poco tiempo. Aunque para ello, se tenga que correr a altas velocidades. No obstante, por momentos esto parece ser un despropósito ya que la congestión vehicular no se resuelve, por el contrario se agrava.

Hasta ahora, todo parece indicar que por lo menos en los siguientes diez años, quizá más, se continuará con el enfoque de las vías rápidas y las jorobas. No lo sabemos con certeza, a lo mejor de pronto nos cae el veinte y nos damos cuenta que esta tendencia convencional de movilidad, que promueve la alta velocidad y que excluye a otras formas de movilidad, está estrechamente relacionada con las muertes y lesiones por "hechos de tránsito", con graves implicaciones sociales y económicas.

Frente a dicha tendencia, existe otra que promueve nuevas formas inteligentes de movilidad como el transporte urbano de bajo consumo energético, el mejoramiento de las banquetas para beneficio de los peatones y la construcción de carriles para bicicletas, con la clara intención de moderar el uso del automóvil.

Este nuevo paradigma de la movilidad, incluye un diseño vial que pretende planear e implementar estrategias que brinden espacios seguros mediante mejora de intersecciones, calles completas y pacificación del tránsito.

Cuando se habla de calles completas, se hace referencia a un ordenamiento del espacio de la calle, es un espacio vial donde cabemos todos: peatones, ciclistas, transporte público y automovilistas. En algunas calles del DF por ejemplo, se aprecia una banqueta amplia y cómoda por donde se pueden caminar distancias cortas, enseguida un carril de bicicleta amplio indicado claramente con separadores físicos y señalética, luego aparecen tres carriles para automóviles y al final se aprecia el carril del metrobús, esto es una calle completa que es mucho más segura que las calles incompletas. El Implan de Torreón tiene un proyecto de calle completa al norte de la ciudad, que vale la pena visitar y/o conocer los resultados que hasta hoy hayan obtenido.

Por otro lado, la incorporación del metrobús en Torreón, será o mejor dicho creará condiciones para desarrollar proyectos de calles completas.

Estas son las dos tendencias que están ahí y que deberán analizarse por los encargados de los gobiernos junto a la sociedad civil para promover los cambios, mientras tanto, en forma paralela se deberán implementar programas dirigidos al público en general para desarrollar la condición sine qua non, necesaria y fundamental para que las cosas funcionen: la toma de conciencia y la apropiación de una nueva cultura de la movilidad. Sin duda, un gran desafío.

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