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LA COLUMNA DEL PERRO

M.V.Z. MIGUEL DÁVILA DÁVILA

¿COMPAÑEROS A ULTRANZA?

A los noventa años de edad sufrir una fractura, es un accidente de mucha gravedad.

"Cejas" un schnauzer, aquella mañana resbaló por una escalera cuesta abajo y con catorce años de edad, que en un perro equivale aproximadamente a un siglo en un humano, era un asunto muy serio, ya no se pudo levantar. Con débiles aullidos pidió ayuda a su amo, el cual llegó en su auxilio caminando muy despacito, porque es una persona de la tercera edad, lo tomó en sus brazos y lo acostó suavemente en su tapete.

Los ojos inexpresivos del "Cejas", debido a que sufría ceguera desde dos años atrás, le impidieron transmitirle a su dueño el dolor que el sentía, así como el miedo y desconcierto ante el accidente. Y aunque el perro conocía muy bien toda la casa, el orden de las cosas, las habitaciones y cualquier objeto que estuviera en el piso, ya que por orden de su amo no se movía nada para que su fiel perro no chocara con las cosas, aquel día no pudo evitar el encuentro con su destino.

La escalera tan útil en la casa para los jóvenes y ágiles, se convierte en el terror de los adultos mayores cada vez que éstos tienen que utilizarla. Y así como nuestro cuerpo nos hace malas jugadas y de repente nos falla, igual pasa con la memoria y en esta ocasión la mente de "Cejas", aquella mañana en un olvido momentáneo no calculó la ubicación de la escalera, perdió apoyo y rodó cuesta abajo.

Acudí a su casa después de su llamado y después de examinarlo, le sugerí que lo mejor era ponerle una inyección para que ya no estuviera sufriendo. Para quitarle todos los dolores para siempre, no había otra cosa que pudiera hacerse, de común acuerdo me llevé a "Cejas" en su tapete para no lastimarlo al trasladarlo a la veterinaria, pues su dueño no quería ver el proceso de la eutanasia.

Su amo se quedó solo, recordando el día que su esposa llegó con el cachorrito a su casa, recordó también cuando lo llevaban al campo, y cuando el perro se subía a la cama para despertarlos, vino también a su memoria la mirada de angustia del “Cejas” al ya no encontrar a su ama, cuando él recién enviudó. Después yo pasé a visitarlo, y me dijo que tenía una duda, pero que le daba pena expresarla… pregunté, le dije, si en algo puedo ayudarlo lo haré con gusto y el haciendo una pausa me dijo ¿usted cree que los perros nos van acompañar en la otra vida? Le contesté de inmediato, yo prefiero pensar que sí. Y ahora para terminar una gota de filosofía: NO TE PUEDES QUEDAR LLORANDO TU DOLOR O SÓLO PRESUMIENDO ÉXITOS DEL PASADO PORQUE HASTA AHÍ LLEGARÍAS.

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