La sabiduría de los hombres del campo ha sido proverbial derivada de la observación de la naturaleza, el comportamiento de los animales, podían predecir el inicio de lluvias y con ello planear el trabajo de preparación de tierras para la siembra. Durante el proceso de crecimiento y desarrollo de las plantas y a través del trabajo diario, se daban cuenta cuando una mala yerba empezaba a crecer al lado de la planta buena y de inmediato iniciaba el trabajo de "desahije"; es decir, arrancar la mala desde la raíz para preservar la buena y conseguir abundante cosecha. Claro que el trabajo invitaba a madrugar, tomar el azadón y proceder por el bien de la cosecha, a vigilar durante todo el proceso de desarrollo de la planta que no lo entorpecieran estas malas yerbas. Arrancar de raíz resuelve el problema, pero si sólo se destronca, fortalece la yerba y el problema. Guardadas todas las proporciones, esto es lo que no hemos hecho como ciudadanos, como sociedad toda. Para donde dirijamos la mirada encontramos la mala yerba, el problema, pero no hemos tomado el azadón ni hecho el esfuerzo siquiera mínimo para ubicar y desahijarla. El trabajo diario es fundamental para que cuando esta mala yerba está todavía tierna, se pueda sacar de raíz de manera fácil. Es cierto que los problemas nos agobian, que el dinero nos falta, que las actividades diarias consumen casi todo nuestro tiempo y que por ello tenemos derecho al descanso, al igual que los hombres del campo, pero a diferencia de aquellos, en aquellos tiempos, no hacíamos el trabajo diario de observación y desahije, y las consecuencias las tenemos a la vista: abuso de poder, ineficiencia, corrupción e impunidad de quienes nos representan y gobiernan. Al no haber trabajo diario ni desahije, no sólo creció, sino proliferó la mala yerba. Pemex se convirtió en una cueva de ladrones y director que llegaba, hacía su bolsita de ahorro junto con la bolsota del líder del sindicato; ha servido de caja al gobierno y sus dirigentes para cualquier necesidad: elecciones, compra de bienes en el extranjero, saqueo sistemático en forma de red de corrupción, y obvio, ocultamiento de información con amparos ganados y todo. Como ejemplo caso Lozoya - Odebrecht, cofradía de gobernadores que sin recato alguno han saqueado los recursos de todos nosotros y que también actúan como una red de saqueadores, que usan el poder para cumplir compromisos políticos y beneficios de grupo, a través de contratos a amigos y empresas fantasma, presidentes municipales que sin recato alguno controlan como estructura al Cabildo - máxima autoridad del municipio, al menos en la forma- y manejan de manera patrimonial el presupuesto al que todos aportamos vía impuestos, y que por ello con tinte autoritario han decidido cómo administrar los recursos, pero no cómo gobernar, directores de empresas paraestatales y municipales que atienden sus tareas de acuerdo a la instrucción de quien los coloca en el cargo. En fin, tal parece que todo obedece a los intereses personales de quienes gobiernan - ejecutivos, legislativos, judiciales- y no a las necesidades de desarrollo de la sociedad gobernada, que en teoría se da las reglas para este propósito. ¿Y de dónde deriva todo esto, se preguntará amable lector? De las reglas que tenemos que en su mayoría son buenas, pero ¿Por qué a pesar de que son buenas reglas, los resultados de su aplicación no lo son? Porque tenemos un entramado judicial que se vende al mejor postor, atiende a instrucción política y no a obligación procedimental, o por los huecos y omisiones de la Ley. Visto así, tenemos frente y contra nosotros un sistema de gobierno que resulta de este círculo vicioso donde a pesar de buenas leyes, gobernantes y representantes democráticamente electos, no se respetan las leyes o se diseñan a modo, la elección sólo sirve para legalizar a gobernantes todos, que cumplen sus objetivos personales, de grupo y de partido. La siguiente pregunta es ¿de dónde resultan todos ellos? La respuesta es simple: de los partidos políticos, que deben ser un espacio deliberativo, y que ahora mismo discuten cuál será la mejor forma y estrategia para ganar las elecciones del próximo año, si es a través de "Frentes Amplios", coaliciones, alianzas, y todos discuten qué deben hacer para ganar, pero ninguno de ellos toma en cuenta a la sociedad como actor importante, total que vote y ya. Si queremos mejorar el gobierno que nos damos, debemos hacer lo que aquellos sabios hombres del campo: estar pendientes del surgimiento de la mala yerba para sacarla de raíz. Para el caso, tenemos partidos políticos que abandonaron cualquier vestigio de ideología, principios, programas orientados al desarrollo de la sociedad y su futuro, y sin compromiso con la sociedad. Lo peor de todo ha sido la pérdida de democracia y pluralidad al interior de los mismos; se volvieron prácticos: objetivo, hacerse del poder para poder medrar. El medio, es el proceso electoral para legalizarlo a través de los ganadores. El ejemplo que tenemos a la mano es Coahuila: por instrucciones del gobernador se contrataron créditos, algunos con documentos falsos, el Congreso lo aprobó, y la deuda ilegal la legalizó; en esta legislatura - LX- da el golpe definitivo al aprobar leyes a modo, magistrados a modo y sólo falta el fiscal a modo para que el Sistema Estatal Anticorrupción sea el Sistema Estatal de Protección a la Corrupción. ¿Quiénes son actores de estas tres fases? (aprobación de la deuda, legalización de la deuda ilegal, descarrilamiento del Sistema Estatal Anticorrupción) Shamir Fernández, flamante notario público y Verónica Martínez, presidenta del PRI en el estado, y con aspiraciones a una diputación federal, seguramente. Estimado lector tenemos al menos identificadas 2 malas yerbas: los partidos políticos y los legisladores. Necesitamos observarlos diariamente y hacer el trabajo de desahije necesario. Claro que tenemos otras yerbas del mismo tipo, las veremos en otra ocasión. Si tienes interés por participar en esta tarea de desahije, acércate, en PC 29 te decimos cómo.
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