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El desorden al cierre

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Nuevamente la maldad se materializó. El atentando ruin y cobarde perpetrado en la populosa avenida de Las Ramblas en el mismo corazón de Barcelona, no es sino otra muestra que la naturaleza humana produce de vez en vez, seres torcidos capaces de realizar atrocidades como las que ayer se sufrieron en Cataluña.

Las Ramblas es un sitio obligado de visitar a todo aquel que tiene la fortuna de viajar a la joya catalana como lo es la ciudad de Barcelona, y los canallas que realizaron el asesinato tumultuoso lo saben, por lo que han cumplido su intención de granjearse una vez más el repudio internacional por sus actos.

Aparentemente el Estado Islámico, que no es otra cosa que un grupo radicalizado hasta la locura se ha atribuido la autoría del hecho. Al final esa organización sólo es una cofradía de asesinos materiales o potenciales, quienes han perdido por ello parte de su dignidad humana. Vale la pena hacer un silencio entonces por las víctimas inocentes de ayer, y hacer votos para que estos individuos irracionales ojalá llegasen a dejar el terrorismo como vehículo para propagar su ideología e intentar concretar sus deseos.

Sin embargo, y no obstante que lo sucedido en la bella capital Culé por supuesto que es lamentable, pero la vida no se detiene.Y si bien es cierto que este acto conmociona la atención mundial, también es cierto que la vida común de los laguneros como los demás continúa, y los problemas locales siguen aquí.

El caso de esta semana es la detección de que alrededor de 50 patrullas de Torreón sencillamente parecen estar olvidadas en distintos talleres. La notica surgió luego que el presidente de Consejo de Seguridad de Torreón, José Luis Flores Juárez declarara que hace alrededor de un mes, este parque vehicular se encontraba detenido en los propios sitios de reparación, sencillamente porque la tesorería municipal no liquida las cuentas que sus composturas generan.

A lo anterior, Javier Lechuga, excontralor municipal y ahora investido con el título de director de Egresos del Municipio, aceptó que si bien semanas atrás sí existían adeudos, a la fecha lo que a su dicho sucede, es que simplemente las patrullas están en reparación por el mantenimiento que por su intensivo uso demandan, pero además de ello en otros casos, la falta de refacciones es lo que ha generado que las unidades destinadas a seguridad estén fuera de circulación. Lechuga además precisa la cifra de patrullas que están en esta situación, señalando que son 46 en vez de 50. De éstas, 29 corresponden a unidades pertenecientes a la Dirección de Seguridad Pública Municipal, 13 a Vialidad Municipal (a Tránsito) y 4 camionetas son del Grupo de Armas Tácticas y Especiales ( Gates).

Al final, los desgloses como sean, son 46 vehículos que están fuera de servicio, así lo desestime Lechuga señalando que 13 de ellas son de Vialidad y 4 de Gates, como si éstas no fueran importantes. Habría que recordarle a Lechuga que en Torreón hoy se vive una crisis de accidentes donde se ven involucrados ciclistas y motociclistas (entre ellos los propios agentes de vialidad) que son lesionados o muertos por la imprudencia de muchos conductores que no respetan el reglamento. Tal vez esas 13 patrullas pudieron haber servido para evitar alguno de ellos (mera especulación de quien esto escribe) o podrían estar ahora evitándolos.

Más allá de la precisión hecha de que si las patrullas están retenidas por falta de pago o no, vale la pena especificar que es evidente que las finanzas municipales atraviesan su peor momento de la presente administración. O que una vez que el hoy gobernador electo, Miguel Riquelme, dejó la presidencia, la administración del municipio sencillamente se relajó y se ha convertido en un desastre absoluto, por decir lo menos, o tal vez en el cálculo político del actual grupo en el poder sabía que pasando el 4 de junio la insolvencia podría llegar sin afectarles.

Es un hecho que Javier Lechuga es un elemento que goza de las confianzas de Miguel Riquelme y ha sido colocado en ese puesto para el cierre del presente ayuntamiento, con lo que parece que los bonos del tesorero Enrique Mota han caído de la gracia del hoy gobernador electo, quien desea por obvias razones que el panista Jorge Zermeño reciba lo mejor posible una tesorería que por lo que demuestra en los hechos, está convertida en un verdadero desorden justo cuando quedan poco más de cuatro meses que concluya.

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