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Educación y bienestar

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Nuestra educación está diseñada en función de los beneficios individuales que reciben quienes se preparan. Se parte de la idea equivocada de que el bienestar general es la suma de todos los bienes individuales y ello no es así. Como lo hemos venido viviendo en México, colocar más nombres en la revista Forbes no significa que al país le va mejor. Pero, que no se me malinterprete, no estoy en contra de la riqueza; simplemente intento señalar que no es suficiente el enriquecimiento de un grupo para que haya prosperidad en una nación.

Sostengo que el ingrediente fundamental del bienestar generalizado es la presencia de una conciencia colectiva. Cuando nos damos cuenta de que el otro está allí a lado nuestro, compartiendo un destino similar, nuestras perspectivas de vida se transforman, mesurando el egoísmo. Hoy el mensaje central de la educación en México es: "prepárate para que te vaya bien en la vida" y no "para que nos vaya mejor a todos".

La educación se ha privatizado no tanto porque el negocio haya pasado a manos de particulares (y cuidado, que muchas instituciones que se dicen "públicas" son en realidad feudos de quienes se las han apropiado); lo ha hecho por la convicción de que el que se educa lo hace para sí, no para servir a los demás, y menos todavía, para sacar adelante a esa abstracción que llamamos "Patria".

No se trata, insisto, de no cobrar por el trabajo. Por el contrario, como lo señala la importante pérdida del poder adquisitivo de los mexicanos, la gente debería obtener más por lo que realiza. De lo que se sí se trata es de hacer eso que nos toca con gran generosidad, sin mezquindades, con la convicción de estar haciendo bien. Esto, por supuesto, incluye a quienes deciden emprender; porque la mejor manera de garantizar su éxito es contribuyendo a generar condiciones de prosperidad para todos.

Pero, eso contradice lo que se enseña en México de manera prioritaria: hay que competir; no, más importante, hay que borrar a los rivales; aniquilarlos; desaparecerlos hasta que no quede rastro de ellos. El éxito, particularmente el económico, es interpretado como signo de grandeza humana, cuando en más de una ocasión proviene de actos que destacan, por lo contrario, por su bajeza. Si no, pregúntele a Romero Deschamps o a tantos otros que se han sentado en una curul.

Hay personas en este México del presente que lo están pasando muy mal. Resulta que son la mayoría. A la clase política ya vimos que no les importan mucho. Los visitan, claro, cuando hay elecciones, pero el resto del tiempo los dejan sufrir en soledad. Y nosotros los "educados", ¿qué tan interesados estamos en ellos? ¿Hacemos algo más que quejarnos del PRI y de Peña?

Los egoístas nos educaron a ser todavía más egoístas… por suerte, la educación en México es un fiasco, ¿o no?

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