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EPN y el TLCAN de Trump

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Comenzará la primera ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el 16 de agosto en Washington y, a diferencia de Trump que enumeró 22 objetivos, el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) anunció el miércoles pasado 4 propósitos, que alertaron a organizaciones sociales y sectores productivos. Estados Unidos sigue marcando la agenda, el contenido y el ritmo de conversación. En tópicos de minería Canadá lleva la pauta.

El conjunto de prioridades que presenta la Secretaría de Economía (SE) agrupadas en cuatro ejes temáticos, apuntan, según la tecnocracia neoliberal, a "fortalecer la competitividad de América del Norte", "avanzar hacia un comercio regional inclusivo y responsable", "aprovechar las oportunidades de la economía del siglo XXI" y "promover la certidumbre del comercio y las inversiones en América del Norte".

Por el gobierno mexicano los responsables serán Kenneth Smith, jefe de negociación técnica, Salvador Behar, jefe de negociación adjunto, y Juan Carlos Baker, subsecretario de Comercio Exterior y responsable de coordinar el proceso, los tres vinculados a Washington.

En México, una convergencia de organizaciones y ciudadanos surge, sin embargo, para demandar transparencia, consultas, debates y estudios amplios sobre las implicaciones del TLCAN en vista de que, entre múltiples impactos a lo largo de 23 años, el tratado ha permitido el daño de transnacionales al ambiente; hay actuación descontrolada de empresas sobre la biodiversidad y la laxitud de la legislación les asegura que no serán molestadas, con altos estándares de protección.

El saldo no es menor: ríos contaminados, producción de desechos tóxicos, tierras devastadas por minería, aumento del parque automotor que colapsa ciudades y deforestación son algunos efectos ambientales del TLCAN, que continuarán si el gobierno de EPN no pone candados para frenar a las transnacionales que llegan al territorio.

México fue atractivo como socio comercial para Estados Unidos, entre otras cosas, por la mano de obra barata, campo abandonado y laxitud de la legislación ambiental. A la vuelta de 23 años de TLCAN México pierde por destrucción ambiental el equivalente a 7 % del producto interno bruto, y va en aumento ante la voracidad del poder corporativo sobre todo en petróleo, gas, agua, electricidad, madera, minerales.

Alertan las organizaciones sobre el carácter sumiso del gobierno de EPN ante Donald Trump en materia de libre comercio y recuerdan que el presidente Peña no se interpuso al "manotazo" que Trump dio el 23 de enero de 2017 al pulverizar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), siendo que el gobierno mexicano lo había firmado el 4 de febrero de 2016 en Auckland, Nueva Zelanda, junto a 12 países luego de ocho años de negociación.

La falta de transparencia sobre lo que preparan negociar los tres gobiernos preocupa. El temor es a que lo que perfilan rebaje, entre otros, los estándares ambientales ya de por sí mermados y que el gobierno de EPN presente a un México muy atractivo para las nuevas condiciones que pone Estados Unidos.

No es para menos. Los considerandos del eje temático de la SE, sobre "aprovechar las oportunidades de la economía del siglo XXI", dicen: "Mucho ha cambiado desde que el TLCAN entró en vigor hace 23 años. Por ejemplo, el panorama energético se transformó radicalmente, gracias al desarrollo de nuevas tecnologías. Hoy tenemos acceso a recursos, como el gas de lutitas (shale) y el petróleo de arenas bituminosas que, de la mano de la apertura de la industria energética mexicana, generan oportunidades de inversión y asociación, que permitirán fortalecer la integración y seguridad energéticas de América del Norte."

En seguida: "Asimismo, el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación ha impulsado la digitalización de la economía y el crecimiento del Internet de las Cosas detonando la expansión del comercio electrónico y el avance hacia una Cuarta Revolución Industrial en donde el sector manufacturero enfrenta nuevos retos, pero también cuenta con nuevas herramientas para impulsar su crecimiento."

Es decir, objetivos que Estados Unidos quiere alcanzar con el TLCAN renegociado en inversión, energía, ambiente; comercio de servicios, incluyendo telecomunicaciones y servicios financieros; comercio digital de bienes y servicios y flujos de datos transfronterizos.

El TLCAN de Donald Trump.

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