Pero su más recordada labor como apoderado fue dirigiendo la carrera del lagunero Arturo Gilio desde su etapa como novillero, haciendo una dupla que ganó trofeos en todos los rincones del país y convirtiéndose el joven espada en la gran revelación de la tauromaquia mexicana. (ESPECIAL)
De luto se encuentra la familia taurina de la Comarca Lagunera, luego de que el pasado lunes falleciera en esta ciudad el señor Marcelo Acosta Trejo, quien fuera un destacado novillero, brillante apoderado de matadores y ecuánime juez de plaza.
Nacido en esta ciudad el 19 de agosto de 1934, fue hijo de don José Salomé Acosta y doña Guadalupe Trejo, mostrando desde temprana edad su gusto y fascinación por la fiesta brava, al convertirse rápidamente en aficionado y asistiendo a cuanto festejo se presentaba en la región.
Llegado a la adolescencia, Marcelo comenzó a entrenar sus primeros quites y pases con capote y muleta, practicando en la Plaza de Toros Torreón junto a otros jóvenes laguneros que compartían el sueño de algún día poder convertirse en matadores.
Pronto alcanzó el grado de novillero y comenzó con su periplo que lo llevó desde la Plaza de Toros Torreón, hasta lejanos países como España y Portugal, donde lidió la mayoría de sus festejos, además de Guatemala, Venezuela e Islas Azores. Debutó en el escenario taurino más grande del mundo, la Monumental Plaza de Toros México, el 26 de mayo de 1963, alternando con Martín Sánchez “El Campa” y Enrique Aguilar.
Una vez retirado de los ruedos, Marcelo decidió iniciar la aventura como apoderado de toreros, destacando su labor al frente de las carreras del portugués Óscar Rosmano y del rejoneador Ramón Serrano, al cual llevó a tomar la alternativa.
Pero su más recordada labor como apoderado fue dirigiendo la carrera del lagunero Arturo Gilio desde su etapa como novillero, haciendo una dupla que ganó trofeos en todos los rincones del país y convirtiéndose el joven espada en la gran revelación de la tauromaquia mexicana.
