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La cartilla

Diálogo

YAMIL DARWICH

Empiezo por hacerle preguntas para luego escribirle mis puntos de vista:

¿Estamos ofreciendo libertad para los menores de 21 años?, o ¿estamos ejerciendo el libertinaje?

Cierto que los humanos buscamos la libertad como la única forma de vida, pero ésta debe ir acompañada de responsabilidad. Por cierto, las dos palabras describen las características previas para alcanzar la verdadera felicidad.

Sin embargo, ejercer la libertad requiere de la capacidad de definir lo bueno y malo para cada quien, sin afectar a los demás y no sólo al prójimo o próximo social.

La oportunidad de decidir en la cultura judeo-cristiana, es definida como el "libre albedrío", la libertad individual que requiere reflexión y elección consciente. Cuando no llenamos esos simples requisitos y actuamos según el campo de la gana, pasamos a definirnos como libertinos, aquellos que abusan de la libertad.

Desde luego que para ejercer la libertad de decisión debemos contar con una particularidad más: la madurez emocional, que se refiere a poseer una identidad desarrollada, saber quienes somos y que deseamos responsablemente para nuestras vidas; comprender -al menos suficientemente- nuestra vocación, tratando de atender nuestra escala valoral y sentimientos de respeto hacia nosotros mismos y los demás; ser congruentes, comprendiendo las diferencias entre razón y emoción, identificando metas, siendo independientes y asertivos.

Todo lo anterior es difícil encontrarlo en un adulto temprano y hasta en ancianos, imagine al adolescente que empieza a vivir y aprender todo lo que significa ser persona.

Hoy en día, los politiqueros -y nosotros que se los permitimos- están siendo libertinos con nuestros menores, a quienes les presentan, conforme a su vida cronológica, un concepto de la libertad equivocado; les ofrecen permisividad a cambio de su temprana simpatía política.

Sé que mi postura puede leerse como radical; le pido me permita fundamentar con un ejemplo para seguir dialogando:

Desde noviembre de 2016, se publicó la segunda edición de la Cartilla de Derechos Sexuales de Adolescentes y Jóvenes, a propuesta y promoción de la CNDH, que incluye todos los mayores a los 12 años de edad.

En ella, se enuncian derechos sin obligaciones; algunas moral y éticamente correctas, otras no tanto, olvidando aquello de "a todo derecho corresponde una obligación".

Le transcribo los derechos legalmente reconocidos: derecho a ejercer y disfrutar plenamente la sexualidad; decidir de forma libre, autónoma e informada sobre su cuerpo y sexualidad; decidir con quien relacionarse eróticamente y a manifestar públicamente sus afectos; derecho a la vida, integridad física, psicológica y sexual; decidir con quien relacionarse libre, afectiva y socialmente; a la vida; a la integridad física, psicológica y sexual; respeto a su privacidad e intimidad y se resguarde la información personal; decidir de manera libre e informada sobre su vida reproductiva; vivir libres de discriminación; derecho a la igualdad, información actualizada, veraz, completa, científica y laica; a la educación sexual y a la identidad sexual y reproductiva; derecho a la participación en las políticas públicas sobre sexualidad y reproducción.

Como puede apreciar, hay algunos derechos que son naturales e inobjetables, como el de la vida, la educación actualizada, la integridad psicofisiológica y social, la privacidad y el respeto a su identidad de género.

Desafortunadamente se aplican derechos que no tienen en contraparte obligaciones, caso de la supuesta libertad para decidir sobre su cuerpo y sexualidad, con quien relacionarse sexual, afectiva y socialmente; elegir cuando embarazarse -obviamente tener coitos- y participar en decisiones políticas.

Escrito en forma más llana y coloquial: sus chamacos pueden decidir si tienen o no coito, con quién o quienes, embarazarse o no, y a discutir con los expertos.

De costos morales, éticos y materiales no se reglamenta nada, salvo que si usted, como mayor con experiencia, único responsable de sus hijos, se opone: estará violando la ley.

Ahora le pido que retomemos los conceptos básicos de libertad, responsabilidad y felicidad y que conforme a ellos -como en un examen de fin de cursos- haga un análisis práctico de lo ordenado por la citada cartilla de derechos humanos.

Una vez analizado, le pido de respuestas a las siguientes interrogantes, yendo más allá de lo descrito como derechos:

¿Es justo para los menores: tomar y encarar las consecuencias de tan trascendentales decisiones?; ¿verdaderamente cree que los muchachos pueden ejercer con madurez tales libertades?, ¿quiénes encararán las consecuencias -inclusive materiales- de esas disposiciones: usted con sus hijos, el estado o ambos? ¿Cómo afectará tal cartilla a las formas de vida social y familiar?

La lucha por congraciarse con los grupos votantes es grande y grave es la irresponsabilidad del cómo buscan lograrlo, aún a costas de la calidad de vida social y salud integral de nuestras comunidades en el mediano plazo; al fin y al cabo, los que hoy proponen tales reglamentaciones, ya no estarán para responder por sus actos. ¿Qué le parece?

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