EL CAMINO HACIA EL ARTE
Los fines estéticos que propone el arte como fundamento de su razón de ser distan de coincidir en la teoría que usualmente se explica en contraste con la realidad que se experimenta. El principal punto de debate se concentra en la función práctica o utilitaria y aquella que refiere a su esencia estilística, el cruce de argumentos va desde objetos prehistóricos en los que se discute si el valor predominante que reside en ellos es mágico-religioso o el implicado en su proceso creativo, si bien es necesario comentar que la voluntad y propósito que puso el artesano o artista -otro gran tema a debate- en la creación de dicho objeto tiene mucho que ver en cuanto a esta resolución.
Sin embargo, existen muchos ejemplos de cómo el arte influye y se ve influido por aspectos sociales que repercuten en decisiones colectivas posteriores, algunos de ellos transgreden para evidenciar situaciones a favor o en contra de aspectos político-sociales, culturales o del mismo ámbito artístico. Hay quienes prefieren ser más propositivos ante esta escena, pero a fin de cuentas cumplen un rol de alzar la voz en la colectividad que no siempre escucha o que minimiza las contracorrientes o las minorías.
A nivel nacional el movimiento muralista representa un ejemplo clarísimo de la manera en que el arte se nutre y se vuelve nutricio para la sociedad, pero este conocido caso no es el único, una artista contemporánea retoma la acción social-comunitaria como parte fundamental del arte que produce, participa e invita a participar a los integrantes de la sociedad como instrumento de un arte colectivo.
Su nombre es Mónica Mayer, artista mexicana activa desde finales de los setentas hasta la actualidad es ampliamente conocida por sus aportaciones al feminismo en el país, sin embargo su trabajo trasciende hasta la colectividad de lo que significa ser humano.
Se dedica principalmente al performance, crítica de arte, gráfica y teoría del arte. Con respecto al performance en el cual involucra a comunidades a plasmar sus opiniones o creencias, refiere que parte de su complejidad es después introducirlas en un espacio museístico, ya que si se trata de hacer esto es como quedarse únicamente con los vestigios de la obra.
"El tendedero" (1978) es un proyecto realizado en varias ocasiones, en éste se encaran problemáticas de género desde una perspectiva amplia, la dinámica propuesta era completar la frase "Lo que más detesto de la ciudad es…" o "Las ventajas de ser mujer son" después de llenar una papeleta con ese texto se colgaban con pinzas de ropa sobre un mecate, cual tendero doméstico usado para secar ropa. Otra obra similar fue la de "justicia y democracia" (1995) con un proceder parecido al del tendedero sólo que la frase a completar es "Justicia y democracia: Hoy en este México resquebrajado por la crisis y el escepticismo, ¿Qué acción concreta tomarías para llegar a esta utopía?" Respuestas variadas de personas distintas, pero algo a destacar es el involucramiento no sólo en la mera participación con el ejercicio de respuesta a una pregunta, es también ver qué puedo hacer como individuo de una sociedad dinámica y como responsables de mis actos y sus consecuencias.
Estas dos obras no son las únicas de Mónica, tampoco sus únicos temas. Pero la relevancia que conlleva hacer una revisión retrocolectiva a estos trabajos es ver siguen siendo actuales en nuestra sociedad, en su momento hicieron un reclamo para ser vistos y hoy bien podrían hacer el mismo reclamo esperando ser escuchados, vistos y tomados en consideración.
Ahí el arte está presente dando de qué hablar desde una postura que responsabilice a la persona, que proponga y no sólo busque hacer quejas sin propósito. Un arte que sane a la sociedad y a sus individuos.
