EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Mascotas

Diálogo

YAMIL DARWICH

A partir del sedentarismo del hombre aparecieron en nuestra vida cotidiana las mascotas; animales que fueron domesticados para recibir de ellos el beneficio de su carne, piel, pezuñas y hasta cuernos. En contrapartida, los humanos les entregaban cobijo, protección.

También apareció el gusto de los menores por tener un animal que les acompañara; muy importantemente, dejaran los primeros aprendizajes sobre solidaridad y subsidiaridad, cuidándolos y alimentándolos, respetándolos como seres vivos.

La domesticación fue trabajo relativamente fácil, aunque requirió que transcurrieran algunos miles de años.

Atrapar a una cabra salvaje y colocarla dentro de un cercado acompañada de un macho, dio a los primeros humanos la oportunidad de aparearlos y tener crías que llegaban a ser numerosas, a las que debían cuidar y alimentar, recibiendo en correspondencia las proteínas, mejorando su cadena alimenticia, consecuentemente mayor vigor, más años de sobrevivencia y, en general, mejor calidad de vida.

Los animales domesticados también se beneficiaron de la relación; ahora no tenían que recorrer grandes distancias para procurar comida y bebida; recibían su dotación alimenticia sin hacer mayores esfuerzos, ahorrando energía al no tener que consumirla en las caminatas y de paso ganar peso, incrementando medidas corporales, creando más kilos de masa muscular.

La vida sedentaria afectó a su estado salvaje y agresividad natural, que hasta entonces utilizaban como uno más de sus instintos para sobrevivir y, paulatinamente, fueron adaptándose a la vida de estrecha relación con el humano, hasta ser declarados domésticos.

En contrario, aquellos que no se sometieron a tal proceso de domesticación pagaron el precio, muchas veces con la vida y en hasta con la desaparición de su especie.

Hoy podemos encontrar al canis lupus, perro doméstico; felinos, como el gato y una gran cantidad de aves que no solamente se han adaptado a la vida cercana al hombre, sino que se han transformado en sus compañeros, aceptando participar en sus tareas cotidianas.

Existen canes ovejeros, efectivos para arrear ganado, guardianes, hasta trabajadores aduanales y perros policías que ayudan con su olfato a encontrar drogas o descubrir criminales; algunos gatos son llevados a bodegas o al hogar para exterminar plagas de roedores y las aves llegan a aligerar el peso de la faena diaria con sus trinos, ayudar en la caza -como la cetrería- y hasta trabajar como en la calle como adivinadores.

Considere a otros que forman parte de la cadena alimenticia, como los cerdos, vacunos o caprinos.

Durante miles de años han sido fuente de alimento, aunque a últimas fechas se hayan transformado en verdaderas fábricas de carne que en tecnificada explotación trabajan día y noche para tener crías, entregar leche -dos veces por día-, huevo y finalmente su propia vida. Algunos aportan su pelo para confeccionar vestidos, su piel para confeccionar abrigos y hasta sus cuernos y pezuñas con las que se elaboramos botones y otros complementos del vestuario.

La sobreexplotación ha llegado a niveles antinaturales, siendo denunciadas diversas actividades de deshumanizados que no solamente se benefician de su crianza, sino que terminan por sacrificarlos de la forma más salvaje.

Vale la pena mencionar que se ha avanzado mucho en algunos países y se han creado rastros certificados, que no sólo cubren las reglas mínimas de limpieza, también procuran darles muertes menos dolorosas.

Pero en este milenio de sobreexitación y deshumanización, han proliferado aquellos humanos que hacen a los animales víctimas de sus estados neuróticos, lastimándolos como medio de escape a su ansiedad y desesperación; ejecutan agresiones, manifestaciones de estados emocionales desequilibrados, hasta psicóticos.

Así sabemos de casos de animales bípedos -seudoracionales-, que martirizan a sus perros: mutilándolos, cortándolos, ahorcándolos y hasta electrocutándolos. Otros, simplemente dejan de responsabilizarse de ellos y los abandonan a su suerte, incrementando el número de canes callejeros.

En La Laguna, se habla de al menos 200,000 perros sin dueño, que vagan libremente, sin control alguno, poniendo en peligro la salud e integridad física de laguneros de la zonas conurbadas y rurales.

Los organismos oficiales dedicados a su control son ineficientes por sus casi nulos presupuestos, aunque habrá que reconocer el esfuerzo con la creación de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos en Contra de Animales en Torreón y la insistencia por crear "edificios inteligentes", que reciban a personas con sus mascotas. Esfuerzos de primer mundo.

Desgraciadamente nuestra inmadurez social ciudadana nos impide dimensionar la importancia de atender el problema y, en cambio, con la mayor irresponsabilidad agravamos el mismo. Recuerde las mascotas -entre ellas reptiles y arácnidos- encontrados en drenajes y encharcamientos de las ciudades.

Bueno fuera que en tiempos poselectorales, los electos volvieran la vista al problema y apoyaran la actuación de la nueva fiscalía, es esfuerzo que fomenta calidad de vida.

Le invito a que se sume al sentido humanista de cuidar y proteger a nuestros compañeros del planeta. ¿Tiene mascota?

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1362133

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx