Vivimos la kakistocracia
Anteriormente, a muchos de los que leemos este diario nos tocó la oportunidad de llevar etimologías como una clase que te formaba para conocer el significado de las palabras y para tener un vocabulario amplio.
En estos tiempos se ignora o simplemente por comodidad no se tiene el conocimiento suficiente para saber el emplear nuestra lengua, por que #ntp o #yolo.
Me encontré en la red con esta palabra y creo que sintetiza lo que estamos padeciendo muchos países, en especial en nuestro continente, incluido Estados Unidos.
La kakistocracia viene de la raíz griega kakos#(malo) y cracia (gobierno), lo que significaría el gobierno de los peores.
Creo que cada vez esta palabra va a ser utilizada porque la nuestra sociedad mexicana padece de esto. Los partidos políticos nos están ahogando en este sistema pobre y sin pies que ahora conocemos como estado de derecho.
El gobernante ya no es quien es una autoridad en la materia, sino el compadre de alguien en quien podemos confiar contratos, negocios y hasta palancas de todo tipo.
No llega a gobernarnos un servidor público sino un pequeño señor feudal, quien al sólo llegar a la silla se apodera del destino de todos, con sus decisiones.
No es extraño que ahora salgan socavones en el país, o que Pemex ayude a los huachicoleros, o que la PGR no integra bien una investigación para que un verdadero delincuente que en otro tipo fue un modelo de político, salga impune y hasta con el clásico “disculpe las molestias que le ocasionamos señor Duarte”.
Se carece de autoridades, en toda la extensión de la palabra, es decir alguien que “domina” la materia en donde actúa. O usted cree que nuestros políticos de todos los partidos tienen algunas referencias de desarrollo urbano, de conocimiento en cuanto a nuevas tendencias de administración sustentable de los municipios o ya de perdido que sepa cuantas colonias hay en su ciudad y cuales son sus necesidades.
Pero también nosotros tenemos mucha responsabilidad, de no exigir gobernantes a la altura, de conformarnos con la migaja y luego reclamar porque no hay cambios. Como ciudadanos, no debemos de ver el voto como nuestra única participación, sino que esa es nuestra condición desde que nacemos y hasta que morimos. Somos corresponsables con el crecimiento o el estancamiento de nuestra ciudad o región.
Podrían venir todas las inversiones que se necesitan para ver un crecimiento económico, pero de nada sirve si no respetamos las señales de tráfico, si se nos hace fácil tirar la bolsita o la lata a la calle o me quedó al margen de las decisiones que tomen los que están en el poder.
Si bien sentimos que estamos padeciendo de la kakistocracia, nuestra pasividad abona para que cada vez “en tierra de ciegos, el tuerto es el rey”. Iniciemos por nosotros, siendo ciudadanos preocupados por que la administración de los recursos del municipio no se vayan por “socavones” llamados empresas o amigos de los gobernantes.
Abramos los ojos y seamos coherentes con nuestra responsabilidad de exigir que no se vulnere el estado de derecho, pero también que cumplamos con nuestra sociedad, que ayudemos a salir adelante como sociedad, si es que nuestro individualismo nos lo permite.
Oscar Mendoza,
