ENTRADA.- No conformes con la confusión que ya reina entre los partidos, políticos y ciudadanos sin bandera, nuestros políticos se han inmerso en los prolegómenos de constituir un Frente Amplio para 2018.
La bandera política que sostiene este grupo de aspirantes a la presidencia de la república, senadores y diputados pluris es más sencilla de lo que uno pudiera imaginarse: encontrar cuál sería la combinación perfecta de partidos a unir dentro de un Frente Amplio para lograr sacar al PRI de Los Pinos en 2018. Así de sencillo y simple es el gran plan.
Unos señalan que el PAN debería unirse al PRD para botar a los tricolores de la casona de Chapultepec.
Otros sugieren que el PRD debería unirse a Morena; pero resulta que "El Peje" no los quiere ver ni en pintura, a menos que se le presenten sumisos rodillas al suelo, solicitándole de la manera más atenta y educada esa alianza.
Por su parte, Morena ya declaró por voz de su propietario legítimo, que no iría coaligado con ningún partido, excepto quizá con el PT.
SOPA.- Pero lo que sigue es verdaderamente difícil e inimaginable: ¿quién de los aspirantes sería capaz de renunciar a sus ambiciones de candidato en favor de un tercero y encabezar el Frente?
Como en un acto kafkiano, podríamos imaginarnos a todos los que ya levantaron su mano, sentaditos frente a una gran mesa ejecutiva, asistidos por elegantes y rabonas edecanes y saboreando oloroso café en tazas de porcelana:
PLATO FUERTE.-Ahí estarían sentados Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Ernesto Rufo, Derbez, Miguel Ángel Mancera, la Barrales, Jesús Zambrano, Moreno Valles, Graco Ramírez, la Dolores Padierna acompañada de su inolvidable marido René Bejarano, (el de las ligas), Enrique Alfaro de Movimiento Ciudadano y cualquier otro que ambicione sacar al PRI de Los Pinos.
Como gran laboratorio de un mago de la edad media, los contertulios se pondrían a discutir cuál sería la mejor combinación para construir un Frente Amplio, y lo más difícil e importante: quiénes estarían en condiciones de sacrificar su propia ambición en favor del designado para asaltar las murallas de Chapultepec.
Es aquí en este preciso momento que los amores patrios se diluirían como castillos de arena. Nadie renunciaría a su pretensión de ser el candidato.
Con anterioridad vendría la discusión y aprobación de un programa elemental de gobierno que sin lugar a dudas se convertiría en un pandemonio de reproches mutuos y descalificaciones.
Ante este terrible desorden empezarían a salir los llamados candidatos independientes o salvadores de la patria. Estos salvadores de la patria finalmente terminarían uniéndose a cualquier partido ayudando a la atomización del voto.
La realidad es que los partidos políticos subsidiados con dinero de nosotros los contribuyentes, casi han logrado la destrucción del sistema de partidos políticos en nuestra pobre y raquítica democracia. Lo que sucede en el fondo es que tenemos una pésima cultura democrática. Únicamente reconocemos los resultados electorales cuando nos favorecen, pero cuando perdemos, arremetemos para desacreditar esa carísima institución que con tantos trabajos hemos creado los mexicanos: el INE.
POSTRE.- Estamos tercos a crear una democracia por decreto, siendo que las democracias reales son un subproducto del propio desarrollo de la sociedad. Una vez que un pueblo tiene salubridad, pensiones, trabajo, educación, es realmente independiente para emitir su voto. De lo contrario, nuestra raquítica democracia se desfigura mediante una cubeta de plástico, una despensa o un bulto de cemento.
DIGESTIVO.- Sostenemos un carísimo sistema electoral. Se calcula que en 2018 se gustarán solamente en campañas, 2,138 millones de pesos, más los millones de pesos que representan el sostenimiento y la operación electoral del INE.
El convocado Frente Amplio no llegará más allá que las propias y personales ambiciones de los convocantes y además impondrá la polarización política del país.
