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Sin grandeza

FEDERICO REYES HEROLES

Había mucho de regocijo en sus ojos. Su edad, alrededor de 70 años; suizo de nacimiento, trotamundos profesional. El tema obligado eran los muchos cambios derivados del Pacto por México y otras novedades. Por supuesto también la violencia. Después de la charla, al despedirnos, me dijo, son ustedes unos privilegiados. Me sorprendió.

Dos días después durante el lunch del foro, me acerqué y fui al grano. Por qué somos unos privilegiados, yo no lo miraba así, al contrario, corruptelas en todos los frentes, cinismo, impunidad y un largo etc. Su argumento central fue uno: ustedes están participando en la construcción de un país y eso debe traerles una emoción de servicio inigualable. Suiza ya está terminada. Por la noche, ya en soledad, regresé al tema. Es sabido de varias generaciones que tuvieron ese privilegio, Gómez Morín y el Banco de México; Vasconcelos y la SEP; Pemex después de la nacionalización; el IMSS; Pani y la obra pública, carreteras, puentes, puertos; electrificar al país; la construcción física del gran aparato de salud y educativo; el Politécnico; Ciudad Universitaria además de andamiajes jurídicos que fueron los cimientos de los cambios que asombraron al mundo.

Con el tiempo y el cambio de condiciones, muchos de esos grandes aparatos fueron rebasados por la realidad. Pero desde los años noventa entramos en una nueva etapa de construcción institucional, el IFE a la cabeza; el nuevo Banco de México autónomo; los órganos reguladores; la apertura comercial con múltiples tratados, la Auditoria Superior de la Federación; la nueva Suprema Corte y varios nuevos tribunales desde electoral al de Justicia Administrativa; la regulación de la banca y la competencia; la flotación del peso; nada más en el sector público. Las reformas del Pacto por México están de nuevo sacudiendo al país. Más construcción institucional, qué emocionante.

Pemex trabajando en asociación, inimaginable. Los grandes consorcios energéticos comprometiendo cifras de inversión en México que nunca antes había registrado. El crédito creciendo y los réditos bajando. La reforma educativa que se acerca al 100 % de maestros evaluados, con promoción meritocrática; un nuevo modelo de educación; el Internet avanzando y la fibra óptica y la red compartida con un potencial inimaginable. Un sistema de ahorro para el retiro -insuficiente- pero también una realidad. La Alianza del Pacífico creciendo, el nuevo TPP en el horizonte y también un nuevo TLC de América del Norte. A pesar de la violencia y del cinismo el país sigue en construcción.

Pero algo se ha perdido en el camino, algo que maravilló a mi amigo europeo: la capacidad de saber controlar las ambiciones personales y partidarias cuando se está frente a la edificación nacional. Para muestra un doloroso botón: el Sistema Nacional Anticorrupción. Sabemos que esa vergüenza -la ancestral corrupción- es uno de los grandes flagelos nacionales; sabemos de los costos personales, familiares, empresariales, de movilidad social, de competitividad, de justicia social y en muchos órdenes más. Hemos desatado una muy deseable discusión que lleva por lo menos tres lustros para así demostrar la perniciosa dimensión del asunto. De allí el largo y complejo debate de cómo construir un andamiaje integral, capaz de contender con el fenómeno. Construirlo es hacer historia, así de sencillo.

Y sin embargo, o quizá por eso mismo, no hizo más que nacer formalmente el SNA para que, de inmediato, se convirtiera en el centro de todo tipo de ataques y denostaciones. Eso además de la insensibilidad de las autoridades para garantizar con prontitud los recursos para que la nueva institución pueda cumplir con sus obligaciones de ley. Tal parece que, a diferencia de otras generaciones de mexicanos que supieron deponer mezquindades, ahora la intención es destruir al Comité de Participación Ciudadana que es el eje de todo el SNA. Por cierto, recientemente explicaba a un grupo de empresarios, asesores y estudiosos de México, la relevancia de que sea un órgano ciudadano el encargado de encabezar, convocar y dirigir a las instancias federales. Muchos de ellos no salían de su asombro. Es un hecho, hasta donde recuerdo, sin precedente y un avance en el poder de la ciudadanía que cambia las coordenadas de lo público.

La creación institucional ya está, pero queda claro que ahora primero van los intereses partidarios en Coahuila o las rencillas personales dentro de la propia "sociedad civil" o las extrañas prioridades de algunos medios que prefieren destruir o matar de inanición al SNA, a participar en la edificación y el fortalecimiento de una institución única para así dejar una herencia. Si mi amigo conociera la historia estaría muy triste de la epidemia de empequeñecimiento ético de algunos mexicanos, de la falta de grandeza de miras.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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