Pensar desde el Sur II
La perspectiva sureña promueve el cuidado, una regeneración que devuelva lo natural a su lugar, una ética de respeto y cuidado. Dadas las condiciones de explotación que se extienden en el mundo es urgente rescatar el sentido del pensamiento meridional.
Una propuesta ante sistemas de opresión como son el colonialismo, el patriarcado y el neoliberalismo se presenta con las llamadas Epistemologías del Sur. Estos saberes no están situados en dicha orientación desde un punto de vista geopolítico, sino metafórico.
Del sur provienen formas diversas de emancipación no necesariamente basadas en una visión occidental o cercana a un norte – también metafórico – que oprima tanto a sociedades como a seres humanos y ecosistemas. El sur es la posición de resistencia, el hemisferio de quienes sufren. Por ende, el sur global es antiimperialista, anticolonialista, antipatriarcal. Por otro lado, sureñas manifestaciones también pueden encontrarse en el norte como formas de exclusión, racismo, homofobia, sexismo e intolerancia religiosa. Estos fenómenos socioculturales son abordados mediante un enfoque distinto al dominante que aporta nuevos conocimientos con el fin de comprender lo que ocurre en nuestras sociedades.
En cuanto a la devastación del planeta, la propuesta pone el énfasis en el punto de no retorno. Hoy más que nunca los ciclos y ritmos de la naturaleza se han visto afectados por la intervención de los seres humanos. Es preocupante tanto la explotación sistemática de la mano de obra como la de los recursos naturales. Ante tales embates, las medidas ecológicas forman parte activa de las Epistemologías del Sur, sobre todo, ahora que Donald Trump ha negado cualquier intento de contribuir a frenar el aumento de la temperatura terrestre. Una ética del medio ambiente resulta, más que adecuada, imperativa.
Citando a Boaventura De Sousa Santos: “Por vez primera en la historia de la humanidad, el capitalismo está a punto de rebasar los límites de la naturaleza”. Lamentablemente no existen medidas que obliguen a los gobiernos a respetar nuestra relación con la Tierra. La perspectiva sureña promueve el cuidado, una regeneración que devuelva lo natural a su lugar, una ética de respeto y cuidado. Dadas las condiciones de explotación que se extienden en el mundo es urgente rescatar el sentido del pensamiento meridional.
La línea principal de estas epistemologías reside en la idea de que existe un abismo invisible entre los saberes nórdicos y el resto de ellos. Esta línea divisoria se originó durante los movimientos colonizadores, por lo tanto, el pensamiento occidental moderno es una fuente de distinciones que alejan, cada vez más, al conocimiento de estos imaginarios norte y sur. Sin embargo, el primero establece su lado como el legítimo y, por ende, tilda al otro de ilegítimo. En norteñas regiones se da el conocimiento hegemónico, abajo en el mapa se conserva el conocimiento marginal, al que corresponden supersticiones, idolatrías, etcétera. El problema actual es que este abismo ya no separa a los saberes ni a las culturas sino que ahora forma parte de ambos paradigmas. No hay una línea divisoria, la que había se ha vuelto invisible. Esto no quiere decir que no exista, más bien se ha confundido en la medida en que ambos lados conviven estrechamente, lo que complica gravemente la situación de desigualdad entre opuestos.
Las Epistemologías del Sur proponen una urgente descolonización; hay que encontrar mecanismos emergentes, por ejemplo, la democracia intercultural, la atención a diversos modos de comprender y salvaguardar la naturaleza, nuevos mecanismos de representación política, el desarrollo de alternativas que cuestionen los actuales paradigmas del pensamiento occidental. La postura de Boaventura Sousa Santos propone una reinvención de la emancipación social que tiene como reto revalorar los saberes marginados, pero sin excluir ahora a los establecidos, procurando, más bien, la sinergia entre conjuntos.
