Columnas Social

Piénsale piénsale

ARTURO MACÍAS PEDROZA

REFLEXIONES Y COMPROMISOS DE LA IGLESIA CATÓLICA FRENTE A LA MÚLTIPLE EMERGENCIA HUMANITARIA QUE ENFRENTA MÉXICO

Apenas el pasado 3 de junio salió a la luz una declaración en nombre de los obispos de la Iglesia católica en México (http://cem.org.mx/Diocesis/1106-Declaraci%C3%B3n.html), en la que se comprometen con acciones concretas a actuar ante la emergencia nacional que es humanitaria, política, económica y social, reconociendo su gravedad. Sabiéndose parte importante de la sociedad mexicana, la Iglesia "asume la responsabilidad histórica de actuar al servicio de nuestro pueblo" no sólo con palabras sino con un compromiso de vida y de acción permanentes. El escrito aglutina las recientes declaraciones emitidas sobre migrantes, trabajo y desaparecidos, animando a una acción a largo plazo.

Dándose cuenta de la necesidad de transformación de estructuras caducas, propone atacar la raíz de los problemas, y de hecho encamina en ese sentido, acciones que sólo una institución como la Iglesia en México, no obstante sus deficiencias, puede realizar debido a su capacidad de organización y de motivación que se requiere.

La historia del México antigua y moderna no puede prescindir del factor religioso: la conquista, la independencia, la unión nacional (el acontecimiento guadalupano), la guerra cristera e incluso la rebelión zapatista han tenido la influencia del cristianismo. Importantes fueron también los espacios largos de paz entre los conflictos bélicos de nuestra nación, en los que se fue forjando la identidad nacional, amalgamando lo indígena, lo morisco y lo cristiano, marcados incluso en lo social, por la acción evangelizadora de la Iglesia.

En este comunicado la Iglesia en México declara su disposición al cambio, aún a costa de sacrificios; el mayor desafío a cambiar es "las injusticias, la corrupción, la impunidad y las violencias, vengan de donde vengan". Propone el diálogo y la colaboración urgente con fuerzas no eclesiales e incluso con adversarios para "contribuir a una sociedad, una economía y una política transformadas".

El documento va más allá de exhortaciones y propone líneas de acción clave:

La construcción de paz y diálogo con los otros pueblos y entre los mexicanos; incluye actuar con verdad y justicia, cambiar los modelos económicos, políticos, sociales y culturales; requiere el compromiso y colaboración de todos para planear acciones locales y nacionales sin protagonismos, agendas ocultas o visiones de corto plazo. El objetivo es discernir juntos, actuar juntos y crecer juntos.

La catolicidad de la Iglesia hace que este dialogo sobrepase fronteras, en contraposición con la mentalidad individualista neoliberal que impera en el mundo. La Iglesia que es comunión en sí misma, tiene el antídoto dentro de su ser y propone tres espacios para este diálogo: diálogo a nivel latinoamericano, con respuestas a favor de emigrantes, de emergencias, de violencias, con la colaboración de las instancias eclesiales a ese nivel; diálogo con Estados Unidos y Canadá, para avanzar en la resolución de problemas comunes; y el tercer espacio asume su responsabilidad en el mundo para integrar a los distintos pueblos de la tierra, ofreciendo modelos practicables de integración social y de verdadero desarrollo que contribuya a hacer del mundo "una casa común". La globalización hace necesario que los avances en las agendas nacionales sean comunes para poder avanzar verdaderamente. Los cambios impulsados a nivel nacional necesitan ser reflejo de un esfuerzo internacional.

Es ahí donde la "catolicidad" de la Iglesia adquiere importancia clave. Verdades comunes, agendas comunes, intereses comunes. Ahí es también donde las divisiones en la Iglesia se convierte en un verdadero escándalo que exige ser superado. Los 500 años del protestantismo, no son para celebrar la división sino para promover la reunificación. La colaboración de México en la solución de las problemáticas mundiales es indispensable para la supervivencia de la humanidad.

El citado documento se declara en contra de una economía que mata, y opta por una nueva economía de comunión para un verdadero desarrollo. Las consecuencias de las medidas migratorias de Estados Unidos requiere una acción solidaria que propicie la cohesión social; para ello se hace el compromiso de redoblar esfuerzos en este sentido. El mundo del trabajo requiere también responsabilidad social, salarios decentes, empleos dignos y desarrollo de la economía interna. La Iglesia opta en este documento por promover un consumo responsable, una vida sobria y la adquisición de productos mexicanos. El área social de las acciones eclesiales tendrá que ser reactivada no sólo con acciones asistenciales sino sobre todo de promoción social y de economía solidaria. Será necesario reavivar la Doctrina Social de la Iglesia, que cuando se condenó desde el Vaticano cierta rama marxista de la teología de la liberación, también arrastró al olvido el aspecto social de la fe (como aún lo siguen haciendo ciertas concepciones religiosas intimistas y de moral individual dentro y fuera de la Iglesia Católica).

Otra línea de acción que se asume es dar prioridad a los campesinos, a los pueblos originarios y a la ecología, para recuperar la seguridad alimentaria por la promoción de la economía social y solidaria. Se trata de devolver en justicia lo que desde hace muchos años les hemos quitado a los pueblos originarios, no sólo porque serán quienes más van a sufrir ante el cambio climático, sino porque ellos tienen la respuesta a la problemática ambiental, debido a su sabia relación armónica con la Madre Tierra.

Para la renegociación de tratados económicos internacionales, los obispos piden tomar en cuenta sectores olvidados de la población y los efectos en los ciudadanos, en las comunidades y en el planeta.

"Construir una política al servicio de nuestro pueblo" es la cuarta línea de acción propuesta. En ella la Iglesia mexicano se decide expresamente por una acción concreta en el ámbito político: "no podemos en esta emergencia dejar de actuar por el bien común, el futuro de México está en juego"; pide participación social y política, honestidad y ética civil a los bautizados quienes a su vez los impulsa a que exijan programas y personas que atiendan los problemas centrales: Invita a "la lucha contra la corrupción e impunidad; la prevención de las violencias…; el respeto de la vida desde su concepción hasta su fin natural; así como la superación urgente de la pobreza y las desigualdades lacerantes". Es decir, las implicaciones sociales de la fe.

A propósito de las problemáticas electorales el documento escribe: "Tratemos de que este proceso electoral no deje heridas que nos impidan colaborar… en los puntos esenciales que requieren de todas y todos los mexicanos para superarse".

Termina el documento de sólo 5 páginas convocando a una acción urgente, a la colaboración y a la acción concertada y multidimensional para poder transformar al país. En la Comarca Lagunera tenemos un despertar de participación ciudadana en la que la Iglesia debe estar presente para la transformación de México. ¿Será este comunicado una voz mas que resuena en el desierto de nuestra insensibilidad? ¿Logrará la crisis humanitaria que estamos viviendo, despertar el aspecto social que debe tener toda auténtica religión? ¿Podrán las diócesis de Torreón y Gómez Palacio dar una respuesta social a su vivencia religiosa? ¿Seguirán las diversas asociaciones religiosas católicas y no católicas promoviendo la división, la enajenación y el desinterés por la aplicación social del mandamiento del amor? Piénsalo.

Leer más de Columnas Social

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Columnas Social

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1354033

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx