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Es posible y deseable educar las emociones

ROLANDO CRUZ GARCÍA
"Así como nadie puede ver el viento, sino sus efectos, tampoco podemos ver las emociones, sino sus efectos en nosotros"

— N. Le Tonnerre

Si reconocemos que nuestra primera escuela es la vida en familia y es en donde desarrollamos nuestros primeros aprendizajes, entonces es justo reconocer que es donde aprendemos acerca de los sentimientos, las sensaciones y el manejo de nuestras emociones; lo que nos permite además, observar cómo reaccionan los demás ante tales manifestaciones.

Cabe aclarar que ésta "escuela emocional" funciona a través de las acciones de los abuelos, padres, hermanos, tíos, primos, etc. que sirven como modelos a la hora de manejar nuestras propias sensaciones, sentimientos y emociones; lo que es determinante, es la manera en la que se manifiestan en lo individual, en pareja, en nuestro circulo primario, en grupos y en multitud. Tristemente constatamos que cambian en cada caso y la mayoría mostramos incongruencias o nos comportamos diferenciadamente.

La verdad es que nos ha tocado vivir una época muy exigente, sobre todo al momento de ser padres de familia, siendo tal vez lo más difícil ser ejemplo para nuestros niños, ya que existen muchas y cada vez mayores influencias externas, así como enormes fuentes de distracción; esto nos exige ser cada vez mejores, de manera tal que cuando a nuestros hijos les corresponda asistir a la escuela, por ejemplo, lo hagan con el mejor equilibrio emocional.

En cuanto a la educación formal, existen problemas que implican a la formación y la educación de niños y jóvenes y es que la escuela no sabe o no quiere resolver dichos problemas: las desbordadas emociones de los alumnos. el estrés familiar que siempre está presente, los padres que no saben a donde acudir, los profesores que desperdician la mitad del tiempo en cuestiones de disciplina, los contenidos programáticos que parecen inalcanzables, los problemas emocionales dentro y fuera del aula y de los planteles y que se vuelven incontrolables, el bullying a todo lo que da, etc.

Sin embargo, los conceptos básicos de la biología humana, la crianza de los niños en casa, las relaciones padres e hijos, el apoyo parental, el indisoluble vínculo con los hermanos, son los que pueden apuntalar tiempos tan difíciles y que de tan complicados, parecieran que no tienen solución. Lo que es indiscutible, es que no hay nada que el amor en familia no solucione.

Estamos ahora pagando el precio, como familias y como sociedad, de una mayor incidencia de violencia y de conductas poco respetuosas, estamos siendo testigos de cómo adolescentes, en apariencia sensibles y consientes, se convierten tempranamente en padres (niños y niñas, cuidando niños). En la escuela, pagamos por ello un alto precio cuando ponemos mayor énfasis en los programas, los conceptos y en el intelecto de los estudiantes, pero que nos seguimos olvidando de sus emociones.

La educación emocionalmente inteligente utiliza técnicas específicas, que son simples pero importantes y que pueden ofrecer una gran contribución desde la armonía del hogar; el concepto se basa en que padres y madres de familia trabajen con sus propias emociones y las de sus hijos de una forma inteligente, constructiva, positiva y creativa, respetando el importante papel de los sentimientos en la naturaleza humana. Estos pequeños cambios repetidos día tras día mejoran las relaciones con los hijos y la crianza emocionalmente inteligente permite que los alumnos tengan un destacado desempeño en la escuela.

Esta forma de educación no constituye una crianza que se conforme de pasos a seguir y mucho menos es una receta que debemos seguir al pie de la letra, no es una clase de enfoques detallados tipo: "Los siete pasos para conseguir niños angelicales" o "Cómo convertirse en padres modelo", enfoques que rara vez funcionan en el hogar o la escuela (Elías, et al, EUA 2000).

Para muchos niños la vida es dura y poco segura, para otros está llena de tensiones cotidianas, mientras que para algunos la vida está llena de privilegios materiales de todos tipo (buscando suplir la ausencia de los padres); en todos los casos la pérdida de control del propio niño o del adolescente, supone perder privilegios, actividades extraescolares, oportunidades de recreación, etc. y conlleva la formación de un carácter tímido, medroso, ensimismado o incluso agresivo.

Cuando de poner límites y disciplina se trata, es cuando los padres necesitan mayor firmeza, lo que seguramente ayudará al niño a manejar su propia seguridad y su fortaleza, desarrollando aptitudes que les permitan crecer en un entorno positivo y seguro. Recordemos las palabras de Goethe: "Te hace más fuerte sentirte amado que sentirte fuerte".

En cuanto al acto educativo, es necesario poner en juego todos y cada uno de los factores que intervienen en el PEA (proceso de enseñanza-aprendizaje) es decir, aquellos aspectos que permiten que el alumno aprenda equilibrada y significativamente: la percepción, el uso de la memoria, el interés y la atención, la esfera volitiva y por último la comprensión.

Desgraciadamente seguimos constatando que lo menos abordado en educación es lo ontológico en el alumno, es decir, el ser humano en toda su esencia, referida a lo que el sujeto es con sus sensaciones, sentimientos y emociones, base fundamental para educar con inteligencia emocional.

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Escrito en: ROLANDO CRUZ GARCÍA

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