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Chiapas, el otro México

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

Bajo la consigna de viajar y gastar en nuestro país, este verano encauzamos las vacaciones familiares hacia el sureste de México. Por suerte no equivocamos la decisión.

La llegada a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, muy de mañana fue estimulante. Una alfombra verde de árboles y follaje cubría el paisaje del camino hacia Chiapa de Corzo en donde se ubica el popular Cañón del Sumidero.

Pronto subimos en una embarcación con 40 pasajeros para iniciar el largo recorrido por el río Grijalva y admirar el majestuoso cañón, cuyos acantilados ascienden hasta los mil metros de altura.

Según expertos, esta falla geológica se abrió hace doce millones de años, tiempo similar a lo ocurrido en el Gran Cañón del Colorado que a decir verdad no supera al nuestro.

Durante dos horas y bajo una relajante brisa, recorrimos más de 80 kilómetros en la barca con el apoyo de dos potentes motores fuera de borda, cada uno de 90 caballos de fuerza.

Además del asombroso horizonte, en el trayecto es posible observar aves coloridas, mansos cocodrilos, espectaculares cascadas, flora exuberante y una ermita de la Virgen de Guadalupe dentro de una cueva.

Llegamos hasta la cortina de la presa Chicoasén, una de las hidroeléctricas más grandes de México y cuyo embalse y altura de 261 metros la convierten en una de las diez presas más altas del mundo. Y de ahí regresamos a puerto a una velocidad cercana a los 50 kilómetros por hora.

Dos horas más tarde y luego de un paseo por el típico pueblito Chiapa de Corzo arribamos a San Cristóbal de las Casas, justo a la hora del almuerzo.

Por su clima templado, su arquitectura colonial, su comida y su gente, San Cristóbal es considerada la joya de la corona en materia de turismo en Chiapas.

Fue la capital del estado hasta 1892 y cuenta con un importante número de indígenas de la etnia tzotzil quienes comercian todo tipo de artesanías, blusas, cobijas, bufandas y sudaderas de muy buena calidad y a precios muy atractivos.

El único encargo es confirmar que hayan sido fabricados en la región y no en China, desde donde llega abundante mercancía pirata.

San Cristóbal es considerado por los expertos como el más mágico de los pueblos mágicos y pueden encontrarse hoteles y restaurantes para todos los gustos y presupuestos, pero siempre con un fuerte sabor colonial. Además abundan turistas y pobladores de todas partes del mundo.

Su catedral es sin duda el principal ícono de la arquitectura local. Su construcción se inició en 1528 con el nombre de catedral de San Cristóbal Mártir y su primer obispo fue el fraile dominico San Bartolomé de las Casas. De ahí proviene el nombre actual de esta población.

Las imágenes del primer cuadro de San Cristóbal dieron la vuelta al mundo cuando el primero de enero de 1994 el Ejército Zapatista, al mando del subcomandante Marcos, ocupó el palacio municipal y otros edificios anexos.

Hoy tanto Marcos como los zapatistas son un referente de un suceso histórico que según los nativos de la región devolvió la dignidad y el respeto hacia las etnias indígenas.

Al día siguiente la visita obligado fue a Zinacantán y San Juan Chamula, ambos poblados tzotziles llenos de historia, leyendas y tradiciones.

En el primero es posible conocer de cerca la elaboración de los señoriales vestidos e indumentarias indígenas mientras que en San Juan destaca su legendaria iglesia donde se realizan los más arcaicos ritos precolombinos, incluyendo el sacrificio de gallinas para curar enfermos o simplemente para preparar a una joven para su próximo matrimonio.

Que recordemos es la única iglesia en la que cobran por entrar -diez pesos- pero vale la pena para salir bien impresionado por lo que allí experimentamos.

San Juan de Chamula cuenta con autoridades autónomas, su presidente municipal obedece las órdenes del consejo indígena y por cierto sus pobladores son cien por ciento priistas, no permiten que se inmiscuya ningún otro partido. (Próximo artículo: El accidentado camino a Palenque).

NOTICIA FINAL

Que el Gobierno federal y algunos estatales espíen a periodistas, activistas y opositores no es ninguna novedad, lamentablemente lo han hecho desde tiempos ancestrales. Lo sorprendente es el sofisticado y efectivo software para llevar a cabo tal espionaje. Habrá que llegar al fondo de las investigaciones y por lo pronto medios de comunicación, partidos políticos y organizaciones civiles tendrán que desarrollar técnicas para poner un freno a los espías que también abundan en Estados Unidos, Rusia y China, entre otras naciones.

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