Una extraña conversación vegetal
Hace muchos años, el cantante compositor Chucho Martínez Gil decía en una canción que había dos arbolitos "que con sus mismas ramas se hacen caricias como si fueran novios que se quisieran". Pues yo no sé si lleguen a tanto como acariciarse con sus ramas, pero si estoy sorprendido por lo que dicen algunos científicos: que los árboles hablan.
Reconozco que difícilmente puedo imaginar a un viejo mezquite platicando con un joven fresno y criticando al pretencioso manzano que está inaguantable presumiendo porque está lleno de rojas y relucientes manzanas.
En realidad, lo que dicen estos científicos de la Universidad de Washington en Seattle, es que el lenguaje de los árboles es sólo para árboles, no para los seres humanos, o sea, que entre ellos se entienden y comentan por ejemplo el estréss a que están sometidos cuando hay sequías, heladas o contaminación, o cuando el suelo en el que están sembrados no tiene los nutrientes que ellos necesitan.
¿Qué te pasa, naranjo? Te veo muy triste. ¿No te han regado bien últimamente?... ¿Qué? ¿Quién me habla? ¿Eres tú peral?... No, soy yo, la tulla… ¿La mía?... La tulla con doble ele, tonto. Hace días que veo ora sí que no te calienta ni el sol, literalmente… Pues es que, estoy preocupado. Tengo mucho estrés porque parece que viene una helada muy fuerte… ¿Y le tienes miedo a una mugrosa helada? ¡No pasa nada!... A TI no te pasa nada porque eres de la familia de los pinos, pero a mí, cualquier heladita me destruye…
Así me imagino que platican los árboles entre ellos, quejándose de las situaciones favorables o adversas de su arborífera vida.
Apréndeme a mí, que cuando dicen que "soy tulla" todos me agarran y hasta hay quien piensa que soy gay. Sin embargo, no me dejo llevar por el estrés y aquí me ves, tan tranquila, perdón, digo, tan tranquilo.
Los científicos hicieron una serie de experimentos con los que, según ellos, se demuestra que los árboles se comunican entre sí. Por ejemplo, colocaron unas orugas muy voraces en unos árboles y al sentir que se los estaban devorando, éstos - los árboles - se defendieron elaborando una mayor cantidad de cierto producto defensivo, una sustancia que ellos producen y que es una especie de insectivida natural. Pero lo más sorprendente fue que, otros árboles cercanos, que no tenían orugas, empezaron rápidamente a crear la sustancia insecticida porque se dieron cuenta de lo que les estaba pasando a sus vecinos y se empezaron a preparar por si los invadían los animalillos mientras gritaban: ¡Ahí viene la plaga!
¿Y cómo supieron? Pues no creo que hayan "visto" el problema de sus vecinos, porque que yo sepa los árboles tienen hojas, pero no tienen ojos. Lo que dicen los cientìficos es que los árboles afectados les avisaron.
¡Atención, atención! ¡A todos los compañeros árboles de esta huerta, les comunico que me llegó la desagradable visita de unas orugas muy tragonas y ya no las aguanto! ¡Las he tenido que combatir con mi insecticida natural, así que les aviso para que se preparen con tiempo y para que no los vayan a pescar "con los calzones abajo", como se diría vulgarmente! ¡Pónganse muy listos!... Y eso fue lo que hicieron.
ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO: [email protected].
PREGUNTA DEL PÚBLICO:
Jesús Juárez Ramírez: Quisiera saber las reglas de ortografía para escribir la ciudadanía de las personas de un estado o país. Me revuelve mucho eso de que si vives en el país de México, eres mexicano, y si vives en la Cd. de México, eres mexiquense.
RESPUESTA:
No hay reglas gramaticales que determinen cuál es el gentilicio (adjetivo de procedencia) de las personas: por costumbre, a los nacidos en este país, se nos llama mexicanos. A los originarios del Estado de México, se les llama mexiquenses, y a los de la Cd. de México, se les llama defeños (por el DF).
Frase irreverente para terminar: La lujuria no es un lujo, es una necesidad. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.
