Detenido. Los secuestros de Raúl Escobar en la zona del Bajío nada tenían que ver con causas políticas o ideológicas.
El miedo de un taxista llevó a la fortuita captura de un integrante de la banda de secuestradores más buscada del país.
Julio Escobar, un exguerrillero chileno, cuyo nombre falso en México era Ramón Alberto Guerra, encargó a un taxista de San Miguel de Allende entregar un paquete en un hotel.
El taxista recibió un billete de 500 pesos y se le hizo extraño que le dijeran que se quedara con el cambio para un viaje de menor cuantía.
Al arrancar con su encomienda advirtió que era perseguido por una camioneta blanca. Le invadió el miedo, debido a que en la localidad habían matado a cuatro taxistas en días anteriores, y marcó a la Policía estatal. Recibió la instrucción de estacionarse en una gasolinera donde llegaría una patrulla a auxiliarlo.
Temeroso llegó al expendio y ahí policías locales detuvieron a su persecutor quien resultó ser miembro de una banda internacional que en el Bajío ha perpetrado en la última década ocho secuestros de alto impacto, entre ellos el de Diego Fernández de Cevallos, el empresario Eduardo García Valseca y Mónica Jurado, exnuera de Vicente Fox.
Ya que había sido detenido Escobar, el taxista abrió el paquete de la encomienda.
Encontró el dedo mutilado de una ciudadana estadounidense secuestrada hacía 79 días y 4 cartas, una escrita en francés, dos en inglés y otra fotografiada, todas dirigidas al esposo de la cautiva, con peticiones para el pago de rescate. La banda, al percatarse de la detención de su socio, dejó libre a la cautiva.