— El Filósofo de Güémez
LA MALA
La historia es vieja y un tanto trágica. A partir de la alternancia del 2000, al no contar con un presidente priista a quien subordinarse y que los “vigilara”, varios gobernadores se convirtieron el auténticos señores feudales e hicieron y deshicieron a su antojo.
Cada caso tiene sus particularidades y circunstancia propia, sin embargo, la mayoría de ellos comparte un común denominador: dichos gobernadores gozaron de la anuencia, el silencio cómplice o, de plano, con el desconocimiento de lo que ocurría por parte de los congresos estatales.
En lo referente a Coahuila, es de sobra conocido que cada vez que el Ejecutivo estatal contraía préstamos ante instituciones bancarias –por citar un ejemplo- el Congreso del estado, al ser mayoritariamente priista, aprobaba todo lo que del gobernador viniera.
En vez de comportarse como un contrapeso y bajo el entendido de que el andamiaje constitucional está diseñado para que exista plena autonomía, equilibrio y vigilancia entre los tres poderes, más de un legislador actuó a las ordenes del señor gobernador. El resultado de dichas conductas pervertidas, desconocimiento absoluto del proceso democrático e irresponsabilidad trajo, entre otras cosas, un pasivo de cuarenta mil millones de pesos. Y es que aunque a menudo se señale a Humberto Moreira y a sus colaboradores como responsables de la deuda, lo cierto es que las anteriores legislaturas comparten algo o mucho de culpa en este entuerto.
LA BUENA
Como ya lo escribíamos el pasado jueves, la elección de Coahuila nos deja muchas heridas por cerrar pero también múltiples lecciones. Pese al escenario –nada halagüeño a juicio de algunos- estimo que se pueden rescatar algunos aspectos positivos.
Por primera vez en la historia, el PRI no tendrá mayoría en el Congreso del Estado y, por añadidura, el siguiente gobernador será fiscalizado minuciosamente por el legislativo como debe ocurrir en cualquier democracia que se respete.
Así mismo, al no contar con mayoría, Miguel Riquelme deberá echar mano de sus habilidades políticas y capacidad de negociación con las fuerzas opositoras. Dicha circunstancia, a mi juicio, es lo que verdaderamente entrena y curte a cualquier gobernante.
Además, si el frente opositor encabezado por Memo Anaya no se desinfla, bien podría capitalizar la circunstancia a su favor y actuar como una oposición responsable, es decir, aquella que no busca bloquear todo por el simple placer de, sino que a la par construye puentes y vías de entendimiento y a la vez propone caminos alternos.
La 61 legislatura que inicia actividades el primer día de enero del 2018 estará conformada por 25 diputados: 16 de mayoría relativa y 9 de representación proporcional (plurinominales). Diez serán del PRI, nueve del PAN, tres de Unidad Democrática de Coahuila, Morena contará con dos y el PRD con uno. Ello representa un hito histórico pero también, para nosotros los ciudadanos, la oportunidad de vigilar con lupa el comportamiento de todos y cada uno de nuestros legisladores.
Así como por responsabilidad cívica o despecho miles estarán vigilando la actuación de Miguel Riquelme, también tendrán en la obligación de exigirle al nuevo Congreso del Estado la misma altura de miras, transparencia, rendición de cuentas, civilidad y profesionalismo en el servicio público.
Mi súplica, querido lector, es que te aprendas de memoria los nombres de todos y cada uno de los veinticinco diputados que nos representarán en la siguiente legislatura. La información es poder y sólo con los elementos que nos da la misma, podremos exigir resultados. Desentenderse nunca ha sido opción. Hoy menos que nunca…
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
