Siglo Nuevo

¡Qué espectáculo!

Opinión - Miscelánea

¡Qué espectáculo!

¡Qué espectáculo!

ADELA CELORIO

Si bien reconozco el prodigio de que un avión llegue salvo a su destino y aterrice con precisión, me parece una sosería chocar las manos repetidamente por el piloto

Actuación que se realiza para divertimento público.

Todo lo que es capaz de atraer o impresionar.

A la vida nunca le faltan recursos para sorprenderme. Me asombra la inagotable capacidad que tengo para asombrarme y aplaudir con el entusiasmo de una niña ante el majestuoso espectáculo de una puesta de sol.

Cuando de la coincidencia de un día lluvioso y soleado aparece el arcoíris, siento que la naturaleza ha montado el espectáculo especialmente para mi divertimento y necesito apelar a la adulta que llevo dentro (esa antipática) para no salir corriendo en busca de la bolsa de oro que, según me dijeron, se esconde al final. Lo mismo cuando lo miro suave y sedoso en una mañana de verano que cuando enseña el musculo con olas de veinte metros de altura (las cuales sólo he visto en película), el mar es otro de los espectáculos naturales que siempre me impresionan como si los atestiguara por primera vez. Y conste que nunca he visto una aurora boreal. Si así fuera, seguiría aplaudiendo.

Cada vez que nace un niño, un coro de ángeles aplaude. Yo no los he visto pero los he escuchado y los acompaño. La explosión florida que provoca la primavera, el Ave María de Schubert, el Canon de Pachelbel, Jaime Sabines y sus 'cucharadas de luna', el telón de cristal de Bellas Artes y el Teleteatro de Manolo Fábregas que de niña me dejaba sin aliento; cada una de estas bellezas convoca el reconocimiento que, prolongado y de pie, es la aceptación de mi absoluta fascinación. Doy el gesto de las felices y repetitivas manos a las palabras de amor aunque no sean ciertas y a la alegría de los mariachis cuando llegan, pero sobre todo cuando se van. Y sí, creo que reconozco bien lo que es un espectáculo: el Concierto de Navidad que cantaron los tres tenores, la voz aterciopelada de Javier Solís, y Amorcito corazón cuando la canta a mi oído Pedro Infante. ¡Caray! Como no va uno a aplaudir hasta desgañitarse.

Mi más reciente asombro lo provocó el controvertido diamante azul (feíto por cierto, nada deslumbrante) en que la artista neoyorquina Jill Magid convirtió una parte de las cenizas exhumadas de Luis Barragán (premio Pritzker de Arquitectura), y que hoy, entre maquetas, manuscritos y reproducciones del caballito que se encontraba entre las cenizas, se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo de la UNAM. Si la idea prende y hacemos lo mismo con los restos de Diego Rivera, Tamayo y algunos otros célebres, hasta podríamos ofrecer a los turistas algo tan original como una “Joyería de los artistas”. Dicho todo esto, queda claro que soy mujer de aplauso fácil y, como dije al principio, no he perdido la capacidad de asombro. Como la niña muy antigua que también soy, tengo muy clara la diferencia entre un espectáculo y una ceremonia religiosa. No doy palmas, por ejemplo, al sacerdote después del fervorín, ni en el bautizo de un niño, ni a los novios en las bodas; si bien reconozco el prodigio de que un avión llegue salvo a su destino y aterrice con precisión, me parece una sosería chocar las manos repetidamente por el piloto. Y no, no pude unirme al entusiasta rapto en el reciente funeral de una querida amiga donde algunos de los deudos tomaron el micrófono para leer sus cartas de despedida en medio de una atmósfera florida y teatral. “Recuerden a mi madre como era, divertida, imprudente, arrebatada, inoportuna y loca”; nos pidió su hija. “A la bio, a la bao, a la bim bom bam…”, una porra a la difunta cerró los discursos dando un toque festivo antes que el último palmeo, nutrido, efusivo, acompañara la salida del féretro hacia el crematorio. No entendí bien el por qué de tanta ovación. Sin embargo, abandoné la funeraria con el alma tan ligera como si acabara de ver una magnifica pieza musical. Después de todo, pensé, debe ser mejor salir de la vida en medio de un vigoroso aplauso que ahogado en un fuerte oleaje de lágrimas.

Correo-e: [email protected]

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

¡Qué espectáculo!

Clasificados

ID: 1350335

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx