EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

México demanda una sociedad más igualitaria

FRANCISCO JAIME

Sabemos que el crecimiento económico es el aumento del Producto Interno Bruto real, pero para que ese crecimiento se transforme en desarrollo, debe ir acompañado de justicia social, lo que en términos cuantitativos implicaría una equitativa distribución de la riqueza. En otras palabras, si aceptamos estas definiciones, México ha crecido, pero no se ha desarrollado, desde el punto de vista económico.

Existe consenso entre los economistas en que una mejor distribución del ingreso implica menos desigualdad y polarización entre ricos y pobres. Una sociedad más igualitaria es más sana, eficiente y justa que una que no lo es, de ahí la relevancia de estudiar este fenómeno. Muchos factores contribuyen a la desigualdad: las diferencias educativas y ocupacionales, los ingresos derivados de la posesión de activos, los cuales son muy desiguales, en gran parte como consecuencia de la desigual distribución de la riqueza. El espíritu empresarial y la herencia desempeñan también un importante papel en la creación de enormes diferencias.

Por otra parte, la desigualdad se presenta debido a los resultados asimétricos que se observan en el mercado laboral y a la posesión dispar de activos de capital. En el mercado de trabajo observamos dos características que contribuyen a las diferencias de ingreso: el capital humano y la discriminación. Las diferencias en el capital humano son en realidad el origen de la desigualdad. Si bien las diferencias en capital humano ayudan a explicar este fenómeno, en numerosos países la discriminación juega un papel relevante. Es importante subrayar que los gobiernos ayudan a redistribuir el ingreso y por tanto contribuyen a disminuir la desigualdad mediante tres distintos mecanismos: impuestos progresivos sobre el ingreso, programas de seguridad social y manutención, y servicios subsidiados (educación y atención médica).

De acuerdo a dos especialistas en el tema, aun cuando el crecimiento de la economía mexicana desde 1940 hasta finales de los años setenta fue considerable, sostenido, sin precedentes, e igualado sólo por muy pocas naciones, la distribución de los logros de este crecimiento ha sido desigual. Los grupos de alto ingreso continuaban teniendo una exagerada participación desde el punto de vista sociopolítico y moral o cuando se realizan comparaciones internacionales; al mismo tiempo, la participación relativa de los grupos de menor ingreso empeoró. El porcentaje del grupo de ingresos más bajos se redujo de 1.3 % en 1963 a 0.9 % en 1977. Al mismo tiempo, el porcentaje del grupo de ingresos más elevados cambió de 41.9 % en 1963 a 36.7 % en 1977 (P.Aspe y J.Beristáin, 1984, The Political Economy of Income Distribution in México, Holmes and Meier, pp.38, 52-54).

Con cifras calculadas por G. Hernández Licona, para 2010, el 10 % de los hogares más pobres recibía solo el 1.8 % del ingreso total generado en el país, mientras que el 10 % de las familias más ricas generaba el 33.9 % del ingreso total de México. Para este autor, "México se destaca, desafortunadamente por ser uno de los países más desiguales del mundo. Tiene una peor distribución del ingreso que países como Suecia o Estados Unidos, pero también tiene mayor desigualdad que Ucrania, Etiopía, Vietnam, Nigeria o Burkina Faso. En general los países latinoamericanos y africanos tienen las peores distribuciones del ingreso en el mundo y México destaca entre ellos… La historia reciente del desarrollo de México no es alentadora. Tenemos un nivel de vida mediocre, producto de un pobre crecimiento económico. La desigualdad de oportunidades que se traduce en desigualdad del ingreso, es un problema histórico que no cede y que coloca a México como uno de los países más desiguales del mundo. Todo esto se refleja en un alto nivel de pobreza. (El Desarrollo Económico en México, ITAM, Estudios 106, vol. XI, otoño 2013, pp.113, 115).

Por nuestra parte coincidimos con Hernández Licona en que, debido a lo prolongado de los problemas económicos y sociales de nuestro país, la solución a los mismos no puede ser inmediata, además, de que aun con la implementación en estos momentos de políticas económicas adecuadas, los frutos se verían en el mediano y largo plazos.

Las acciones para mejorar la distribución del ingreso, se refieren a diversas reformas estructurales tales como la hacendaria, la educativa, la laboral, así como el combate frontal a la pobreza y la discriminación. No obstante, aun con estas acciones el país no registrará un avance significativo, si no hay una reforma política integral que incluya entre otros temas el combate a la corrupción y la impunidad, la seguridad pública, la transparencia, la rendición de cuentas y la equidad de género. Temas que requieren mayor espacio para su análisis.

(Economista)

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: FRANCISCO JAIME

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1350141

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx