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Coahuila: nada para nadie

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
“La ciudadanía bien informada corre el peligro de convertirse en la ciudadanía bien conformada”.

— Al Gore

Pretendo, con esta colaboración, ser respetuoso de los tiempos antes de emitir opinión alguna sobre escenarios posibles. En consecuencia, habremos de esperar a que el Instituto Electoral de Coahuila -no obstante sus limitaciones y las enormes fallas que acusa- termine con el recuento de los votos y emita su veredicto sobre el proceso electoral.

Será quizá hasta el domingo cuando el IEC anuncie el nombre del próximo gobernador. Como nunca, se precisa que la autoridad electoral sea meridianamente clara a la hora de explicar y justificar la calificación que emita. De toda suerte, lo que diga no borra el mal sabor de boca que muchos sentimos.

Y es que existe la creencia, ampliamente extendida, de que la elección se operó con la ayuda de la maquinaria y recursos del gobierno a nivel federal, estatal, local y el partido en el poder.

Ello no es asunto menor: marchas y protestas ciudadanas de la envergadura de las que vimos el pasado martes jamás habían ocurrido en la historia del estado. Representan, sin lugar a duda, una clara muestra de enojo, frustración, hartazgo y desconfianza hacia nuestra democracia y la clase política que actualmente nos gobierna.

No obstante el resultado, aquí no hay ni habrá un claro vencedor. Como anticipamos, las elecciones en Coahuila fueron las más cerradas en la historia. No sé si a la larga termine por imperar la democracia pero de lo que estoy cierto, es que se trató de uno de las contiendas más viciadas.

Casi sin excepción, la gran mayoría de los partidos y candidatos incurrieron en toda suerte de artimañas y aprovechando los vacíos y grises de las leyes electorales, quisieron jalar agua para su molino.

No debemos, en ningún momento, hablar de un proceso ejemplar ni presumir de prácticas democráticas de avanzada. Estamos muy lejos de ello.

De hecho, la elección nos debe conducir a un profundo examen de conciencia para delimitar responsabilidades. Cada uno, incluyendo a los ciudadanos que acudieron a las urnas, están obligados a saber qué hicieron bien y qué siguen haciendo mal.

Quien llegue a la gubernatura, sea Miguel Riquelme o Guillermo Anaya, tendrá que iniciar su mandato en medio de la enorme desconfianza que los ciudadanos observan hacia los partidos políticos, la autoridad electoral y otros actores de la vida pública.

El siguiente gobernador solamente contará con el reducido capital político que le otorga, en el mejor de los escenarios, un treinta y siete por ciento de las personas del total que salieron a las urnas.

Por ende, en vez de asumir actitudes triunfalistas o de confrontación, el siguiente gobernador de Coahuila tendrá que iniciar, de inmediato, una operación cicatriz y ganarse la confianza del electorado bajo el entendido de que estará gobernando no sólo para sus simpatizantes, sino para el estado en su conjunto.

Declaraciones como la del ingeniero Miguel Riquelme cuando dijo que “ahora el consentido sería Saltillo”, de toda suerte son desafortunadas y no le ayudan. Para ser justos, Guillermo Anaya también ha emitido pronunciamientos que en vez de calmar las aguas, lo alejan de la ciudadanía en tiempos donde lo que se precisa es verdadera humildad y templanza para unificar a un estado dividido.

En tanto, ante escenarios donde quien venza no será realmente un ganador, los ciudadanos habrán de triunfar si continúan en la senda por donde han transitado.

Triunfaremos si seguimos vigilantes, hacemos contrapeso, exigimos pero al tiempo cumplimos con nuestra parte pero, ante todo, establecemos límites y contrapesos bajo el entendido que el siguiente gobernador de Coahuila será nuestro empleado y no puede ni debe, con un treinta y siete por ciento de las preferencias, comportarse como un virrey.

Ello aplica para Riquelme y Anaya por igual. La vigilancia ciudadana debe de ser constante y permanente no importando el “ganador”. Nuestra tarea no debe estar circunscrita a tiempos electorales, es de todos los días.

Los pasados doce años toleramos que Humberto y Rubén Moreira obraran a sus anchas y ahí están los resultados.

Nunca jamás permitamos que ocurra de nuevo, sea quien sea el siguiente gobernador.

Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto

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