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El gran perdedor

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

De acuerdo a las encuestas no hay nada definido para pasado mañana. Nadie tiene la certeza de quién será el siguiente gobernador de Coahuila. Lo que sí es una realidad es que estos comicios se presentan como los más competidos en la historia moderna del Estado y que por primera vez existe la probabilidad real de que el PRI pierda la hegemonía que ha mantenido en el ejercicio de la gubernatura por más de ocho décadas.

Además por primera vez tenemos en la papeleta un par de candidatos independientes: el saltillense Luis Horacio Salinas "Lucho" y el sampetrino Javier Guerrero, lo que es una novedad en el marco legal electoral en el país hace apenas pocos años y hoy se estrena en Coahuila.

Sin embargo, sin perder de vista que el premio mayor por supuesto es ganar el gobierno del Estado, queda claro que para los perdedores del domingo podría haber en un año un rápido premio de consolación, menos para uno de los candidatos.

Haciendo conjeturas. En el supuesto que el PRI saliera derrotado, el candidato mejor posicionado y quien tendría la estructura del partido lo sería el propio Miguel Riquelme, quien tranquilamente lucharía por estar en la fórmula para el Senado de la república que se elegirá en el 2018; o en su defecto, competir por un distrito federal. Riquelme dentro de sus habilidades está la de ser un excelente operador electoral. Claro que la derrota le dolería, pero no sería ni remotamente el fin de su carrera ni mucho menos. Mismo caso sería el de Miguel Mery, un cuadro institucional del partido tricolor que hoy gracias a su posicionamiento fue seleccionado para luchar por la alcaldía de Torreón en condiciones adversas para su causa, con lo que una derrota no resultaría tan sorpresiva. Empero, la propia campaña realizada lo deja en inmejorable posición para volver a competir el año entrante. En Saltillo, donde parece que la presidencia municipal regresa al PRI con su candidato Manolo Jiménez, en el hipotético caso de que fuera derrotado, su irrupción en la palestra electoral desde ahora lo catapulta como una figura que de una u otra manera ascenderá en su carrera política.

Ahora bien, en el caso de que Acción Nacional saliera derrotado, Guillermo Anaya quien para efectos prácticos es el dueño del partido en copropiedad con el senador Luis Fernando Salazar, podría optar por tomar como lo hizo en 2012, por una diputación plurinominal, sin siquiera tener que volver a competir. O bien, hacerse de la candidatura al Senado en primera posición de la fórmula, para garantizarse un escaño en la Cámara Alta y dejar de vivir en el error (fuera del presupuesto). Anaya no tendría bronca con Salazar ya que el segundo tiene la vista puesta en la gubernatura del Estado para 2023 y su ruta será a través de la alcaldía de Torreón. Don Jorge Zermeño y la señora Esther Quintana son personas de experiencia y con carreras consagradas, saben de antemano que en esto se gana y se pierde.

El caso del candidato de Morena es singular. Armando Guadiana es un empresario minero exitoso poseedor de una fortuna considerable. Es por lo tanto un hombre libre en cuanto a la necesidad inmediata de recursos. En su carrera profesional, además de inversionista fue político del PRI, donde alcanzó a ser diputado. Pretendió luchar por la candidatura para gobernador por el Revolucionario Institucional pero fue fulminado por el moreirismo, con quien casó pleito jurado. Antes de la definición de las candidaturas Guadiana declaró que si el candidato del PAN era Isidro López, él se sumaría. Morena se fijó en él como un opción de una persona que tiene dinero para gastarlo así y que apuntalaría el nombre de Andrés Manuel López Obrador de cara a la madre de todas las batallas: la presidencia de la república en 2018. Guadiana obtendrá algo así como entre 15 y 18 % de los votos este domingo, pero habrá que ver qué premio le tiene prometido el equipo del "Peje" para el año entrante.

José Ángel Pérez es hoy un candidato que ha declinado a favor de Guadiana, pero los días que estuvo en campaña consiguió los foros necesarios para acusar y denostar a casi todos. Quizá eso era lo que deseaba, vituperar a sus eternos enemigos políticos externos del PRI, y de paso, golpear al líder del grupo de panistas que al final lo dejaron de ornato en el partido al que perteneció y del que decidió marcharse.

Luis Horacio Salinas tendrá la satisfacción de haber vivido la experiencia. Con su dinero y relaciones sociales le alcanzó para cubrir los requisitos de ley para hacerse de la candidatura y disfrutar el juego. Su posición en las encuestas siempre lo ubicó como presencia marginal.

El gran perdedor será Javier Guerrero García. Político profesional y de prestigio; decidió renunciar al PRI porque el morerismo lo ha derrotado siempre. Lo hicieron en 2005 y se lo repitieron tanto en 2011 y seis años más tarde. La figura de Guerrero es reconocida entre quienes entienden más de la cosa pública, como un hombre de tablas sobradas para gobernar el Estado. Nada más que en política se necesita de mucho más que capacidad para llegar, y las circunstancias no le favorecieron. Lo extraño es que un expriista de más de 30 años de carrera no lo haya asimilado en esta ocasión y haya abandonado al partido que tanto le ha dado. Ninguna encuesta seria le da posibilidades de triunfo a don Javier, pero su candidatura le puede restar al PRI votos que le podrían propiciar la derrota. En cualquier caso, gane el PRI o el PAN, Javier Guerrero se quedará sin nada, él será el gran perdedor, a menos que una hipotética derrota del PRI lo satisfaga.

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