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En tiempos de guerra, flaco favor

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

A sólo nueve días de que se conozca si en Coahuila continuará o no la hegemonía priista en el gobierno del estado y estando ya en los últimos días de campaña, la guerra sucia y las acusaciones directas están llegando a su máximo nivel, pero a diferencia de las semanas anteriores donde la mayoría de los candidatos testimoniales, léase Armando Guadiana de Morena; Javier Guerrero, candidato independiente; Mary Telma Guajardo del PRD; José Ángel Pérez del Partido del Trabajo y Luis Horacio Salinas, independiente; hicieron señalamientos, reclamos y acusaciones directas, ya sea a través de las redes sociales, en sus actos de campaña, foros donde fueron invitados y particularmente en los debates, en estos últimos tiempos todo se ha centrado entre los candidatos punteros: el oficial Miguel Ángel Riquelme del PRI y sus coaligados; y José Guillermo Anaya de Acción Nacional, UDC, PPC y Encuentro Social.

Evidente es que la lucha real por un probable triunfo se ha reducido a dos opciones y tal vez por ello la guerra se esté centrando en ellos. El último episodio de acusaciones la encabezó el senador panista Luis Fernando Salazar, quien en rueda de prensa presentó a los medios de comunicación una supuesta red de corrupción encabezada en ese entonces por el alcalde Riquelme, hoy candidato y que involucraba al gerente de Simas, Xavier Herrera; al Contralor Municipal, Javier Lechuga y al Director de Obras Públicas del municipio de Torreón, ingeniero Gerardo Berlanga Gotés.

El señalamiento del senador Salazar evidentemente tiene toda la intención electorera, más allá de la contundencia de las pruebas que presentó en su acusación, por lo que si se razona un poco, no debe haber sorpresa en que se haya lanzado a la luz pública tal denuncia, que lejos está de perseguir una posible sanción o castigo a los implicados sino tratar de golpear como sea la imagen del candidato rival, así fuese en su caso de una calumnia.

No causa sorpresa pues que los panistas hayan lanzado esa denuncia contra su rival y los funcionarios públicos de la administración riquelmista, lo que sorprende es la reacción de los actuales empleados municipales, particularmente la de Xavier Herrera y Berlanga Gotés, quienes más allá de su legítimo derecho de réplica, se dieron tiempo para contraatacar a sus acusadores.

Xavier Herrera, amigo íntimo de Miguel Riquelme y sabedor que cuenta con el respaldo absoluto del hoy candidato priista, además de ofrecer las aclaraciones que él consideró pertinentes, se dio tiempo para hacer comentarios de carácter totalmente político, diciendo que lo que en realidad pretende Luis Fernando Salazar es trabajar para su interés particular, que es la supuesta aspiración del legislador de competir el año que entra para la alcaldía de Torreón, y que ha embaucado a Guillermo Anaya en este lance, sabedor desde el punto de vista del gerente Herrera, que la campaña del PAN está desesperada y que Salazar está ya sacando jugo para él. Además del comentario político que hace este funcionario público que tiene una función netamente operativa, conserva hasta este tiempo el tono altanero con el que responde a ataques y señalamientos infundados o no en su contra.

Berlanga Gotés fue más allá. Cuando se le pidió que respondiera a las acusaciones donde era implicado, además del deslinde que él hizo de las mismas con las pruebas y datos que en su derecho aportó, se dio tiempo para atacar frontalmente al candidato Anaya, aquel que fuera su patrón en la administración municipal de Torreón de 2003 a 2005.

De las acusaciones que Berlanga le hizo a Anaya, la que más llama la atención es aquella advertencia velada que hace al decir que él conoció al candidato panista hace mucho tiempo, y que esa relación alcanzó para conocer la posición económica de la familia Anaya Llamas décadas atrás, la cual dista mucho del tren de vida que hoy se da Guillermo, quien desde hace más de veinte años anda en la política.

El problema para Gerardo es que citando sus palabras, él también pertenece a un círculo social conocido desde hace muchos años, y ese mismo círculo social lo señala como un funcionario capaz sin duda, pero también murmura cada vez más fuerte, que los años en el ejercicio público lo han ido empujando a cometer actos que engrosan su bolsillo. Que su nivel de vida y lujos, como la boda que él pagó, parecen no corresponder a los ingresos que solía tener como particular ni aun sumándole el sueldo que ha percibido como funcionario.

Es muy probable entonces que las acusaciones del PAN sólo sean parte de la guerra sucia, de calumniar solamente con el ánimo de denostar al rival, pero flaco favor le hacen a Riquelme estos colaboradores que no se han dado cuenta que la alternancia es una posibilidad, y que la arrogancia no le suma a la causa de su exjefe.

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