La información según la cual, las autoridades de los Estados Unidos han dado a conocer que una parte del dinero robado a los coahuilenses ha ido a parar a paraísos fiscales en cuentas de banco abiertas a nombre de diversos miembros de la familia Moreira, es un hallazgo que causa vergüenza y al mismo tiempo, motiva la esperanza de que ese dinero pueda ser recuperado.
El dinero localizado en el Principado de Mónaco y en las Islas Caimán, sumado al efectivo y propiedades incautadas a los Moreira y sus cómplices en el Estado de Texas en el pasado reciente, hasta el momento sobrepasa los cien millones de dólares, por lo que se trata de una cantidad substancial cuya recuperación sería útil para mejorar la situación financiera de nuestro Estado y para solventar aunque sea en parte, el cúmulo de necesidades sociales mal atendidas porque el moreirato dejó las arcas vacías.
En virtud de que ésta y todas las noticias que nos informan sobre los crímenes del Moreirato vienen de investigaciones realizadas fuera de nuestras fronteras, está claro que ni el gobierno de Moreira Rubén ni el actual gobierno federal priista tienen la intención de mover un dedo en la tarea de hacer justicia, por lo que las elecciones del próximo cuatro de junio ofrecen una gran oportunidad a la alternancia como único escenario posible para llevar a los Moreira a los tribunales, y obtener la referida recuperación de al menos una parte del dinero robado.
Llama la atención que la escandalosa información en comento haya sido precedida con un día de anticipación, por la noticia de que el extesorero de Torreón, Pablo Chávez Rosique, fue condenado a diez años de prisión, por un delito que consiste en haber sido omiso de cumplir una sentencia de amparo que en su calidad de Director de Finanzas del Municipio, le ordenaba en aquel tiempo devolver a un ciudadano el importe de impuestos que el extesorero le cobró en forma indebida e ilícita.
La culpabilidad del exfuncionario frente a la opinión del público está fuera de duda, porque la prensa regional en su día dio cuenta del referido abuso, que lejos de limitarse a un caso aislado en contra de un ciudadano específico, fue una práctica generalizada y común en perjuicio de un gran número de presuntos causantes durante la gestión de Eduardo Olmos, quién fue el primer alcalde títere de Moreira, antes de la imposición de Miguel Riquelme.
En forma por demás ridícula, el sistema Moreira pretende vender a los coahuilenses la sentencia dictada en contra de Chávez Rosique, como si fuera un notable acto de justicia y un gran éxito de la Procuraduría General de la República en materia de investigación ministerial y policial. Lo ocurrido corresponde a una puesta en escena y en el mejor de los casos supone el sacrificio de un chivo expiatorio, para disimular el verdadero talante del régimen que es una fuente de corrupción e impunidad que se replicó en otros Estados gobernados por el PRI, a raíz de que Moreira Humberto se encumbró como presidente nacional de dicho partido.
El caso Rosique no supone ningún mérito de la PGR en materia de investigación, porque se trata de un delito cometido con descaro y prepotencia, cuya constancia dejó huella imborrable en el expediente de un juicio de amparo. Los argumentos del sentenciado respecto a que no es un ladrón, sino que sólo incurrió en desacato en cumplimiento de la función recaudatoria que desempeñaba, revelan de cuerpo entero la soberbia y el cinismo de un reo que tiene la desfachatez de dar la cara, sin ofrecer muestra alguna de arrepentimiento.
Dada la total opacidad en que transcurre la vida pública en el Estado de Coahuila, la inocencia de Chávez Rosique y el resto de funcionarios vinculados al área de finanzas del Moreirato en todas sus versiones y niveles, no pude darse por supuesta.
Es necesario transparentar las finanzas públicas de Coahuila mediante una auditoría general en la que una instancia independiente abra los libros de la contabilidad en el futuro, y esto sólo será posible en el caso de que los ciudadanos decidan votar por la alternancia en las próximas elecciones locales.
