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Reeducar al macho

Del silbido al 'arrimón' en la escena mexicana

Canciller Angela Merkel, ejemplo de la figura femenina en el ámbito político. Foto: Getty Images

Canciller Angela Merkel, ejemplo de la figura femenina en el ámbito político. Foto: Getty Images

LEZLY RAMÍREZ

En marzo pasado se difundió que en el metro de la Ciudad de México se habían instalado asientos “exclusivos para hombres”. La particularidad de tales espacios es que simulaban el torso desnudo de un varón y un pene dispuesto a soportar el peso del usuario.

La definición adecuada de los conceptos es muy importante en nuestra vida cotidiana, los malentendidos abundan y en general hay mucha dificultad para comprender y aceptar las cosas de las que hablan las hoy conocidas como 'feministas'. Esto se debe en parte a la evolución de los significados de ciertos procesos, las ideas cobran una nueva forma cada cierto tiempo debido a los constantes cambios de visión, ajustes, avances y retrocesos que se registran. Por ejemplo, no hace mucho tiempo una mujer no podía aspirar a votar; ahora, hay en la política representantes del sexo femenino que tienen aspiraciones presidenciales reales.

La búsqueda del reconocimiento de los derechos del llamado “sexo débil” ha perdurado y a veces da la apariencia de ser un conflicto sin final y, por tanto, sin ganador definitivo; durante esta lucha las integrantes del lado venusino de la especie humana han concebido diversas estrategias para difundir sus consignas. A últimas fechas, las tecnologías se han convertido en aliadas valiosas.

Un entorpecedor de las causas por la igualdad entre hombres y mujeres es el 'machismo', un constructo cultural que se reproduce desde el seno familiar y que en las interacciones sociales se manifiesta con abundantes rostros. Si bien podemos encontrar sus expresiones alrededor del mundo, el producto mexicano es uno que no le pide nada a sus pares en otros destinos del planeta.

Se trata de un fenómeno similar al del bullying: ha existido desde hace mucho tiempo, pero sus víctimas nunca habían sido tan expuestas. Las cosas que se quedaban en casa o al interior de los muros de una institución educativa han dejado esos ámbitos para trasladarse a arenas como el ciberespacio, de donde son recuperadas por los medios de comunicación ya sea en su ruta a convertirse en contenidos virales o cuando ya forman parte de esa categoría.

Desde que hay hombres que trabajan en 'la obra' hay 'chiquitas' y los comentarios de los primeros hacia las segundas solían ubicarse dentro del marco de los cumplidos y halagos. El razonamiento es “que te digan hermosa o güerita te levanta el ánimo”.

El 3 de mayo, día de la Santa Cruz y del Albañil, se ha convertido en una jornada para difundir contenidos humorísticos en los que se dan lecciones sobre la ofensiva callejera y cargada de doble sentido.

Un eslogan da cuenta de la postura de muchas hijas, hermanas, madres hacia una habitual 'deferencia' que los varones les dedican: “No me chifles, no soy tu perro”. Sin embargo, en los terrenos virtuales, una postura bastante difundida del carácter femenino, y esto no es una referencia a contenidos para adultos, es aquella con las cuatro extremidades en contacto con el suelo.

Es común que se programe en los infantes cómo deben hablar, vestir, moverse y comportarse. A los de azul se les asignan funciones unas funciones, a las de rosa, otras. Esto va formando la personalidad y las esferas de acción a las que uno puede aspirar de acuerdo con los papeles que, supuestamente, la sociedad les tiene asignados.

¿Cómo empezar a luchar contra un machismo si incluso hay mujeres que contribuyen a perpetuar los modelos lesivos?

La cuestión comienza por denunciar y poner nombre a las cosas.

Varias organizaciones han diseñado campañas dirigidas a exhibir diversas variantes de abusos que se cometen de forma pública.

El colectivo “Las Morras”, por ejemplo, tiene varios videos cuya mecánica es simplemente poner a una chica a caminar por la calle vistiendo prendas negras, ya sea falda o pantalón y mostrar la cantidad de chiflidos y albures que les llueven.

Eso ha motivado que varias acosadas tomen la decisión de grabar y difundir videos en los que dan cuenta de los acosos que padecen y dejan en claro que no callar las cosas ya es un paso importante para comenzar a adoptar soluciones.

En marzo pasado se difundió que en el metro de la Ciudad de México se habían instalado asientos “exclusivos para hombres”. La particularidad de tales espacios es que simulaban el torso desnudo de un varón y un pene dispuesto a soportar el peso del usuario.

Fue una campaña para crear conciencia sobre los ultrajes que sufren las mujeres, los llamados “arrimones” que se suscitan en el colectivo.

También se instaló una placa en la que decía: “Es molesto viajar aquí, pero no se compara con la violencia sexual que sufren las mujeres en sus traslados cotidianos”.

ONU Mujeres subió a la red dos videos en los que se muestran resultados de la interacción de los usuarios con el asiento especial.

Un argumento a favor del ejercicio fue que los varones, en su mayoría, no consideran que el acoso sexual sea un acto violento; para ellos es natural decirle cosas a una “güerita” o “morenita” o silbarla.

Pero, ¿qué pasa cuando la incoherencia se presenta? ¿Hasta qué punto las propias representantes del bando mujeril han elegido aceptar diversas situaciones que están decididamente impregnadas de machismo? ¿Qué sucede cuando diversas manifestaciones culturales son aplaudidas por amplios sectores del género femenino aunque exhiban a sus pares como un simple objeto de placer o de sumisión o de desigualdad? No obstante, no está demostrado que cantar o disfrutar o ensalzar una determinada obra con tendencias machistas sea sinónimo de que a alguien le guste ser tratado como un simple instrumento para satisfacer la libido.

Un primer requisito para engendrar la igualdad y el respeto es no guardar silencio ante una situación donde el cuerpo y/o la mente exuden esa incomodidad característica de una situación que no es agradable.

El camino, sin embargo, es arduo porque el imaginario machista y los arrimones que de él se derivan no sé terminan en cuanto se lanza una campaña para denunciar las diferencias en el trato que se reciben tanto en ámbitos privados como públicos, en las facetas personal y profesional.

El fomentar que se tome conciencia desde pequeños y predicar con ejemplos de equidad en lugar de los lugares comunes del trato diferenciado, es lo que sembrará la semilla para ir mitigando los actos deliberadamente machistas y sus derivados lascivos. Reeducar al macho es posible siempre que se ponga el énfasis en la prevención, en educar al individuo en el respeto al otro, en generar condiciones que favorezcan el trato igualitario desde una perspectiva cultural y social y no por mero decreto.

Correo-e: [email protected]

Imagen del video que trata de denunciar el acoso en el metro de la Ciudad de México. Foto: You Tube
Imagen del video que trata de denunciar el acoso en el metro de la Ciudad de México. Foto: You Tube
Canciller Angela Merkel, ejemplo de la figura femenina en el ámbito político. Foto: Getty Images
Canciller Angela Merkel, ejemplo de la figura femenina en el ámbito político. Foto: Getty Images
El colectivo Las Morras se ha encargado de documentar en video las agresiones callejeras. Foto: La Raza
El colectivo Las Morras se ha encargado de documentar en video las agresiones callejeras. Foto: La Raza

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