Siglo Nuevo

La chiripa del Pleistoceno

Una huella con forma de diente

Reconstrucción en Cuencamé. Foto: Dr. José Estrada Rdz./Dr. Alexander Czja/Investigadores de la FCB-UJED

Reconstrucción en Cuencamé. Foto: Dr. José Estrada Rdz./Dr. Alexander Czja/Investigadores de la FCB-UJED

DR. JOSÉ LUIS ESTRADA Y DR. ALEXANDER CZAJA

El hallazgo se realizó el pasado 15 de diciembre de 2016 en la zona urbana de Gómez Palacio, Durango, cerca del lecho del Nazas. El molar proviene de gravas fluviátiles (de los ríos o de las aguas corrientes) de una profundidad de aproximadamente 10 metros.

Serendipia es una palabra que significa hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando una cosa distinta. A nivel regional un equivalente sería 'chiripa'. Ambas palabras sirven para referirse a un descubrimiento benigno, cuando no excelente, que se ha dado sin que ese haya sido el objetivo específico.

Ellos buscaban moluscos, conchitas y caracoles, de tamaño casi microscópico, para una investigación biológica que pretende reconstruir el pasado ecológico reciente de la región lagunera (por reciente hay que entender 15 mil años) y su impacto sobre los recursos estratégicos: agua, ecosistemas y seres vivos.

En un momento dado se toparon con una pieza dental de un mamífero de gran talla. El asombro derivó en la sensación de que había comenzado un relato como los que inmortalizaron a los exploradores de la antigüedad. En sus mentes brotó una imagen panorámica, el paisaje desértico, alterado por la actividad humana y, a pesar de todo, un resto que perteneció a un ser vivo de cuatro metros de alto.

Imaginar las manadas de grandes mamíferos que quizás abrevaron en el vecindario de uno, a las orillas de un río Nazas que en aquellos días era un jovencito o incluso un hermano desaparecido pues, es cosa sabida que su caudal era diferente. Corría, según registros disponibles, más al norte del cerro de las Calabazas, cruzaba terrenos que hoy ocupan colonias del sur de Gómez Palacio como el Campestre, las Rosas y el Consuelo.

La mente puede trasladar al individuo hacia los paisajes del pasado, hacia una extensión de tierra cubierta de vegetación tipo pastizal o 'sabaneta' similar a la que aún puede apreciarse por la autopista antes de llegar a la ciudad de Durango; uno puede viajar hacia una imagen con ciénegas, hondonadas y planicies cubiertas de zacate, nopales arborescentes y árboles de copa aplanada.

También es factible sospechar que allí reinó un clima más templado y húmedo, o suponer que no había sino un amplio espacio abierto de horizonte a horizonte en el que grandes parvadas utilizaban los rayos del crepúsculo como pistas de aterrizaje. Y qué decir de las noches llenas de canto de ranas y de mágica luz provista por luciérnaga. Un territorio virgen de aglomeraciones, autos, tolvaneras, carreteras, ruido, campos agrícolas, establos; una zona sin olor a humo de combustible y sin basura; sin propaganda política de ningún tipo, de la que ha existido desde que hay democracia. Una revelación de gran calado bien puede generarse a partir de una pequeña pero, monumental evidencia del pasado.

Encontraron la pieza dental (un molar) gracias a su principal seña de identidad, la coloración rojiza y fina del sedimento en el que se localizó (muy diferente de la grava y arena del resto). El proceso a seguir forma parte de sus hábitos. Una vez que se detectan los manchones se incorporan, con sumo cuidado, los agregados circundantes, la precaución es para no alterar la posible pieza que poco a poco va quedando al descubierto. Una vez que el molar de poco más de 30 centímetros,emergió por completo, por su tamaño y estructura, comprendieron que había pertenecido a un mamut.

MEGAFAUNA

El hallazgo se realizó el pasado 15 de diciembre de 2016 en la zona urbana de Gómez Palacio, Durango, cerca del lecho del Nazas. El molar proviene de gravas fluviátiles (de los ríos o de las aguas corrientes) de una profundidad de aproximadamente 10 metros. Según la estratigrafía (estudio de las rocas y los estratos) local las gravas corresponden al Pleistoceno Tardío.

Hecha la consulta a otros expertos de México, Alemania y Estados Unidos, se mantuvo la idea de que perteneció a la especie mammuthus columbi (Falconer, 1857). Se sabe que alcanzaba los cuatro metros hasta la cruz y que pesaba entre ocho y diez toneladas.

El de Columbia fue una de las mayores especies de mamut. Tenía grandes defensas (colmillos) muy curvadas y cuatro molares, los cuales eran reemplazados seis veces durante la vida del animal. Es muy probable que usara sus armas y su trompa como los elefantes modernos, para manipular objetos, luchar y alimentarse. Prefería áreas abiertas, se alimentaba de juncos, pastos y otras plantas. No llegó a vivir en las regiones árticas de Canadá, las cuales eran habitadas por el mammuthus primigenius (Blaumenbach 1799) o mamut lanudo. Las dos especies desaparecieron como una gran cantidad de ejemplares propios de la llamada 'megafauna' de Norteamérica. El pariente vivo más cercano del mamut es el elefante asiático.

Cuando se tenga completa la información de la pieza dental encontrada se confirmará si se trata de una especie nueva o conocida. En este último caso es probable que el molar haya pertenecido a un ejemplar inmaduro o de talla relativamente menor.

Las características del sitio, un área de extracción constante de material para construcción, sugirieron la prudencia de recuperar la pieza y dejarla a resguardo momentáneo de la FCB-UJED, con el respectivo reporte al INAH Durango.

La pieza mantiene sus características, mas está fuertemente afectada por el transporte fluviátil del que fue objeto antes de su depósito. El estado de conservación es relativamente bueno aunque muy frágil. Por estas fechas se espera una datación más precisa de su longevidad, también es necesario administrarle las técnicas apropiadas de preservación y curación. Un tema relacionado es concluir los trámites para su probable exposición en el Centro Regional de Educación para la Conservación (CRECO) de la UJED en Lerdo.

TIERRA PRÓDIGA

No sorprende que en la Comarca Lagunera, que hoy día presenta características del semidesierto, se halla encontrado este material. En aquellos prehistóricos tiempos hubo grandes praderas, es decir, un excelente hábitat para estos gigantes, terrenos similares a los que pueden apreciarse hoy en la región fisiográfica (geografía física) de Los Llanos en la parte central de Durango, y que dividen la húmeda Sierra Madre Occidental y el desierto Chihuahuense. Sin embargo, aún y cuando la entidad duranguense posee una superficie de consideración, son muy pocos los registros de este tipo de seres extintos. En la recopilación realizada por los investigadores Punzo-Díaz y Rangel-Estrada en 2013, se informa que:

“En Durango se han localizado e identificado huesos de mamut (Mammuthus columbi), gonfotereo (Cuvieronius hyodon), bisonte (Bison spp.), caballo o hippidon (Equus) y camello (Camelops hesternus) en las siguientes localidades:

• Cuenca del río Santa Clara-Aguanaval (afluente del río Nazas), en el municipio de Simón Bolívar.

• Cuenca del río Nazas, en el poblado de San Lucas de Ocampo, municipio de San Juan del Río.

• Cuenca del Nazas, Peñón Blanco.

• Laguna de San Bartolo, en el municipio de Canatlán.

• En San Pedro del Gallo.

• Valle de Guadiana, en la comunidad de Navacoyán y Barrio de Analco”.

Solo en cinco sitios, todos fuera del área urbana de la Comarca Lagunera de Durango, se han registrado restos de mamut. Los expertos consideran que esto se debe no tanto a que no existan considerables yacimientos sino a la falta de especialistas que cubran y estudien el territorio. Por otra parte, existe la creencia de que los hallazgos de restos de grandes mamíferos no son reportados, otra forma de ponerlo es que se practican saqueos. En Coahuila, donde el Museo del Desierto realiza desde hace años investigación paleontológica, se han encontrado más sitios con restos de mamut.

Después de la epifanía mencionada al principio, es natural meditar acerca de una gran cantidad de preguntas: ¿Por qué desaparecería la megafauna de Norteamérica?, ¿cuál de las hipótesis sobre esa extinción será la correcta?, ¿la cacería por el humano, la erosión genética, pandemias, cambio climático gradual relacionado con sequía o algún cataclismo intempestivo?

No queda sino confiar en que en el libro de los estratos del suelo, cuya lectura sigue abierta, ofrezca pistas y evidencias con la forma de frutos y semillas, polen, huesos o las especies de conchas y caracoles que unos investigadores estudian para forjar una idea más precisa de lo que ha venido ocurriendo durante los últimos 15 mil años en la región lagunera y el Norte de México.

Nota: En 2015 y 2016 el desierto lagunero se cubrió de vegetación y flores gracias a las lluvias extraordinarias; con base en las fotografías de ese periodo de lluvias, tomadas en distintos municipios y paisajes de la región (dunas de Viesca, Laguna de Mayrán, cuesta de la Fortuna-Nazareno, vado del Aguanaval, Tlahualilo, Jimulco, Mapimí, Cuencamé), fueron generadas las composiciones o reconstrucciones paleoecológicas aquí expuestas.

Correo-e: [email protected]

La chiripa del Pleistoceno
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Pieza dental de mamut.
Pieza dental de mamut.
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